19 de Noviembre de 2019.
Hicimos el camino a mi casa en total silencio. Nadie había dicho nada con el miedo de decir algo que lastimara a Bia, no sabíamos que hacer así que Leo pensó que sería bueno traerme a casa.
Bianca no había dicho mucho, después de ver la casa vacía salió y subió al auto así que aquí estamos ahora sumergidos en un silencio incómodo, por suerte ya habíamos llegado a la entrada de mi casa y al menos sabía que Bianca no estaría sola.
—Acompañaré a Iván a la entrada.
Leo asintió y ambos bajamos del carro y ya parados enfrente de la puerta solo se me ocurrió preguntar lo más fastidioso que puedes decirle a una persona cuando las cosas están mal:
—¿Estás bien?
—No lo creo. Pero lo estaré.
—Solo dime si necesitas algo—tomé su mano y ella me sonrió.
—Al menos me alegra no haber pasado por esto sola.
21 de Noviembre de 2019.
Bianca.
—No necesito que estés detrás de mí todo el tiempo, Leo.
—No estoy detrás de ti.
—No has vuelto a tu casa en estos días, así que sí, estás detrás de mí.
—Pedí unas pequeñas vacaciones.
Rodé los ojos y me senté a comer en el sofá. Estos días no he salido de casa y sé que debería de estar estudiando pero mi cerebro está saturado de información, he aprendido mucho en estos meses y sé que pasaré mis materias aún así saque una nota baja. Lo de estudiar era una mera excusa para pasar tiempo con Iván pero ahora no tengo ganas de eso, de hecho no tengo ganas de estar con nadie pero un hermano mío ha estado durmiendo en casa desde que no encontramos a mamá.
Sé que a él también le duele, no tanto como a mí pero lo hace.
—Pues deberías volver, de seguro allá es más tranquilo que aquí.
—Al menos lo será hasta que el monstruo que llamas amiga llegue a vivir conmigo.
—No vivirá precisamente contigo.
Ana está harta de la carrera que está estudiando. Va a dejarla y buscar oportunidad en la música pero es obvio que aquí no lo conseguirá, así que buscó buenas escuelas y encontró una en la ciudad de Leo, él le consiguió un departamento en el edificio donde vive y bueno... en enero empezara su vida ahí.
—Lo sé.
Se quedó callado pensando, sé que quiere decirme muchas cosas pero no lo hace con temor a como pueda reaccionar. Es estresante que desde que pasó lo de mamá todos actúen con cautela a mi al rededor.
—Ya dime lo que tienes que decir.
—¿No crees que sería bueno que vayas con Ana?
—¿A dónde?
—Pues a vivir.
Hace meses Ana me lo planteó, y mi respuesta fue un rotundo no, pero ahora...
>>Podría apoyarte un poco financieramente y no sé, podrías empezar de cero.
—No lo sé.
29 de Noviembre de 2019
Iván.
Nunca creí tener que venir a mi vieja escuela de nuevo a no ser que tuviera que entregarle algo a mi hermano menor. Pero ahora era diferente, ahora había venido por Bianca.
Hoy le daban sus últimas calificaciones y la excusa era venir para que me diera la noticia, aunque en realidad quería verla nada más porque sí. También me interesan sus calificaciones por ser su tutor pero eso es lo de menos porque sé que logrará pasar todo con sobresaliente.
Era un poco incómodo que algunas chicas de semestres anteriores que el mío se hayan acercado a saludarme, digo que es incómodo porque al menos con la mayoría de ellas me besé en algunas fiestas.
Cuando vi a Bianca salir decidí acercarme a la entrada y cuando se dio cuenta de mi presencia me miró confundida, sobre todo porque ella no sabía que iba a estar aquí, el plan original era que ella iría a mi casa cuando saliera.
—¿Qué haces aquí?—preguntó acercándose.
—Bonito día a ti también, Bia.
—¿Vienes a ver a Jorge? Porque se fue desde hace rato.
—Vine por ti. No podía esperar para vert... ver tus calificaciones.
Me miró con algo de duda y sacó de su mochila una carpeta y me tendió una hoja con sus calificaciones. Todas marcaban calificaciones arriba de 8.5 lo cual era más que suficiente para pasar.
—Me esperaba un diez, la verdad.
Bianca me arrebato la hoja y comenzó a caminar.
—Pasar es pasar.
La seguí y comenzamos el camino a mi casa.
—Bueno, felicidades, Bia.
—No hubiera podido sin ti, Iván—me sonrió—. Por eso quería pedirte algo...
—¿Qué es?
—Bueno, va a haber una pequeña fiesta de graduación en unas dos semanas y eh, pues quisiera saber si... te gustaría acompañarme.
Me daba mucha ternura la manera tímida en que dijo eso, como si fuera a decirle que no.
—Claro que sí, Bia.
—Genial.
Continuamos caminando con un poco de silencio a nuestro alrededor cuando se detuvo a ver el anuncio de una universidad privada.
—¿Ya pensaste que harás ahora que terminaste casi oficialmente la escuela?
—Estoy considerando opciones, tengo tiempo.
—Esta semana es la última para el registro del examen de admisión de casi todas las universidades locales.
—Por eso, aún tengo tiempo.
—Bianca...
—Además, ¿no querías entrar tu también a la universidad el año que viene?
Sé que me está cambiando el tema pero debe de ser por una buena razón, entiendo que la indecisión de no saber que estudiar es horrible, por eso me tomé el semestre sabático.
—Sí... pero no sé que estudiar aún.
—¿No has considerado ser profesor?
—¿Crees que tengo la paciencia necesaria para tratar con personas?
—Si tienes paciencia, al menos conmigo la tienes.
—Tú eres un caso diferente.
—Con los niños también la tienes. De hecho creo que el no "tolerar" a la gente es solo una fachada.