el Sello

El comienzo

—¡Adios Lara! Nos vemos mañana temprano.

—Sale Cristian descansa,  recuerda que mañana es el campeonato y debemos ganar.

—Si, sobre todo yo que soy la capitana—me río.

Que rapido pasa el tiempo, hace cinco años que me mude y ahora todo el pueblo me conoce, soy la líder y la capitana del equipo de ajedrez. ¿Que pensaban? ¿Que eres porrista? ¡Ni loca!, Soy una persona muy tímida y callada, toda una antisocial, la única amiga que tengo se llama Lara, todos saben mi nombre debido a que cuando llegamos aquí a mi mi papá y a mí nos sucedió algo curioso. Ese día mi papá se bajo a comprar galletas en la primera tienda del pueblo y cuando cerre los ojos para dormir algo golpeo el carro, es golpe fue tan fuerte que rompió el cristal, la gente salió corriendo asustada haber que sucedía, pero inexplicablemente yo no pude ver que era, y al parecer el golpe tenía señas que hubiera sido por dentro, como si yo misma lo hubiera ocasiona. Desde ahí la gente me mira raro, pero solo me conocen como "la chica loca del carro".

—Cariño, tengo un sandwich en la mesa, te lo comes—me ordena mi padre.

—Papá, me lo comeré, pero a cambio quiero que repares mi lampara, anoche se rompió, no entiendo como, pero la bombilla se fundió.

—Hija, ya perdí la cuenta de cuantas veces he cambiado ese bombillo y reparado esa lampara, a propósito, ¿Qué paso con tu relicario? 

—Creo que se me cayo anoche mientras dormía, pero lo buscaré padre.

—Es importante que lo tengas puesto corazon.

Se de la preocupación de mi padre, desde aquel percance al llegar aquí, no puedo dormir sin mi relicario, una ocasión lo hice, dormí sin el y maté al gato de mi vecina, mi papá y yo juramos jamás contarlo, solo sé que yo con mis propias manos le saque los ojos al gato y su lengua me la comí, no tengo recuerdo de ello, pero si el sabor de la sangre en mi boca y la imagen del gato sin lengua y ojos.

Me quedo dormida, busco mi relicario pero no lo encuentro, ¿Que pasaría si no lo encuentro? No creo que nada malo.

— Hija, por favor baja a desayunar.

—Ya voy papá—respondo mientras me levanto de la cama.

¡Demonios!, ¡Diablos!

La frente me duele si la toco, siento como si me haya quemado, camino al baño y ¡Por la mierda!, ¡Que carajo!.
No entres en pánico, no entres en pánico Cristian, que rayos tengo en la frente, no distingo verlo, tengo sangre seca y fresca brotando de ella. ¡Caramba!, mi relicario olvide ponerlo, busco debajo de la cama. ¡Aquí esta, la tomo pero inmediatamente este me quema la mano, gimo del dolor.

Nuevamente intento agarrarla pero, este se funde entre mis dedos, ¿Como diablos pude fundir algo de acero con mis manos?, me levanto del suelo y voy al baño a lavarme las manos , me lavo el rostro y...

¡Pero que diablos!, una maldita cicatriz, lo observo bien y me percato de algo, son números, el 666.

Hija ya tardaste en bajar, ¿todo esta bien ahí adentro?

—¡No padre!—le grito dentro el baño, mi respiración se vuelve errática y comienzo a hiperventilar.

Mi padre no espera mas y entra a toda prisa, me observa y me toma entre sus brazos, me habla pero estoy totalmente lejos de entenderle.

—Estarás bien princesa, estarás bien—me susurra al oído intentando tranqulizarme.

—Padre ¿que esta sucediendome?—le pregunto en llanto.

—No lo se hija, pero lo averiguaremos, tranquila si, prometo que todo estará muy bien.

—¿Que soy padre?, He hecho algo inexplicable.

—¿Que sucedió Cristian? —me pregunta.

—El relicario lo he fundido con mis propias manos—le explico

¿Como es posible eso?.

—No importa, yo te dare el mío—se quita el suyo del cuello y e intenta colocarmelo, pero esté, al tocar mi cuello se derrite como si yo fuera lava ardiente.

—Padre no me toques—me alejo de el asustada.

Mi piel comienza arder, mis ojos brillan, puedo ver mi reflejo en el espejo y mi frente arde, la habitación comienza a oscurecerse y es como si el  tiempo se detuviera.

—¡Hola mi reina!

Una hombre apuesto, con unos singulares ojos rojos me saluda atráves de mi inmenso espejo.
Mi padre intenta hablar, pero su cuerpo es hecho polvo en instantes.

—¿Que le has hecho a mi padre?—le grito histérica.

—Solo era estorbo—dice sonríendo.

Él no interesa, yo vine por tí, mi reina.

—Yo no te conozco ¿Quién eres?, Devuélveme a mi padre.

—¿Padre? —niega con la cabeza—ese hombre no era tu padre me explica.

Tus padres murieron y ese señor los mató, la culpa de dejar a una bebe sin hogar lo carcomió y decidió quedarse contigo.

—¡Mientes!—grito, tomo un zapato y rompo el espejo, este se hace añicos, de pronto mi cuello es agarrado con fuerza y mi cuerpo aventado en una esquina de mi cuarto.

—Lamento eso—se disculpa mientras,  se sienta en la cama observándome sin perderme de vista.

¿Quierés saber por que lo maté?


Sencillo— me dice—;por que ese maldito cerdo iba tomar lo mío, tu eres mía Cristian, eres perfecta para el infierno.

—ja, ja, ja—comienzo a reirme sin sentido.

El infierno, si como no.

—¿Te estas burlando de mi? —pregunta molesto, se levanta de la cama, me levanta del suelo y toma del cuello con fuerza.

—¿Quién eres? —le pregunto enojada.

Observo sus ojos que son totalmente negros, han cambiado de color, el enojo hizo cambiarlos de color.

—¿Es que acaso no tienes una idea?— me dice serio.

SOY LUCIFER.Y

 tú eres Cristian, mi elegida y portadora.

—¿Elegida?, ¿Yo?.

—Te he visto—comienza a hablar— tu alma negra y retorcida, escondida en una fachada buena y pura, me atrajo tu escencia demoniaca que  tiene tu alma, pero hay un detalle no puedo llevarte tan fácil como parece—me suelta y se toca la barbilla pensando.

Tenemos que tomar la vía mas fácil, la muerte.

—¡Estas loco! Yo no quiero morir y menor irme contigo.

—Sabes reina, no es una opción—responde molesto—además yo no puedo matarte,  y no te necesito muerta, tu cuerpo muerto estaría frío y pálido, me gusta tu calor, solo necesito que hagas algo pequeño.



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En el texto hay: muerte, demonio, sello

Editado: 12.10.2020

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