Seamos cómplices.
28 de Octubre de 2019.
Hoy había sido un día muy pesado en el entrenamiento con los niños. Bianca y yo estábamos caminando desanimadamente a la entrada.
—¿No han llegado por ti?—le pregunté.
Por lo general cuando vamos llegando veo el auto de Ana y nos separamos, pero el estacionamiento estaba vacío.
—Nop, hoy no vendrá nadie por mí. Esperaré un taxi.
—¿Quieres que Lia y yo te llevemos?
—No, gracias.
Ella ha estado un poco a la defensiva conmigo desde que la había evitado, a veces como que se acordaba de eso y se enojaba de la nada.
—¿Quieres que te acompañe?—ella me miró con una sonrisa divertida—. No es por lo que piensas, sé que hasta los taxis son peligrosos.
—Claro, te creo.
—¿Entonces?
—No, estaré bien.
—Comienzo a creer que no quieres que sepa donde vives.
—Qué comes que adivinas.
—¿Por qué no puedo saber esa información?
—No es necesario saberlo—se encogió de hombros
—Solo quiero saber donde vives, no es nada malo.
—¿Para qué? ¿Me mandaras flores?
Ni siquiera yo sé porque quiero saberlo, no es porque quiera visitarla o cosas así... o tal vez sí pero omitiremos que quiero eso.
—Quisieras que te mandara flores.
—No me gustan las flores.
—Bueno. Solo dime donde vives, u otro dato sobre tu misteriosa vida.
—Mmm, vivo en una casa.
—Qué graciosa, Bia.
—Cómo sea, ya me voy antes de que sea más noche.
No me dejó decir nada y se fue, definitivamente sigue enojada conmigo.
29 de Octubre de 2019.
El tener respuestas a medias sobre la vida de Bia era algo que me había inquietado mucho. Sobre todo porque ella sí sabía todo de mí, o al menos lo más importante. Conocía a casi todos los miembros de mi familia y había convivido con ellos, sabía de todos los problemas que me había metido en la escuela y conocía casi todos mis gustos a la perfección.
Yo solo sé que es rubia, le da miedo la oscuridad y al parecer tiene dos hermanos. Y digo al parecer porque no sé si tenga más.
Necesito saber más de ella, quiero conocerla y quiero que deje de estar enojada conmigo por evitarla, por eso haré algo para saber al menos donde vive y de paso la haré reír un rato. Tal vez en el proceso termine con un golpe pero valdrá la pena.
Pero no puedo hacer esto solo, necesito cómplices y Luis es mi cómplice número uno.
—Necesito que me hagas un favor.
—Ahora no, estoy ocupado.
—Ni siquiera te he dicho que necesito.
—Solo me hablas cuando necesitas mi auto, así que supongo que quieres ocuparlo ahora—me miró fastidiado.
—En realidad es en la tarde, solo es para cuando salga de mi entrenamiento de natación.
—Estaré ocupado.
Luis solo estaba tonteando con Mía, el pobre esta muy embobado con ella y solo estaban haciendo un trabajo de la escuela de Mía juntos o algo así, la verdad no les prestaba mucha atención la mayoría del tiempo. Pero ella es mi cómplice número dos, es la que me ayudará a convencer a Luis de que me preste su auto, es un punto muy importante en mi plan y sé que no tiene ningún compromiso hoy, solo se le ocurrió ser un mal hermano.
—Mía, ayúdame.
—¿Debería?
—Quieres que le cuente a Luis sobre la vez que te embriagaste y dijiste lo mucho que querías ha...
—Luis, ayudemos al pobre muchacho.
El otro día Mía y mi prima Lia estaban bebiendo en la casa, fueron a molestarme a mi habitación y Mía estaba lloriqueando sobre no sé qué pero tenía que ver con Luis. Como dije, no le presto mucha atención a su drama.
Luis miró a Mía interrogativamente y al ser ignorado decidió hacerle caso.
—Bien, no te presto el auto pero yo te llevaré. Y tú también irás Mía.
No es lo que planeé pero pude resultar.
—¿Qué te hace creer que los acompañaré?
—¿Quieres terminar el cálculo de estructuras sola?
—Hicimos un trato.
—Tú nunca cumples nuestros tratos.
—¿Pueden seguir con su pelea cuando ya me haya ido?—dije caminando hacia la cocina.
Solo sentí como alguien me aventó una goma de borrar.
—¿Y eso porque fue?
—Por hacer que los acompañe cuando tengo cosas más importantes que hacer—Mía se cruzó de brazos.
—Dibujar murciélagos no es algo importante, hija de satanás.
Corrí en cuanto noté que iba a aventarme su cuaderno.
Ahora que lo pienso tal vez no sea tan buena idea ir con ellos dos pero no me queda de otra.
(...)
El entrenamiento de natación había terminado. Convenientemente hoy no habría entrenamiento con los niños así que Bianca y yo éramos libres y era hora de dar seguimiento al paso más importante.
Había conseguido que Nataly me trajera el celular y la mochila de Bia y acababa de recibir un mensaje de Ana diciendo que no podría venir por ella.
¿Por qué será?
Este plan tiene un daño colateral que casualmente recayó en Ana.
Otra vez me metí con su auto y todos tal vez está lleno de hule-espuma. Al parecer no podrá venir por Bianca, y eso la convierte en mi cómplice número tres aunque no lo sepa.
Así que me quedé esperando afuera del vestidor de chicas con mi cómplice número cuatro.
—Me siento tan mal haciendo esto pero aquí tienes—dijo Nataly con la mochila de Bia.
—Solo dale eso a mi hermano y habrás terminado.
—Si alguien pregunta, yo no hice nada.
Salió y me quedé esperando a Bia bastante tiempo. Creo que estaba esperando a que todos se fueran para poderse ir ya que cuando salió, se detuvo a ver a todos lados, estaba solo son su traje y bata de baño puesta.
—¿Qué te pasó, Bia?
—No sé porque no me sorprende verte aquí.
—Solo mataba el tiempo. Mira, que casualidad, encontré una cobija.