Creo que debí esforzar de mas a la pequeña rama porque no soporto mi peso y termino quebrándose, haciéndome perder el equilibrio lo que a su vez produjo que mi pie pisara en una roca blanda que no demoró en desprenderse del afluente y terminara por tirarme colina abajo.
Golpes en la cara, golpes y cortes en los brazos producto de los filos de algunas rocas. Un fuerte y duro golpe en uno de mis hombros que me hizo gritar, creo que me los disloco. La mochila que tenia amortiguo los golpes en mi espalda. Termine aterrizando en aquel rellano que había visto antes. Se trataba de un pozo de la colina, no muy profundo, pero lleno de lodo. Sentí un dolor terrible en mi nuca. Luego empecé a ver todo borroso y pausado. Al pasarme unos dedos atrás de la cabeza pude notar algo de sangre.
Ahora, como si de una epifanía se tratase, me encontraba en uno de los paradores. No podía moverme, estaba totalmente petrificado, solo podía limitarme a ver y escuchar. Un llanto familiar me llenaba de pavor, el llanto de esa mujer. La podía ver sentada en frente de mi con las manos en el rostro. El faro tenía un tono naranja rojizo que parecía estar apagándose. No podía hablar, lo intentaba, pero al hacer el movimiento correspondiente mis cuerdas vocales no lograban emitir el sonido. Era como si intentara gritar y todo el tiempo estuviese atragantado por algo. Lentamente la mujer, empezó a levantarse y caminar alrededor mío muy despacio. Todavía con las manos en el rostro. Mientras daba vueltas, guie mis parpados hacia arriba, note extrañamente un cielo totalmente negro sin luna, sin estrellas ni nubes. Al bajar la mirada, vi a la mujer en frente mío, se acercaba lentamente mientras poco a poco iba retirando sus manos de la cara. El horror en frente mío se volvía mas turbio al ver en aquella mujer mi propio rostro aturdido. Mi cara muerta y putrefacta mirándome con miedo, que expulsaba un liquido negro de la boca. Al mismo tiempo sentía un asqueroso sabor a barro en la mía. Empezaba a ahogarme, cada vez más y más. En un momento toda fuente de respiración desapareció. Me quede así hasta que empecé a caer de espalda. Lo veía todo en cámara lenta, mi caída, dos figuras extrañas que se ponían a mi costado y el faro apagándose poco a poco. Al aterrizar, caí en una especie de velo negro que termino por inundar mi visión y después solo oscuridad seguido del gemido de un bebe.
Abrí los ojos, justo a tiempo para sacar el rostro del barro y poder respirar nuevamente, al tiempo que escupía todo el lodo que había ingerido por la nariz y la boca. No se cuánto tiempo estuve inconsciente, pero me enderecé poco a poco. Seguía aturdido por el golpe en la cabeza. Trataba de recordar donde estaba, que había visto y que demonios me había pasado.
Mientras intentaba quitarme el sabor a barro de la lengua. Recordé que tenia en mi mochila una botella de agua. Al intentar levantar los brazos, mi hombro derecho me astillo los huesos. El dolor que sentí fue tremendo. Me tantee la zona que me dolía y podía notar claramente un hueco entre las articulaciones en las que se supone debería ir la cabeza del humero unido a la articulación. Solo me limite a buscar la botella con la mirada. Fue inútil.
Me quede un rato sentado, mientras todavía revoloteaba en mi mente aquel sueño que había tenido. Uno por uno los recuerdos fueron aflorando en mi mente. El miedo volvió, la tensión se acercaba cada vez más. Y no fue hasta que escuche aquel gemido que recupere la memoria. Mire hacia todos lados buscando el origen del sonido. Se hacía más auditivo
_ ¿quién es? _ preguntaba con ingenuidad como si aquello fuera a responderme. Estaba mas claro, era el sonido de un niño muy pequeño, prácticamente un bebe, suspirando. Me tape los oídos. Creí que me volvería loco cundo me di cuenta de que algo debajo mío se estaba moviendo. Un bulto extraño no muy grande, hacía unos movimientos debajo de mi muslo. _ ¡el barro está moviéndose! _ afirmé. Entonces lo sentí. Detrás de mi rodilla izquierda unos dedos pequeños y fríos me acariciaban. Pegue un salto, que hizo que moviera torpemente el brazo derecho produciendo otro terrible dolor en mi hombro lesionado. Aterrice con las rodillas hacia el costado. Dirigí la mirada hacia aquel bulto que trataba de salir del charco aguado. Al mirar más de cerca note, horrorizado, lo que era. Solo pude grita al ver aquel bebe demacrado y arrugado con los ojos totalmente sellados como el de la mujer que había visto, gritaba con un sonido tan agudo que al escucharlo me destrozo los tímpanos. Sali corriendo de ahí.
_ ¡cuando se terminara esto! _ exclamé desesperado mientras me disponía a bajar como sea aquel empinado arroyo. El rellano caía nuevamente en el afluente, tendría que arreglármelas para bajar con una sola mano, pues, aunque lo intente el hombro se resistía a volver a su lugar. Al tratar de bajar, me detuve en seco cuando vi a aquella anciana. Como si la situación no pudiera ponerse peor, ahora estaba ella abajo esperándome. Empecé a llorar, no de terror, sino de fastidio. ¿Cuánto más tendría que hacer para salir de allí? ¿Qué más quieren de mi carajo? ¡Estoy cansado estoy harto, si quiere atraparme que lo haga de una puta vez! _ ¿qué queres de mí? _ Le grite intentado que captara mi enojo. Doblo el cuello de forma imposible para cualquier humano y emitió un nuevo sonido monstruoso. Una especie de quejido que solo podría ser el producto de una bestia del infierno. Empezó a subir a rastras, mientras sus llantos se volvían más audibles. “no me atraparas” pensé, “si quieres alcanzarme, tendrás que sufrir lo que e sufrido yo”. Agarré mi mochila, me la colgué en el hombro que tenía sano, e introduje mi otro brazo en ella atándola a modo de férula. Dirigí mi mirada hacia la derecha. Podía ver que los arboles eran mas grandes de ese lado y la vegetación no era tan espesa. No lo dude y torcí mi camino hacia allí como pude. En esta parte la inclinación parecía aminorar. Por lo que me resultaba un poco más fácil sostenerme. Aunque, el peligro constante de caer era mayor, pues al no haber tantos arbustos como mas arriba, si caía solo un par de arboles enormes y separados podrían detenerme. Eso sumado a la dificultad de que solo podía manejar un brazo. Al continuar bajando pude ver a la anciana dirigiéndose al rellano. No me di cuenta en que momento, pero él bebe había parado de llorar.