El Sello: El Despertar del Orden

Capítulo 1: Invasión a Yurei

Año 9.550

Era el fin de una jornada de entrenamiento como cualquier otro día; el sol del atardecer se filtraba bajo los pesados ropajes de Ron, mientras caminaba junto a Markethe de vuelta a Chuugi. Se suponía que sería una tarde fría, pero a las horas cerradas antes de la caída de la noche era habitual que una oleada de calor recorriera los campos.

Ron con sus ojos negros, de mirada profunda y con un aire de decepción, miraba las dagas oscuras y filosas que se habían vuelto parte inseparable del atuendo de Markethe en los últimos años. Ron siempre admiró la gracia y destreza del estilo de pelea de Markethe, y en su infancia siempre estaba detrás de él para que le enseñara como usarlas; quería ser un gran luchador, dominar el arte de la lucha cuerpo a cuerpo y muy en el fondo deseaba ser como su hermano de crianza Markethe.

Sin embargo, sus talentos estaban en otras áreas, y luego de años de arduo entrenamiento y disciplina había llegado a aceptar el hecho de que, si bien nunca podría ser tan bueno como Markethe en el combate cuerpo a cuerpo, en el campo de batalla con sus propios talentos era su igual.

—Deja de mirarlas —dijo Markethe con una sonrisa burlona—. La última vez que te las presté terminaste sangrando como un novato, y tu padre casi me mata con la mirada. ¿Aún tienes esa cicatriz o ya aprendiste a no jugar con dagas?

Markethe se encontraba un par de pasos mas adelante; el comentario tomó a Ron desprevenido y al mirar hacia arriba se dio cuenta que Markethe seguía con la mirada fija al frente.

— No sé de qué estás hablando, no ando mirando nada, ¿y la cicatriz? ¿Qué cicatriz? Yo no tengo ninguna cicatriz — Ron contestó, haciendo su mejor esfuerzo para sonar desinteresado — estaba mirando el cielo.

— Aja... claro — Dijo Markethe aun sin voltear.

Ron no soportaba el tono burlesco de Markethe y menos cuando le recordaba el pasado y lo torpe que podía llegar a ser intentando dominar las técnicas de combate con dagas; podía sentir la sangre abandonando sus puños mientras los apretaba, y si pudiera matar con la mirada Markethe estaría muerto.

— ¿Cómo haces eso, cuando me dirás como lo haces? — Ron dijo finalmente, dándose por vencido — Le he preguntado a Kandros desde hace años como hacen para ver a sus espaldas, como hacen para saber hasta los pensamientos de las personas, pero siempre sonríe y cambia el tema, no los soporto...

Markethe simplemente sonrió y contestó — Ron quédate tranquilo, tu mayor problema muchas veces es desear tener lo de los demás sin darte cuenta de tus dotes; llegará el día que podrás entender todo, simplemente empieza a mirar en tu interior, conócete y conocerás a los demás.

A pesar de ser de una personalidad alegre, chistosa y muchas veces burlona, Markethe siempre daba consejos a Ron y lo trataba como un hermano menor.

Ron se inclinó a tomar una piedra y la lanzó con todas sus fuerzas, esperando que la frustración se fuera con ella; pero la piedra no pasó ni cerca de su objetivo... definitivamente su actitud física no era su fuerte.

La única reacción de Markethe fue respirar profundo y cruzar sus brazos tras su cabeza mientras seguía caminando, solo se encogió de hombros.

Ron no dijo nada, pero su mirada de odio infantil creció en intensidad mientras le sacaba un dedo insultante detrás de sus espaldas, sin decir nada.

Markethe se carcajeo porque sabía que eso le molestaba a Ron — cuando volvamos le diré a tu padre que estabas usando muecas vulgares otra vez — El tono de Markethe seguía siendo burlón — No es bueno hacer eso, mucho menos a las espaldas de alguien.

Ron apretó los puños, resistiendo el impulso de lanzar otra piedra hacia esa cabeza tan irritantemente perfecta. A pesar de todo, quería a Markethe como a un hermano, pero había días en que su arrogancia lo sacaba de quicio. "Ni siquiera se molestaría en esquivarla," pensó, frustrado. Respiró hondo, tratando de ignorar el calor creciente en sus mejillas. No valía la pena perder los estribos por algo tan insignificante... aunque eso solo lo hacía sentir peor.

De repente Markethe se detuvo abruptamente y Ron perdido en su mente casi se tropezó con su espalda.

— ¡Ey! — Dijo Ron.

— Shhh, escucha — Respondió Markethe.

Ron pudo ver en los ojos de color mostaza de su hermano que algo ocurría, le tomó unos segundos, pero al final pudo escuchar a la lejanía sonidos... eran impactos metálicos y alguna especie de conmoción a lo lejos, como los festivales del alba que se celebraban a finales de año en la aldea; pero estos no vendrían por algunos meses más.

— ¿Qué sucede? — Fue todo lo que Ron pudo preguntar, aun confundido por la tensión e intensidad que sentía en el aura de su amigo — ¿Que son esos ruidos?

— Aún no lo sé, pero lo que escucho y percibo me llena de ansiedad, parece una batalla.... y provienen de la aldea — contesto Markethe, y comenzó a avanzar a toda velocidad.

Enseguida Ron siguió a Markethe al pueblo. Cuando estaban llegando, Markethe en su mente piensa lo peor, y sus sentidos establecen una conexión neuronal que le dicen que algo muy malo está sucediendo; al llegar se da cuenta que su sentimiento estaba en lo correcto, estaban invadiendo la aldea, había fuego, soldados bien equipados con armas, muchas de ellas tecnológicas, desalojaban a las personas de sus casas, veían como Madres lloraban por sus hijos. Los aldeanos intentaban defenderse sin poder lograrlo ya que los soldados eran muchos y estaban preparados para el combate.



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En el texto hay: ficcion, epico, evolución

Editado: 02.05.2025

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