El Sendero de las Artimañas

CAPÍTULO 10 — Luz de Luna

Tuvimos la tarde del miércoles; la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, en un aula del cuarto piso, y la profesora String se encargó de esta asignatura este curso. Ella alzaba la barbilla, y hoy llevaba una actitud severa que se percibía hasta en su ropa; esta estaba tensa de los pliegues de los hombros a las mangas de su camisa blanca y abullonada.

—Deben manifestar su calor corporal —dijo, caminando por los extremos del aula circular—, un truco para que este hechizo funcione, pueden imaginar que una persona que aman los arropa entre sus brazos… —Todos los del quinto curso estábamos allí, en pie y escuchando. La profesora se detuvo a nuestras espaldas, y de espaldas a todos añadió—: Profesor de apoyo, ¿sería tan amable de dar una demostración?

—Creo que no puedo negarme —dijo el profesor de apoyo.

—¡Perfecto! Colóquese en medio del aula, por favor. —Se volvió al curso y ordenó—: ¡Ustedes, rodeen al profesor lo más que puedan atreverse!

Formamos un circulo; el profesor se paró en medio; encorvó el cuerpo y dejó caer los brazos: con dos dedos sostenía la varita blanca.

—Cuando usted ordene, profesora —dijo seriamente.

—¡Un segundo! —La profesora String se movió entre los estudiantes, apoyó una mano en la cabeza de un chico de Gryffindor; la inclinó a un lado—. ¡Abran bien los ojos! Esa es la postura que tienen que usar para este hechizo. Ahora, ¡proceda, profesor!

LeuchBombe —musitó el profesor Hook, con desgana… Su cabello se tornó gris, luego blanco, y un aura brillosa se derramó con velocidad por todo su cuerpo; y en un instante: estalló. La presión de magia nos atravesó el cuerpo como el susurro de una voz conocida de quien no has visto en mucho tiempo. La sonrisa de mi madre se dibujó frente a mis ojos por unos segundos. Ella dijo «no debes temer».

—Ese fue un calor hermoso —dijo un muchacho al otro lado.

—Pude ver a mi abuela horneando mi pastel favorito —dijo una de las chicas—, ¡sentí su sabor a manzana acaramelada en el paladar!

—Sí… Así debería apreciarse —dijo la profesora String, frunció el ceño y esquivó a los estudiantes que tenía por delante. Miró a Hook por encima de los lentes, y resopló—: Fue una gran demostración… ¿Puedo preguntar en quién pensó, profesor?

—No es de su interés… —respondió Hook con desdén, y peinó su cabello hacia atrás.

—¡Sí, lo es! ¡Dígame!

—En una vieja compañera que tuve cuando era un niño… —dijo con seriedad—, era una estudiante muy estúpida.

¡¿Muy?! ¡Cómo se atreve a decir algo así!

—¿Quién es esa persona? —La profesora caminaba firme hacia él, con sus hombros atrás.

—Esto no es ético… ¡Debería continuar la clase!

—¿Será esa nueva profesora que llegará un trimestre tarde? —String aguzó los lentes—. Dicen que era amiga suya cuando estudiaba aquí…

—No hablaba de ella, y, por favor —susurró Hook—, no delante de los estudiantes… —Las mejillas del profesor Hook se enrojecieron. Dio medio giro y se alejó. String chistó sacudiendo la cabeza a un lado. Respiró profundo.

—Este hechizo hará daño a cualquier criatura oscura, y detendrá ciertos maleficios o ataques de magia negra que se encuentren en el campo cercano a ustedes. Los protegerá —explicó, cerró los ojos, cruzo los brazos y preguntó—: ¿Quién quiere intentarlo?

—¿Estás segura de lo que has hecho, Arwen? —susurró Morgana en mi oído.

—¿De qué estás hablando?

—¿Qué va a ser? De tu compañera de cuarto… —dijo alzando la voz.

—¡Qué tal tú, Faure! —dijo la profesora, volviéndose a nosotras.

—¡Arwen dijo que quería intentarlo! —soltó Morgana de un brinco.

—¡Oye! —dije sujetándole una oreja—. ¡Yo no dije eso!

Alguien alzaba la mano en la amplía aula. String se acercó e inclinándose pregunto:

—¿No quieres intentarlo, Bellmont?

—No soy buena en magia blanca, profesora…

—Es una pena porque en algún momento la necesitarás. —La profesora no apartaba la mirada del profesor Hook—. ¿Alguien quiere intentarlo?

—¡Yo! —dijo una muchacha sonriente. Su cabello era largo; fino y negro, tan delicado y bien cuidado como su piel dorada.

—Bien, Slam, ve al centro.

—¿Quién es ella? —susurré apoyando la cabeza en el hombro de Morgana.

—¿No la reconoces? —dijo agarrándose la rojiza oreja—. Es Robin Slam. La derrotaste en la segunda fase del torneo anterior.

No la recuerdo… Su sonrisa mostraba los dientes; la muchacha se encorvó y antes de musitar el hechizo, lanzó una mirada en nuestra dirección. Morgana se sonrojó, y luego el cuerpo de la estudiante se iluminó: un destello blanco me empujó un paso atrás alejándome de Morgana.

—¡¿A la primera?! —gritaron.

—Bien hecho, Slam —dijo Hook, aplaudiendo con una sonrisa.

—Aún le falta, pero saldrá mejor con practica —apresuró String, contradiciendo al profesor de apoyo.




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