Año 9.577 N.E.
—¡UGH! —El sonido ahogado de un golpe con un arma de entrenamiento resonó, seguido de un quejido—. ¡Duele!
—Mmmm... —Se escuchó el gruñido de otro hombre, tratando de aguantar el dolor punzante.
—¿De verdad creen que esto es un juego? —La voz imperativa de Lord Nor cortó el aire. Sus hijos lo miraban desde el suelo del patio de entrenamiento, aún adoloridos—. Alcorth, eres fuerte, pero demasiado directo. No puedes intentar escabullirte así, eres muy pesado y tosco para eso. Y tú, Mizarth, ¿piensas que puedes hacerme daño atacándome de frente? ¿Es que no habéis aprendido nada de estrategia? —Nor los miró con severidad—. ¡De pie! ¡Continuemos! Al enemigo se le confunde, se le desequilibra. ¡Dejen de ser tan predecibles!
Alcorth y Mizarth se incorporaron rápidamente, adoptando de nuevo una postura de combate. En ese momento, Thangort apareció en el borde del patio y, sin decir palabra, tomó también posición de ataque junto a Nor.
—Es hora de que se tomen esto más en serio —dijo Thangort, con su voz grave—. Deberán aprender rápido si quieren enfrentarse solos a lo que les espera. Esta vez, seremos su padre y yo contra ustedes dos.
Alcorth sintió la sangre bombear con fuerza en sus venas, la emoción del desafío recorriéndole. El enfrentamiento contra ambos mentores lo llenaba de entusiasmo y adrenalina. Mizarth, por su parte, se sintió inquieto, pero una extraña calma se asentó sobre él, enfocando sus sentidos.
Sin previo aviso, Alcorth cargó contra ellos con furia y una fuerza sorprendente. Lanzó un potente golpe con su espada de entrenamiento hacia su padre, haciéndolo retroceder un metro a pesar de bloquearlo. Casi simultáneamente, desenvainó su segunda espada corta y lanzó un tajo hacia Thangort, manteniendo la presión sobre Nor.
Ambos hombres mayores quedaron genuinamente impresionados por el despliegue de poder y velocidad de Alcorth. En ese instante de sorpresa, Mizarth se deslizó por detrás de ellos como una sombra. Con precisión, golpeó a Nor en la parte interior de los muslos y, girando sobre sí mismo, impactó a Thangort con el pomo de su daga en el punto medio de la espalda, rompiendo el equilibrio de ambos. Alcorth aprovechó la oportunidad al instante, presionando con toda su fuerza y llevándolos a ambos al suelo.
Al caer Nor y Thangort, los hermanos los apuntaron inmediatamente con sus armas, una mueca de triunfo dibujada en sus rostros juveniles. Nor y Thangort intentaron una barrida coordinada desde el suelo, pero Alcorth tensó las piernas, resistiendo el impacto, mientras Mizarth, anticipándose, levantó una pierna con calma, esquivando el ataque por completo.
—¡Bien hecho! —admitió Thangort, levantándose con un gruñido—. Hicieron exactamente lo que esperaba.
—Entonces... ¿por qué diablos no habían hecho eso antes? —preguntó Lord Nor, sacudiéndose el polvo, más molesto por haber sido superado que por la táctica.
—Solo queríamos probar una estrategia nueva, papá —respondió Mizarth con serenidad.
Los hermanos intercambiaron una mirada de satisfacción. Sabían que este éxito los acercaba al siguiente paso, al viaje a la isla de la que tanto habían oído hablar.
—Bueno, muchachos —dijo Lord Nor, levantándose con algo de dificultad—, es hora de pasar a lo siguiente.
—¡Sí! ¡Dinos dónde queda! ¡Al fin podremos ir! —exclamó Alcorth con entusiasmo.
—En eso te equivocas, Alcorth —intervino Thangort con una media sonrisa, negando con la cabeza—. Todavía les falta aprender una cosa fundamental.
—¿Qué nos enseñarás ahora, papá? —preguntó Mizarth, frunciendo el ceño con curiosidad.
—Es hora de que sepan... robar la energía de su oponente —dijo Thangort, su tono volviéndose serio.
—¿Energía? ¿Cómo es eso? ¿Qué tipo de energía? —Mizarth parecía confundido.
—Habla directo, Thangort, no andes con rodeos —indicó Lord Nor, su rostro adoptando una expresión grave. Suspiró, mirando fijamente a sus hijos—. Lo que vais a aprender es una técnica ancestral conocida como ANIMAURI. Es el arte de manipular la energía vital, lo que algunos llaman el alma. Entended esto: no hablamos solo de herir el cuerpo. Estamos tocando la esencia misma del ser. Es un poder peligroso, y por eso deben aprender a controlarlo primero.
—Os lo explicaré brevemente —continuó Nor—. Hace mucho, los humanos evolucionaron hasta poder manipular su propia energía vital para curarse e incluso curar a otros. Esto planteó un problema en los conflictos: ¿cómo hieres o incapacitas a alguien que puede sanarse rápidamente? La solución fue desarrollar una técnica para extraer o interrumpir esa misma energía esencial: el ANIMAURI. Hubo debates éticos, por supuesto, tocar el alma de otro es... problemático. Pero la necesidad táctica prevaleció. Ustedes deben aprender esta técnica no solo para extraer la energía del oponente, sino para sentirla, entenderla y, si es necesario, usarla.
Mizarth abrió los ojos, tratando de asimilar la enormidad de lo que su padre decía. Alcorth, siempre más atraído por el poder y el combate, estaba boquiabierto, fascinado.
—Padre... —Alcorth tragó saliva—. ¿De verdad se puede... dañar el alma? ¿Qué significa eso exactamente?
—Significa que puedes incapacitar, debilitar o incluso matar sin dejar apenas una marca física, extrayendo la fuerza vital —respondió Nor—. Pero el riesgo de corrupción para el usuario es alto si no se domina. Por eso, comenzaremos por sentir vuestra propia energía. Siéntense. Para extraer la energía, primero deben reconocerla dentro de ustedes mismos.
—Menos palabras, más acción —intervino Thangort con firmeza—. No tenemos tiempo que perder.
Todos se sentaron en posición de meditación. Los hermanos escuchaban atentamente mientras Lord Nor los guiaba. Alcorth sentía una mezcla de ansiedad y excitación. Mizarth, en cambio, estaba visiblemente inquieto, la idea de blandir un poder tan oscuro le causaba un profundo malestar.
Editado: 24.05.2025