El Segundo Idiota.

Capítulo 22.

Seamos directos.

21 de Octubre de 2019.

Día seis desde que Bianca me besó voluntariamente: no he tenido ningún progreso. Pero quien cuenta.

Me siento mal porque en estos seis días no he hablado con ella. No porque ella me evitara o se sintiera incómoda después de lo que pasó, es todo lo contrario, yo soy el que la ha estado evitando discretamente, no porque me sienta incómodo si no porque me pone nervioso y al mismo tiempo me dan ganas de besarla de nuevo.

Nunca ninguna chica me había puesto nervioso a mí y ahora el tan solo pensar en Bianca hacía que mis nervios salieran. Era algo raro.

No quería que ella lo supiera por lo que me alejé un poco. A lo largo de estos días he buscado excusas por todos lados para no estudiar con ella, la mayoría sonaban estúpidas pero no me había cuestionado nada; en las clases de natación me he enfocado en molestar a los niños para no tener tiempo libre que compartir con Bianca.

Sé que no es lo correcto de hacer pero me funciona.

Acababa de cancelar otra cita de estudio con Bianca con la excusa de que había salido de imprevisto y no llegaría hasta la tarde cuando en realidad solo estaba tirado en mi cama sin nada que hacer.

Alguien llamó a la puerta de mi habitación.

—No hay paso.

No quería ver a nadie, tenía muchas cosas en qué pensar, sobre todo en como iba a lidiar con esta situación, pero no pude hacerlo porque Bianca entró un poco enojada.

—¿Con que no estabas en tu casa?

-Ya iba de salida...

—¡Deja de evitarme, Iván!

Me alzó un poco la voz. Creo que hubiera sido bueno que en verdad no estuviera aquí.

—¿Cómo supones que te estoy evitando?

—Sé cuando mientes. Sé que ninguna de las razones por las que no hemos estudiado esta semana son reales.

Pasó por primera vez en mi vida lo que nunca creí que me pasaría, me dejó sin palabras o sin algún comentario sarcástico para librarme de la situación y al notar eso, ella siguió hablando.

—Te di tu espacio después de que te besara pero ya no puedo más, sé directo conmigo y dime de una vez que quieres que me aleje para no seguir como tonta insistiendo a que me hables.

A pesar de que lo había dicho en un tono triste su mirada era de puro enojo.

—No quiero que te alejes, Bia.

—¿Entonces?

—Es algo incómodo de explicar...

No quiero decirle que me gusta y que la evito porque no quiero que me guste más o no quiero lanzarme a besarla por miedo a que me rechace, sería demasiado incómodo.

—Si iba a ser tan incomodo para ti, entonces no me hubieras correspondido el beso.

—No pude evitar hacerlo, fue como la vez que me besaste en los vestidores.

—Sí, pero esta vez te besé porque me gustas.

¿Gustarle? No, yo no puedo gustarle. Bia es tan buena con las personas e inocente que no puede gustarle alguien que difícilmente aguanta la compañía de alguien más.

De seguro es uno de sus momentos donde quiere molestarme diciendo cosas en broma, sí es eso.

—No es buen momento para ser sarcástica, Bia.

—No es sarcasmo.

—¿Eh?

—Es la verdad, me gustas.

—Yo no puedo gustarte... o sea si puede porque soy fantástico, pero no es verdad, no me digas una mentira así.

—No miento, me gustas.

—No, Bia.

—Ay, Iván, haz estado molestando todo este tiempo con que admita que me gustas y ahora que lo hago te pones así.

En eso tiene razón pero aún así no me lo creo.

—Es que no puedo gustarte.

—Esperaba cualquier respuesta de tu parte menos esa.

Salió de mi habitación y no me atreví a ir detrás de ella. Inmediatamente me arrepentí de no decirle que también me gusta pero tampoco me atrevo a hacerlo ahora.

23 de Octubre de 2019.

 

Ocho días desde que Bianca me besó y dos desde nuestra última conversación, pero quien lleva la cuenta.

Me siento muy mal por no haberle dicho lo que ella significa para mí y ahora estoy pagando por ello. Ella ha dejado de intentar hablar conmigo y me ignora totalmente, así que tal vez sea bueno dejar de evitarla... aunque no puedo evitar a alguien que me evita.

Iba entrando al lugar donde estaba la alberca y la vi peleando con la máquina expendedora como siempre. Sonreí al recordar que esa fue mi excusa para hablarle la primera vez y ahora también iba a serlo en esta ocasión.

—Hola, Bia—me acerqué.

—Hola.

Empujó la máquina y sus golosinas salieron, las tomó y empezó su camino a los vestidores.

—¿Cómo estás?—le pregunté siguiéndola.

—Bien.

Lo que más me gusta de Bianca es que siempre me sigue la conversación, esta vez no y con justa razón.

—¿En serio me vas a seguir tratando así?

—Estoy tratando de no incomodarte—se encogió de hombros y se metió al vestidor de chicas.

Va a ser muy difícil ganarme su perdón y hablar con ella sin que se ponga a la defensiva.

(...)

Estábamos a la mitad del entrenamiento de los niños y a pesar de que buscara excusas para hablar con Bia, ella sabía como contestarme sin hablar demasiado o lograba irse.

Pero ahora no podía despegar mi mirada de ella porque el tarado de Gilberto estaba con Bia, ella le había dicho que no se acercara más a ella después de lo ocurrido en el viaje y él le pedía perdón por lo que había hecho, no era la primera vez que pasaba y cada vez me gustaba menos que se acercara tanto a ella.

Sobre todo porque Bia si lo había perdonado ya que es una muy buena persona, pero no había hablado tanto con él como antes, mucho menos había aceptado otra cita.

Quisiera ser yo el que estuviera con ella ahora, que me hablara como siempre y hasta que se burlara de mí, pero las palabras que ella quiere oír no salen de mi boca, no porque no lo sienta, pero el pensamiento de que todo podría salir mal no abandona mi mente.



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Editado: 28.01.2023

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