El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

SEGUNDA PARTE: Augusto - CAPÍTULO 17

—Espero que me perdones por todas las cosas horribles que te dije, Gus— comenzó Llewelyn mientras caminaban hacia la cúpula.

—Como te dije, tu actuación ayudó al plan, no hay nada que perdonar, hermano— le sonrió Augusto—. Lo único que casi no pude soportar fue cuando me dijiste en privado que nuestra amistad se había acabado. Estuve a punto de revelarte toda la verdad en ese momento.

—Prometámonos aquí y ahora que eso nunca va a pasar— propuso Llewelyn.

Ambos se detuvieron por un momento y estrecharon sus manos.

—Prometido— dijeron los dos al unísono.

—Siento mucho que tengas que irte. ¿Sabías que esto iba a terminar así?— le preguntó Llewelyn.

—Cruzó por mi mente, sí, pero la alternativa era tan grave y grotesca que no me importó.

—Lyanna está muy agradecida por tu accionar.

—¡Debería! ¡Arruiné mi mejor camisa por ella!— bromeó Augusto. Llewelyn rió con él.

—Está muy preocupada por ti— agregó Llewelyn.

—¿Le dijiste la verdad? ¿Lo que iban a hacerle?

—No, no tuve el coraje para hacerlo.

—Hiciste bien. No necesita vivir en el miedo.

—De todas maneras, creo que lo intuye.

—Intuirlo y saberlo a ciencia cierta no es lo mismo, Llew. Déjala con su intuición.

Llewelyn asintió.

—Quería venir a despedirte, pero le dije que era mejor que no tuviera contacto contigo.

—Por supuesto— asintió Augusto, aunque lamentaba no poder despedirse de ella en persona.

—Como no la dejé venir, me hizo prometer que te daría esto— dijo Llewelyn, sacando una pequeña bolsita de tela de su bolsillo y entregándosela a Augusto.

—¿Qué es?— preguntó Augusto, abriendo la bolsita y vaciando su contenido en la palma de su mano.

—Un mechón de su cabello. Dice que te protegerá.

—Dile que es muy dulce de su parte que me haya enviado esto como recuerdo. Lo atesoraré siempre.

—No, Gus, no es un mero recuerdo. Creo que le imbuyó cierto poder protector, cierta energía personal. Por algún motivo, ella piensa que puedes estar en peligro y desea cuidarte a través de esto, como tú la cuidaste a ella por medio de tu sangre. Si yo fuera tú, no me separaría de ese mechón en ninguna circunstancia, Lyanna sabe mucho de estas cosas.

—Entiendo— aceptó Augusto con el rostro serio, metiendo la bolsita en el bolsillo de su pantalón.

—También te mandó esto—. Llewelyn le dio un papel cuidadosamente doblado.

Augusto lo abrió y leyó el corto mensaje. Su rostro se iluminó con una gran sonrisa ante las palabras de ella. Volvió a doblar el papel y lo guardó junto con el mechón de pelo en su pantalón.

—Por favor, dile a Lyanna que la aprecio mucho y que lamento cualquier angustia que le haya causado. Hubiese querido tener más tiempo para conocerla mejor y entablar una amistad sincera con ella.

—Ella siente lo mismo, Gus.

Los dos caminaron un trecho más en silencio, y de pronto, Llewelyn le preguntó a Augusto:

—¿No vas a decirme qué es lo que Julián te dio? Por la forma en que te lo entregó, no parecía muy legal…

Augusto suspiró:

—No sé si es legal o no llevármelo, pero de seguro habría provocado muchas preguntas y cierto recelo si Alaris o Gov, o incluso Humberto se hubiesen enterado. Por eso tenía que hacerlo de esta forma, Llew. Pero no puedo negarte a ti esa información, no a mi hermano…

—No más rodeos, Gus. ¡Dime de qué se trata de una vez!

—Es un trozo de balmoral— declaró Augusto.

Llewelyn se lo quedó mirando, sin comprender.

—¿Para qué querrías llevarte…?

—Y ahora vienen las preguntas, por supuesto— lo cortó el otro—. Llew, cuando tu padre estuvo exiliado en mi mundo, no tenía acceso a sus habilidades, tampoco Hermes, ¿lo sabías?

—Sí, lo sabía, ¿qué tiene eso que ver?

—También a mí me ha pasado. Cuando vine aquí, nunca pensé que pudiera desarrollar una habilidad pues no era oriundo del Círculo, pero ante mi sorpresa, sí pude hacerlo, aunque no con la facilidad de los demás. Sin embargo, las veces que he regresado con mis padres, no he podido mostrarles mis progresos. Mi habilidad no funciona en mi mundo. Es como si todo mi planeta fuera un gran bosque de balmoral, ¿comprendes? Por eso pensé que tal vez el balmoral genera algún tipo de radiación que inhibe las habilidades, y que lo que sea que produce, también se emite en mi mundo a gran escala, cubriendo todo el globo. Si es así, quiero averiguar qué es y cómo funciona.

—Y si es posible, anularlo— completó Llewelyn.

—Sí, eso, o al menos, encontrar algún lugar del planeta resguardado de ese efecto de supresión.

—Entiendo por qué no quisiste hablarle a nadie del asunto, las implicaciones son muy serias, Gus.




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