El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

SÉPTIMA PARTE: Otra vez Liam - CAPÍTULO 110

—¡Vamos, Liam! ¿Por qué no nos cuentas cómo abandonaste a Rory a su suerte cuando tu brillante plan se fue al infierno?— le gritó Julián.

Liam buscó apoyo con la mirada en Ana, pero ella no amonestó a Julián esta vez y asintió, arqueando una ceja, como indicándole que respondiera a la pregunta.

—Estábamos en una de las aldeas vecinas a la de Rory— comenzó Liam con la voz apagada—. Los pobladores ya habían oído hablar de él y sabían que había sanado a muchos niños en otros lugares. Todos reaccionaron positivamente a su presencia. Una de las familias le dio lugar en su propia casa para que atendiera a los enfermos. Pronto empezaron a llegar. Rory trabajó por horas mientras yo organizaba a la gente que esperaba su turno fuera de la vivienda. Todo parecía ir bien, y yo comencé a plantar la idea de reclutar jóvenes que quisieran aprender el arte de la sanación y así colaborar con Rory. Todos escucharon atentamente mis palabras y parecían entusiasmados con la idea. De repente, y de la nada, un grupo de personas armadas con herramientas de hierro, con garrotes y con palas llegó hasta el lugar con intenciones hostiles. Vociferaban acusaciones. Decían que Rory y yo habíamos causado todas las desgracias que habían sufrido en su poblado y que si la gente era tan necia como para acogernos como salvadores, todos estaban condenados. Los pacientes comenzaron a huir. Yo traté de calmarlos, pero la furia de la turba armada estaba fuera de control. Entré en pánico. Ni siquiera se me ocurrió usar mi habilidad para apaciguarlos. Corrí adentro de la casa para avisarle a Rory que teníamos que salir de allí de inmediato, pero no quiso irse sin terminar de sanar al niño en el que estaba trabajando.

—¿Por qué? Tenía entendido que la plaga que le hiciste desatar a Rory era inocua. La vida del niño no corría peligro en realidad. ¿Por qué quiso quedarse Rory?— lo cuestionó Llewelyn.

—Este niño no estaba enfermo por nuestra plaga, lo que tenía era otra cosa. Rory me dijo que si abandonaba al niño, moriría en horas. Le dije que si no huía conmigo lo matarían, pero no le importó. Me dijo que escapara solo, que viniera a buscar ayuda a la escuela—. Liam hizo una pausa, avergonzado—. Y lo hice— dijo con un hilo de voz—. Me asusté, me… solo salí por una puerta trasera y corrí. Corrí sin parar, sin mirar atrás. Cuando llegué aquí, al primero que encontré fue a Gov y se lo dije todo. Le dije lo de la plaga, le dije que Rory estaba en peligro y probablemente también los demás. Y ahí me di cuenta de lo que había hecho… había abandonado a Rory a su suerte. Debí quedarme, defenderlo, incluso morir con él. Debí tomar responsabilidad de mis actos… Por eso intenté escapar de la custodia que la escuela me asignó. Tenía que volver allá, tenía que rescatar a Rory. Todo lo que hice, todo mi plan… no me arrepiento de nada de eso. De lo único que me declaro culpable ante este Concejo es de haberle fallado a Rory, de haberlo dejado morir. Si quieren acusarme de su asesinato, lo acepto, pero todo lo demás lo hice de buena fe, sin engaños, sin manipulaciones, lo juro.  

   Liam calló y se secó las lágrimas que corrían por sus mejillas. Después de un largo silencio, se atrevió a preguntar:

—¿Qué va a pasar conmigo ahora?

Ana abrió la boca para contestar, pero fue interrumpida por la intempestiva entrada de Luca al salón azul. Luca era el jefe de seguridad de la escuela y padre de Julián y Maira.

—Lo tenemos— dijo el recién llegado, dirigiéndose a Lug.

Lug levantó la vista por primera vez en toda la reunión:

—¿Dónde? — preguntó con urgencia.

—En el bosque de balmoral. Está contenido, no puede usar su poder para atacarnos— respondió Luca.

Lug se puso de pie de inmediato y se volvió hacia Ana:

—Será mejor que tengamos un receso— le pidió—. Necesito encargarme de esto personalmente.

—Claro, Lug— asintió Ana.

—Guíame a él— le dijo Lug a Luca.

Luca asintió con el rostro serio, y los dos salieron presurosos del salón.

—¿Qué está pasando? ¿De quién están hablando?— demandó Liam, pero nadie le contestó.

—Julián, por favor lleva a Liam a su habitación. Te avisaré cuando estemos listos para proseguir— indicó Ana.

Julián asintió y tomó a Liam del hombro:

—Vamos.

—Quiero que me expliquen qué está pasando— protestó Liam.

—Vamos, Liam— le repitió Julián, tomándolo de un brazo y forzándolo a ponerse de pie—. No hagas las cosas más difíciles.

Liam aceptó con reticencia y se dejó llevar por Julián a su habitación. Cuando Julián estaba a punto de encerrar a Liam otra vez en su dormitorio, el acusado apoyó una mano en la puerta, deteniéndolo:




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