El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

SEXTA PARTE: Lug - CAPÍTULO 81

—Esto va a doler, ¿no es así?— preguntó Juliana un tanto temerosa, recostándose en la cama de Nora.

—Sí— confirmó Lyanna—, es por eso que necesito sedarla.

Juliana sacó un frasco con píldoras de su bolsillo:

—Tal vez sea conveniente que me toma algunas de estas— dijo.

—Eso no será necesario— le respondió Lyanna, tomando el frasco y poniéndolo sobre la mesa de noche—. Solo relájese— le indicó, apoyando un dedo en su frente—. Cuando despierte, estará entera otra vez.

—Gracias, Lyanna, no sabes lo mucho que significa esto para mí. Lamento mi comportamiento para contigo, yo…

—Está bien— le dijo ella suavemente—. Ahora, descanse.

Juliana se adormeció y pronto nadó en la inconsciencia, permitiendo a Lyanna trabajar sobre su mano sin distracciones. Restaurar el miembro amputado le tomó unos veinte minutos. Había visto a Rory hacerlo y aplicó el mismo método. Cuando terminó, salió de la habitación con sigilo, dejando a Juliana dormida.

—¿Cómo está?— preguntó Luigi que había estado haciendo guardia junto a la puerta, en el pasillo.

—Bien, está dormida, debe descansar— le respondió Lyanna.

—¿Puedo verla? Prometo no despertarla.

—Claro— le dijo Lyanna.

Luigi entró a la habitación sin hacer ruido. Lyanna los dejó solos y se fue hasta la biblioteca. Allí encontró a Augusto:

—¿Ella está bien?— preguntó por su madre.

—Sí, descansando— confirmó ella

—Gracias por ayudarla, Ly.

—Fue un placer.

—Ven, quiero mostrarte algo— la invitó Augusto con un gesto de la mano.

Lyanna se acercó y se sentó junto a él en un escritorio donde había una especie de rectángulo de vidrio que mostraba imágenes.

—¿Este es otro de esos instrumentos extraños de tu mundo?— preguntó Lyanna.

—Sí, se llama computadora.

—¿Qué función cumple?

—Varias, entre ellas, es una fuente de información. Observa— le dijo, tecleando la palabra “bosque”.

Enseguida, aparecieron en la pantalla millones de páginas con información sobre distintos tipos de bosques. Augusto entró en una de ellas para mostrarle el texto informativo a Lyanna.

—¿Es algo así como una biblioteca?— preguntó Lyanna.

—Algo así. Es acceso a todas las bibliotecas del mundo y a todo lo que cualquier persona en este planeta haya alguna vez pensado y decidido hacer público.

—Entonces, ¿utilizan este instrumento para acceder a la conciencia colectiva del planeta?

—No exactamente, es solo un intento burdo, nada como lo que tú podrías lograr con tu capacidad.

—Aun así, es bastante impresionante— concedió ella.

—Pensamos que Lug fue llevado a Praga. Es un lugar que está a miles de kilómetros de aquí. Aunque en este mundo tenemos medios de transporte muy rápidos, existen ciertos impedimentos para que lleguemos a tiempo a rescatarlo. El problema se subsanaría si tú pudieras teletransportarte allá, tal vez llevando a alguno de nosotros— explicó Augusto.

—Pero para hacer algo como eso, tendría que conocer el lugar, poder al menos visualizarlo— replicó ella.

—Lo sé. La computadora puede darte eso.

—¿En serio?

—Sí, mira— le dijo Augusto, tecleando “Praga”.

—¿Esos son mapas?— preguntó Lyanna.

—Sí.

—Son increíblemente detallados— admiró ella.

—Y precisos. Pero eso no es todo— dijo él, abriendo una galería de fotografías de Praga.

—¡Increíble!— exclamó Lyanna, asombrada—. Nunca había visto una pintura tan vívida.

—No es una pintura. Se llama fotografía. Mira, como esto— dijo, sacando el teléfono móvil que le había proporcionado Mercuccio en el coche y tomando una fotografía de Lyanna—. Observa— le mostró su rostro en la pantalla.

—Es como mirarme en un espejo— dijo ella, maravillada—. Es como si el espejo hubiera atrapado mi imagen y la hubiera congelado. ¿Cómo funciona exactamente?

—No estoy seguro.

—¿Qué quieres decir con que no estás seguro? ¿Acabas de hacerlo y no sabes lo que hiciste?

—Todos estos instrumentos, toda esta tecnología, como se le llama, son muy complejos, y el cómo de su funcionamiento escapa al entendimiento de la gente común. Solo algunos que tienen un conocimiento muy especializado sobre estos aparatos saben cómo funcionan, el resto de nosotros solo los usamos— explicó Augusto.

—¿Cómo es eso posible? ¿Cómo puedes usar algo sin conocer sus principios? ¿No es eso peligroso?

—En algunos casos, lo es— admitió Augusto—. Pero es así como funcionan las cosas en este mundo, Ly.




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