Bianca.
31 de Octubre de 2019.
—Bia—dijo Lili entrando a mi habitación—. Te llegó un paquete.
Desvié mi atención del libro que sostenía a la caja que había dejado en mi escritorio.
—Gracias.
Lili salió de mi habitación y yo dejé el libro en la cama, no quería maltratarlo ya que Iván me lo había prestado, le había dicho que me gustaba la portada y me dijo que me lo llevara, no quería dárselo en mal estado porque sé lo enojón que llega a ser.
Abrí la caja y adentro había otra con una nota pegada a letra muy bonita, letra que conocía bien porque había leído apuntes de la persona que creo que mandó esto.
"Sé que te da miedo la oscuridad y debe de ser molesto dormir con la luz prendida así que vi esto en internet y no pude evitar pensar en ti.
Espero te guste, no más de lo que yo te gusto, ¿entendido?
Ya sabes quien soy, el chico genial que te gusta mucho, incluso diría que demasiado es poco."
Odio decir que en lo último tiene razón. Me gusta mucho. Es patético emocionarme por esto pero de todas maneras lo voy a hacer porque, a pesar de que no me gusta que me regalen cosas, aprecio que haya dicho que pensó en mí.
Abrí la caja y en papel de envoltura estaba una lámpara en forma de luna con una base, inmediatamente la prendí y me encantaba la apariencia que tenía. Iván tenía razón, hace tiempo que me incomoda dormir con tanta luz y esto es simplemente perfecto.
La coloqué a lado de mi cama y decidí llamarle a Iván antes de que me agarrara la cobardía y más tarde me arrepintiera por no haberlo hecho.
—¿Bia?
—Me gusta la lámpara.
—Es mejor que mandarte flores, ¿verdad?
—Unas flores no hubieran estado mal.
Escuché su risa a través de la línea y sonreí también, me sentí estúpida al instante así que decidí ponerme en modo seria.
—Qué codiciosa.
—En fin, gracias por esto, Iván.
—No hay de qué, solo no menciones que soy bueno contigo.
—No lo haré.
Se quedó en silencio por un momento y luego suspiró.
—Oye, mañana en la noche habrá una fiesta en casa del novio de Abi, ¿quieres acompañarme?
—¿Por qué de repente suenas tan tímido?
Merecía burlarme un poco, la verdad. Me emociona que quiera que lo acompañe aunque también me da miedo que me deje botada a media fiesta por irse con alguien más...
—Ja, quisieras.
—Te acompañaré.
—Perfecto, pasaré por ti.
—No, yo llegaré a tu casa.
Ya es mucho con que sepa donde vivo, no quiero que pase mucho por aquí y tengo mis razones.
—Algo me dice que no cambiarás de opinión.
—Ya me conoces.
—Pues ya qué, y oye, debes de llevar disfraz.
—Está bien, te veré mañana.
—Hasta mañana, Bia.
Colgó y de nuevo encendí la lámpara emocionada, era bastante bonita e iluminaba lo suficiente para que pudiera dormir comodamente.
—¿Qué es eso?—dijo Ana entrando a mi habitación.
Es su costumbre entrar así de la nada. Discretamente escondí la nota de Iván y traté de no ponerme nerviosa.
—Una lámpara.
—¿La compraste?—la tomó observándola mejor y luego la dejó en mi mesa.
—La compré.
—Es raro que compres cosas para ti misma, pero me alegra.
No me gusta invertir dinero en mí, casi siempre termino ahorrando y comprando cosas para los demás, me gusta dar detalles más no recibirlos aunque este me hizo muy feliz.
—Fue un gasto necesario.
1 de Noviembre de 2019.
No sé cuanto tiempo llevaba parada frente a la puerta de la casa de Iván pero no me atrevía a tocar porque siendo honestos, estaba muy nerviosa.
Ni siquiera había ideado muy bien mi disfraz, solo me puse un vestido negro y me hice dos coletas como si fuera una muñeca, patético pero eficiente.
Me armé de valor y llamé a la puerta, al otro lado se escucharon un par de golpes y luego Iván, quién parecía un poco agitado, apareció.
—Hola, Bia...—no pudo decir nada más porque su hermano menor lo empujó.
—Bia, qué milagro, verás el tonto de mi hermano quiere decirte que...
Antes de que terminara la oración Iván lo empujó afuera de la casa y a mí me tomó por la muñeca haciendo que pasara.
—Sácate, bicho—le cerró la puerta en la cara y le puso seguro.
—¡Déjame entrar!
—Te veré en la fiesta.
Dijo finalmente y comenzó a caminar hacia su cocina así que lo seguí.
—¿Y eso que fue?
—Peleas de hermanos—se encogió de hombros.
—¿Y los demás?
—Ya están allá, iremos en cuanto termine de darle de comer a mis perros.
Sacó sus croquetas y le sirvió a cada uno mientras los acariciaba.
Iván es muy malo tratando gente pero se ve que quiere a sus perritos. Da ternura verlo en esa faceta y me sorprende que me deje hacerlo, conociéndolo, su lado sensible y humano es algo que le gusta ocultar a los demás.
—Vamos, Lia me prestó su motoneta.
Salimos de la casa y me pude dar el tiempo de detallarlo, su disfraz tampoco era la gran cosa, tenía puesta una chamarra negra que parecía de piel, una playera blanca con pantalón negro y unos lentes de sol sobre su cabello.
—¿Qué se supone que eres?—dije mientras sacaba la moto de su garage.
—Algo así como un motociclista, ¿tú?
—La verdad no sé.
—No importa, te ves bien—me sonrió y se subió a la motoneta.
Lo bueno de que hiciera eso es que no podía ver mi cara sonrojada, me subí detrás de él y me sostuve de la parte de atrás cuando empezamos el camino.
Nunca me había subido a una motoneta y aunque es menos rápida que una moto, se siente bien, me gusta.
Paramos en un semáforo en rojo y no pude evitar ver a Iván de perfil, se veía muy bien con lo que traía puesto pero no pude evitar bajar la mirada y notar una marca roja en su cuello.