El Sendero de las Artimañas

CAPÍTULO 29 — Armelia Wenya

Era una mañana soleada y la estación de King’ Cross se encontraba con familias de magos caminando por doquier, tiraban de pesados baúles con rueditas.

—Debemos atravesar aquella pared —dijo tía Bertrand; se inclinó y susurró—: Primero tú, ¡hazlo con confianza! —Un instante después de atravesar la barrera como si fuera un espejismo, miró su reloj de pulsera. Faltaba un cuarto de hora para las once. Tía Bertrand arrastraba la cola de un vestido color azabache cubierto de plumas. Bajo un brazo traía enrollado un periódico del Letargo Oscuro de ese mismo día. En la primera plana por debajo del nombre del humilde diario «1 de septiembre 1936», más abajo decía:

 

¡INSÓLITO! GUARDIA DE AZKABAN HA HABLADO

 

El empleado que decidió permanecer en el anonimato declaró que una mujer escapó de la reconocida prisión de Azkaban: «Ella robó mi varita e intentó quitarme la vida… No lo logró, por suerte, y luego… Luego hizo un gran hoyo en la pared».

El ministro asegura que el hombre miente y que busca una pronta jubilación. El reconocido ministro también afirmó: «Aún le quedan dos años de servicio».

 

—Espero que no te moleste, que haya sido yo quien te acompañe en un día tan importante —dijo tía Bertrand.

—Tío Remi dijo que aún le buscan.

—Son ideas suyas —apresuró, acomodándose el cabello corto bajo el bombín; el sombrero hongo de ala pequeña y abarquillada le quedaba precioso, o eso le suspiró un hombre cerca de los suburbios aquella mañana—. Creo que él sufre demencia por los traumas que acontecen los cuarenta, y eso que aún le faltan unos cuantos años… Yo solo soy dos años mayor, pero le envidio.

—¡No debería preocuparse por pequeñeces, tía Bertrand!

—Esa es mi muletilla, querida, algún día te la legaré.

—¡Mira allí, tía Bertrand! —Un cartel fijado a un tablón de anuncios advertía:

 

¿HAS VISTO A ESTE MAGO?

REMI BELLMONT

Traficante de alcohol y conspirador.

Gran recompensa por su cabeza

 

—Quien lo retrató está equivocado —suspiró tía Bertrand y soltó—: Tu tío no es muy bien parecido que digamos…

—Él tenía razón, ¡aún le buscan!

—Es culpa suya. Si hubiera seguido mi consejo, él estaría aquí con nosotras. —Tía Bertrand observó a las parejas, inclinando el sombrero rasante a sus cejas perfiladas—. Pareceríamos una familia genuina.

—Me gustaría verte de la mano con tío Remi.

—No más que yo, querida. Créeme, te lo aseguro.

—Pero tienes esposo, tía.

—Lo sé, querida… Lo sé.

—Mi madre me dijo que tú y tío Remi debieron estar juntos. ¡Su llama se lo hacía saber!

—¿Sabes? Me habría gustado que mi tan querida prima me lo dijese en el momento preciso.

—No le correspondía interferir, eso dijo.

—Cuando no aprovechas el tiempo, querida. Cuando no creas el momento… puedes perder tu oportunidad —dijo y sacó pecho—, pero, por otro lado, tampoco es bueno forzar las cosas. El agua sigue su curso, las emociones fluyen como un río. No puedes detenerlas, mucho menos obligarlas a acelerar el paso. O eso es lo que me he dicho todo este tiempo… —La locomotora exhalando vapor; rugió un bocinazo ¡chk-chk-chk!, y tía Bertrand añadió—: Si tan solo hubiese sacrificado un poco del tiempo invertido en lo que me apasionaba quizás, solo quizás, todo sería diferente. Es imposible saberlo.

El guardia del andén hizo sonar el silbato alzando una mano enguantada, dejó ver una sonrisa de hombre amable y exclamó: «¡solo cinco minutos para que el expreso de Hogwarts comience su marcha!».

—Ya es hora.

Todos los hombres se detenían a ver a tía Bertrand. Poseía una figura candente, capaz de arrebatar a los más intachables.

—Mamá tenía mucha razón con lo de tu poder, tía Bertrand.

—Tu madre también lo tenía. Justo aquí. —La mujer gallarda tocó la frente del rostro risueño de la muchacha movediza—. Su mente era muy atractiva, atraía a las mazas. Era envidiable.

—Ella siempre dijo que tú eras la más hermosa, tía Bertrand.

—Tengo lo mío, por supuesto, querida.

El busto de tía Bertrand era formidable.

—¡Quiero ser como tú cuando sea grande, tía!

—Deberías prescindir de eso y hacer fuerte tu mente. Es lo más importante, por favor, nunca lo olvides. —Tía Bertrand se arrodilló, quitándose el guante derecho color negro como sus uñas pintadas; llevó esa mano al rostro de la niña y le dijo—: Ya es hora. Recuerda que el primer trimestre son tres meses… Son muchos días, y dormirás allí. ¿Entendido?

—¡Sí!

—He firmado un permiso para que pases las vacaciones de invierno en Hogwarts, el papel está en la mochila, pero si deseas pasar las vacaciones con Remi, debes enviarme una carta con anticipación. —Sonrió—. Feadry, el búho de Remi, llegará al colegio en unos días y se quedará viviendo allí temporalmente. Será nuestro medio de comunicación. —La niña asentía en todo lo que tía Bertrand hacía hincapié, sin cuestionarse nada—. Y de ninguna manera te atrevas a golpear a los niños que te traten mal donde aconsejó Remi.




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