El Segundo Idiota.

Capítulo 30.

Visitemos la casa.

19 de Noviembre de 2019

Odio los hospitales.

Todo aquí es aburrido, ni siquiera los tontos de mis hermanos me pudieron traer un libro o algo para entretenerme. Y eso que solo llevo aquí un día.

En unas dos horas me darán de alta y estoy impaciente por eso.

Estaba mirando un programa aburrido de la televisión hasta que mi puerta se abrió, supongo que porque mi hora de visita apenas comenzaba. Esperaba ver a algún miembro de mi familia y en cambio entró la persona que esperaba que fuera la primera en aparecer.

—Vaya, vaya—dije con un poco de sarcasmo—. Miren quien decidió aparecer.

Bianca se acercó a mi camilla mirando al suelo y sin pedirme permiso se sentó.

—Me sentía culpable.

—No tuviste la culpa de nada.

Puedo entenderla y realmente sería difícil que me lograra enojar con ella.

—Aún me siento culpable—por primera vez me miró y me sentí mal al ver la culpa en sus ojos.

—No fue tu culpa, Bia. Tú no llevaste a esas personas ahí así que deja de pensar así.

—Pero si no hubieras estado conmigo...

—Si no hubiera estado contigo quién sabe que te habrían hecho ellos. Al menos solo recibí un pequeño corte.

—Un pequeño corte que te trajo al hospital y te hizo desmayar.

Eso en parte fue porque no me gusta ver sangre y ya llevaba un rato viendo como la tela que me había puesto Bianca se iba manchando cada vez más.

—Pero mira, estoy bien.

—Pero...

—No quiero escuchar más eso, Bianca. Los dos estamos bien y es lo importante.

—Tienes razón—ella suspiró—. Gracias por estar ahí, Iván.

—Sabes que estaré para ti cuando sea necesario, Bia. Al menos gracias a eso, tendré una sexy cicatriz.

—Te servirá para atraer la atención de las chicas—desvió la mirada a un punto en la habitación.

Adoro cuando tiene aunque sea un poco de celos.

—Ya tengo la atención de una, con eso me basta.

Nunca creí que yo fuera capaz de decir cosas como esa, pero se siente bien el no solo pensarlas.

—No puedes decir ese tipo de cosas—seguía sin mirarme pero ahora estaba sonrojada.

—¿Por qué?

—No te lo diré.

—Bianca...

—Por cierto, hay alguien que quiere verte y de hecho me convenció para venir.

Aunque me haya cambiado de tema quiero saber de quién habla.

—¿Y esa persona es?

Se levantó y fue a abrir la puerta, su hermano pasó justo detrás de ella.

—Tuve que contarle a Leo todo lo que pasó porque el maldito es muy insistente y bueno, aquí estamos.

—Gracias por defender a mi hermana y de alguna manera también a mi madre, como sea que te llames.

A pesar de que lo dijo con un semblante serio se veía un poco aliviado, aunque creo que si por el fuera, me soltaría un puñetazo.

—No hay de qué.

—Bien—dijo algo incómodo—. Bia, te espero en el auto.

Ella asintió y él salió.

—Es malo con las palabras—Bianca lo justificó.

—Me doy cuenta.

—Además me tiene vigilada porque no quiere que vuelva a casa de mamá.

—Algo me dice que yo haría lo mismo.

—Oye, tienes que apoyarme a mí.

—¿Por que lo haría?

—Porque yo soy la que te gusta, no él.

Veo que ya va aprendiendo de mí. Me enorgullezco pero no es justo que lo use en mi contra.

Iba a decir algo pero mi madre entró por la puerta.

No dijo nada y se quedó observándonos, más a Bianca.

—Hola, mamá.

—Hola, Iván. Hola, tú.

Mi madre hace el papel de mamá osa, sobre todo porque sabe que me gustaba conocer a varias chicas que nunca le terminaban agradando, je.

—Soy Bianca—dijo con una sonrisa tímida y creo que eso ablandó el corazón de mamá porque le sonrió.

—Entonces tú eres la que ayudó a mi hijo a llegar al hospital.

—Así es...

Le había inventado a mamá que intentaron asaltarnos y por no querer entregar el celular me atacaron con la navaja. Claro que Bianca no sabe esa historia. Así que le di un golpecito disimulado para que le siguiera la corriente.

—Debiste dejar a mi hijo ahí para que aprendiera que debió de entregar su teléfono antes de que ese chico lo lastimara.

—Dudo que me hubiera dejado hacer eso.

—Seguro, conociéndolo no te dejaría en paz hasta que recibiera atención.

—Lo sé, a veces es algo...

—Fastidioso, lo sé—ella se rió un poco.

—Mamá, sigo aquí.

—Pensé que te habías desmayado de nuevo.

No sé si quejarme porque mi mamá está hablando mal de mi junto con Bia, o alegrarme de que mamá esté tratando bien a Bia y ella parecía feliz de eso.

—Bueno, tengo que irme. Nos vemos luego, Iván.

—Un gusto conocerte, Bianca.

—Lo mismo digo—le sonrió y salió cerrando la puerta.

Mamá solo me miraba esperando a que dijera algo.

—¿Qué?

—Escúchame, Iván Barranco. Espero que esta no sea otra de tus "amiguitas" que se ve demasiado inocente como para salir lastimada con tus tonterías.

—¿Por quién me tomas, mamá?

—No finjas que no sé lo que hiciste todo el tiempo que viviste bajo mi techo.

—Bueno, te aseguro que esta vez es diferente.

Y no lo digo para que me deje de molestar, lo digo en serio.

 

21 de Noviembre de 2019.
 

Bianca me invitó a su casa.

Bianca. Me. Invitó. A. Su. Casa.

Y estoy hablando de su casa, casa. Donde vive, donde vive con Ana.

Y no me importa repetir las mismas palabras pero es que aún no me lo creo. Voy a ir a su verdadera casa. Me dejará entrar por fin en una parte de su vida que no conozco y me siento ansioso por eso.

Ya había llegado y estaba esperando en la puerta, traía mi mochila ya que todo esto era para estudiar, aunque ambos sabemos que últimamente lo que menos hacemos es estudiar.



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Editado: 28.01.2023

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