El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

QUINTA PARTE: Juliana - CAPÍTULO 53

—¿Hola?— respondió Luigi a la llamada de un número desconocido en su teléfono móvil.

—Luigi, soy yo.

—¡Juli! ¿Dónde te has metido? Silverman no pudo esperar más y tuvo que irse y…

—Escúchame, olvida a Silverman, olvida todo y sal de inmediato de la biblioteca.

—¿Qué…?

—Solo hazlo por favor, no cortes el teléfono.

—Bien, bien— dijo Luigi, recogiendo unos papeles y poniéndolos apresuradamente en su portafolio— ¿Qué pasó? ¿Dónde estás?

—En una estación de servicio. Escúchame bien, ¿recuerdas el lugar dónde me compraste la mesita de té cuando recién nos casamos?

—Sí, claro la…

—No, no digas el nombre. Te recogeré allí en quince minutos.

—Juli, ¿qué pasó?

—Mi padre vino a verme.

—¡Oh, no, Juli! ¿Estás bien?

—Estoy bien, no te preocupes. Solo ve a ese lugar y espérame. Y Luigi, pase lo que pase, no vuelvas a casa y no hables con nadie excepto conmigo.

—Capito— asintió su esposo del otro lado de la línea.

Juliana colgó abruptamente el auricular del teléfono público. Volvió a la oficina de la estación y sacó una tarjeta de crédito de su cartera para pagar la gasolina que había cargado en el coche. Luego lo pensó mejor y pagó en efectivo. Subió al coche y partió hacia la vieja feria de las colectividades, al norte de la ciudad.

Luigi había recorrido la feria de punta a punta cinco veces ya cuando al fin la vio venir hacia él. Corrió hacia ella y la abrazó.

—¿Estás bien, mia dolce?

Ella se largó a llorar en su hombro, descargando toda la tensión acumulada.

—Tranquila, tranquila. Salgamos de aquí— le acarició él el cabello.

—El coche está en el estacionamiento— indicó ella entre sollozos.

—Bene, andiamo.

Los dos caminaron abrazados hasta el automóvil. Ella abrió la puerta del conductor, pero él la detuvo de un brazo:

—No estás en condiciones de conducir, déjame a mí.

Ella asintió y le entregó las llaves, dando la vuelta y metiéndose al coche del lado del acompañante.

—¿A dónde vamos?— preguntó Luigi al salir a la calle.

—No lo sé, no lo sé— sollozó ella.

Luigi solo condujo hacia el oeste, tomando por calles poco transitadas hasta que salió a la ruta. El salir de la ciudad pareció calmar a Juliana, pero aun no estaba lista para hablar del encuentro con su padre. Luigi no la presionó. Decidió en cambio, contarle sobre los hallazgos con Silverman:

—Silverman me mostró un dibujo del medallón. Es exactamente como Lug lo describió. Lo encontramos, Juliana. El símbolo está relacionado con algo llamado la Hermandad del…

—Sello— terminó ella la frase de él, mientras se secaba las lágrimas.

—¿Cómo lo sabes?

—Mi padre pertenece a esa Hermandad. Vino a verme para advertirme que están tras nosotros.

—¿Por qué el repentino ataque de conciencia?— preguntó Luigi, disgustado.

—No lo sé. Dice que descubrió que su lealtad está con su familia.

Luigi lanzó una carcajada sarcástica:

—¡Figlio di puttana!

—Dice que nos han tenido vigilados desde hace tiempo y que la orden para nuestra captura vino de la cúspide de la Hermandad, algo llamado el Círculo de Praga.

—¡Praga! ¡Oh, no me digas que Liam está metido en esto!

—Hasta el cuello— le respondió Juliana—. Mi padre me mostró los micrófonos que puso en nuestra casa.

—¿Tú le crees?

—Ya no sé qué más creer ni en quién confiar, Luigi.

—¿Qué más te dijo ese maldito bastardo?

—Piensa que nos buscan porque tenemos algo que ellos quieren, tal vez el sello…

—Pero si nos han tenido tan vigilados, saben bien que no lo tenemos— reflexionó Luigi.

—Tal vez nos estamos acercando mucho a él, y eso los pone nerviosos.

—Juli, estamos a años luz de saber dónde se encuentra. Silverman solo pudo decirme que se relacionaba con la Hermandad, él no sabe más.

—No, Luigi, mi padre me contó una historia que él considera fantástica, pero que me dio el paradero exacto del sello. Dice que el Sello fue traído a este mundo por los Antiguos y que un elegido fue marcado con él. El Sello y el Marcado fueron puestos bajo la custodia de una hermandad desconocida…

—¿Los hermanos del Divino Orden? ¿El Sello está en el complejo?

—Creo que sí.

—Tiene sentido…— murmuró Luigi para sí—. Silverman dice que la Hermandad ha buscado el Sello por muchos años. Ellos saben que lo tiene un grupo religioso, pero la enorme cantidad de sectas, organizaciones secretas y pseudo-espirituales que se multiplicaron con la Nueva Era en el último siglo han hecho muy difícil la búsqueda. Para agilizar las cosas, la Hermandad del Sello se ha ido infiltrando y adueñando de cuanta organización se ha encontrado en el camino. Sus filas incluyen a gente muy poderosa. ¿Dedujo tu padre que habías descubierto el paradero del Sello?




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