_mala suerte_ me dije en voz baja. No me gusta detenerme en las estaciones donde hay gente, por lo general en estas situaciones continuo mi camino hasta el próximo para asegurarme de que estoy solo. Me han repetido muchas veces que es una conducta muy antisocial de mi parte, pero bueno no se me caracteriza por ser muy simpático. De todas formas, no quería detenerme ahí. No lo supe en su momento, pero algo en esa mujer no me agradaba. Cuando pase por su lado note con el rabillo del ojo que tenía las manos tapándose la cara, aunque por los auriculares no me percate sino hasta que había dejado el sitio atrás. Tal vez estaba llorando por un amor no correspondido, por algún problema. Tal vez se postro en ese lugar para estar sola. Además, su vestimenta no tenia mucho que ver con hacer deportes, es decir ¡quien saldría a correr con un vestido blanco! Aunque hay muchas personas que suben solo para disfrutar del paisaje, sea con la ropa que fuere. Tampoco es de extrañar que muchas chicas suban con vestidos para tomarse fotos con las escaleras o el paisaje de fondo. En fin, no le di más vueltas al asunto y me dispuse a seguir.
Luego de casi 10 minutos andando, note aquella luz naranja de los faros que anunciaba la cercanía del próximo parador. Estaba doblando una curva cerrada. Empecé a trotar un poco mas rápido para llegar a el y sentarme.
Pasé de largo…Creí haberme confundido, _ ¿Qué? _ exclame incrédulo. Nose si fue idea mía, tal vez vi mal. Pero juraría que cuando pase por el paraje, pude notar otra vez a la misma señora en la misma posición con las manos tapándose el rostro. Me detuve un momento para asimilar lo sucedido. Seguía creyendo que había visto mal, seguramente era eso. O tal vez era el echo de que, muy dentro mío, sabía que algo no estaba bien. Quería volverme y verificar si había visto bien, pero algo me decía que no lo hiciera que saliera lo más rápido posible de ahí. Empecé a sentirme muy incómodo.
Continúe la bajada, no sin antes darle muchas vueltas al tema en mi cabeza. Me quite los auriculares para sentirme más cómodo. Sentía que la música me quitaba claridad para pensar. ¿De verdad acabo de ver a la misma persona en dos lugares diferentes? No habría forma de que hubiese bajado sin que yo lo notara, a lo mejor podría haber bajado por entre los arboles que rodean el sendero, pues el camino esta superpuesto, por lo que, al bajar por el costado, lógicamente se llegaría en algún momento al sendero nuevamente. Bueno esa idea es una locura, ah menos que la mujer fuese flash o tuviera algún poder que le permitiese bajar de forma veloz. Eso sumado al inexplicable sentido de permanecer exactamente en el próximo parador sentada de la misma forma con las manos en el rostro en lugar de bajar de una sola vez. ¿Estaría esperándome? Todo esto eran excusas. Sin saberlo, estaba escondiendo en el inconsciente una idea espeluznante, un terror que se avecinaba en tanto más pasaban los minutos y me acercaba a la próxima estación; pero no lo sabia y no lo supe hasta que, al llegar, se puso de manifiesto al verla de nuevo.
“Ahí está, otra vez ¡Dios mío ayúdame!” pensé mientras un escalofrió me recorría la espalda, vertebra por vertebra. El corazón me aceleraba de forma desproporcionada. Estaba otra vez, esa maldita. Mismo vestido, misma posición, mismas manos tapándose el rostro.
Pase a su lado lo más rápido que me permitieron mis temblorosas piernas. El corazón me latía tan fuerte que nose como no sufrí un infarto. Esta vez comprobé, con un terror inenarrable, que efectivamente estaba llorando; pues justo me encontraba sin los audífonos y desearía no habérmelos quitado porque esos sollozos secos y de ultratumba que me recordaron a la voz de una anciana moribunda difícilmente podré olvidar.
¡Correr! ¡correr! ¡correr y solo correr! Es lo único que quería mientras escapaba de la pesadilla a toda velocidad. Bajar ese maldito cerro de una vez por todas y no volver jamás. Ni siquiera me importaba caerme, es más si lo hacía tal vez llegaría más rápido a los cimientos de la colina. Sin embargo, a mitad de la carrera me detuve. Mi cabeza estaba inundada de locura y de un terror que jamás había sentido; pero un momento de claridad que consiguió mi mente, hizo que recapacitara. Me dio unos segundos para pensar en la situación que me encontraba. Ahora no podía evitar pensar en que, si continuara bajando a esta velocidad, ¿qué me aseguraba que esa mujer no me estaría esperando en el descansillo que tengo a continuación? ¿Si apareció en los anteriores 3, que garantía tenía yo de que no estaría allí cuando pasara? Esa idea me aterraba tanto que me detenía constantemente sin saber que carajos hacer.
Empezaron a surgir una catarata de ideas, la mayoría absurda, para tratar de resolver este irreal dilema en el que me encontraba. Incluso se me ocurrió ocultarme y esperar a que amaneciera, eran las 9 de la noche ¿estaría allí casi 12 horas escondido entre los arboles? Eso sin contar que no sabía si aquella figura fantasmal, que parecía el de una mujer, no iría a buscarme al notar que no aparezco otra vez por allí. Estaba atrapado.
Luego de pensarlo detenidamente, decidí respirar profundo, juntar todo el valor que pudiera y continuar el camino. No tenía muchas alternativas de todas formas. Quedarme allí era una locura. ¿Intentar llamar a la policía? Claro y les diría que temo bajar la senda porque acabo de ver a una anciana con un vestido blanco en 3 paradores diferentes. A lo mejor se limitarían a preguntarme si eh consumido drogas o alcohol, eso si antes no se burlaran de mi denuncia. ¿Bajar por los arboles? Era prácticamente como rodar escaleras abajo. La colina a pesar de no ser de una imponente altura es bastante empinada, es uno de los motivos por los cual se creó esta vía de escalinatas con sus 13 etapas para descanso. Además, que, en la parte más alta, la vegetación es menos densa, aunque está plagada de arbustos y plantas, pero no las suficientes para sujetarme.