El Sello de Poder - Libro 5 de la Saga de Lug

SÉPTIMA PARTE: Otra vez Liam - CAPÍTULO 115

Al abrir los ojos, Polansky se encontró en medio de la nieve, con innumerables coníferas a su alrededor. Apenas pudo preguntarse lo que había pasado, pues su atención fue reclamada por las fuertes náuseas de su revuelto estómago. El científico cayó de rodillas y comenzó a vomitar.

—Lo siento— le dijo Augusto, alcanzándole un pañuelo—. Debí advertirle que la primera vez es un poco desestabilizante para el sistema digestivo.

—¿Qué pasó? ¿Dónde estamos?— preguntó Polansky entre arcadas.

—En el extremo norte del lago, cuatrocientos cincuenta kilómetros al norte de Irkoutsk— explicó Augusto—. Estamos al pie del monte Chersky— señaló la montaña nevada—. Mire hacia allá— le indicó con la mano.

Polansky siguió la mano de Augusto y se quedó boquiabierto ante la belleza del lago congelado que se desplegaba ante sus ojos como un enorme espejo blanco.

—¿Cómo…?— tartamudeó, asombrado.

—Teletransportación— respondió Augusto—. Vivirla es más fácil que explicarla.

—Increíble— murmuró Polansky, embelesado. Y luego: —¿Por qué no hace frío aquí? Deberíamos estar congelándonos— cuestionó, desconcertado.

—Lyanna mantiene una temperatura constante de 23,5 grados a su alrededor. Mientras estemos junto a ella, estaremos bien— replicó Augusto.

—¿Por qué exactamente 23,5?— se interesó Polansky.

—Porque así lo quiero— respondió Lyanna—. Es mi temperatura favorita.

—Venga— lo tomó Augusto a Polansky del hombro—. Ya tendrá mucho tiempo para disfrutar de la vista del lago.

—¿A dónde vamos?— preguntó el otro, interesado.

—A nuestra casa. Usted es nuestro invitado de honor— le sonrió Augusto.

—¿Volvemos a Irkoutsk?

—No, nuestra morada está aquí— anunció Lyanna.

—¿Aquí? ¿Dónde?— miró el científico en derredor a los pinos nevados en el gélido paisaje. No había signos de civilización en ninguna dirección, solo nieve, montañas y el lago hecho hielo.

—Aquí mismo— dijo Lyanna, realizando un gesto abarcativo con los brazos.

Polansky experimentó un leve mareo al percibir el brusco cambio de paisaje. De repente, se encontró en una hermosa pradera verde con flores. Ante él, se abría un camino empedrado que conducía a una inmensa casa en la distancia, hecha con rocas y troncos, con grandes ventanales, adornada con todo tipo de plantas.

—¿Nos teletransportamos a otro lugar?— preguntó Polansky.

—No. Estamos en el mismo lugar que hace unos segundos— le explicó Augusto—. Todo esto es obra de Lyanna.

—¿Qué es? ¿Una proyección holográfica?— indagó el científico.

Augusto se agachó, arrancó una flor y se la entregó a Polansky.

—Juzgue por usted mismo— le sugirió.

Polansky estudió la flor, acariciándola con sus dedos, perplejo:

—Es real…— murmuró.

—Sí— le confirmó Augusto—. Este lugar es muy real.

—¿Cómo?

—Lyanna cambió el clima en un sector de unas cinco hectáreas y luego manifestó la casa, junto con la ayuda de unos amigos.

—Pero…

—Todo el lugar está oculto a la percepción general por el momento. Es mejor así. Por eso al principio solo vio el paisaje original de este sector del Baikal.

—¿La nieve? ¿Los pinos? ¿Eso era una proyección ocultando este lugar?— trató de comprender Polansky.

—Algo así— asintió Augusto.

—¿Cómo lo hace?

—Lyanna es especial. ¿Recuerda la hebra de cabello que le di a analizar?

—¿Era de Lyanna?

—Sí. Su poder no se ve afectado por el bloqueo electromagnético de la luna.

—¿Cuál es su poder?

—Lyanna maneja la realidad circundante con la facilidad con la que usted o yo manejaríamos las cosas en nuestra imaginación. Excepto que ella puede materializar sus ideas en el mundo físico sin limitaciones.

—Es impresionante— admitió Polansky.

—Lo más impresionante— comentó Lyanna— es que usted haya descubierto este lugar, Eduardo. Tal como lo dedujo, este paraje no está influenciado por la luna. Eso significa que cualquier ser humano puede alcanzar su total potencial aquí.

—¿Qué tipo de potencial?

—El que quiera— se encogió de hombros ella.

—Lo que Lyanna quiere decir— aclaró Augusto—, es que en este lugar, cualquiera de nosotros puede desarrollar habilidades paranormales sin impedimentos. Incluso podemos llegar a tener el poder que tiene ella misma.

—¿Cualquiera?— entrecerró los ojos Polansky, dudando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.