El Señor de los Ladrillos

Capítulo IV "El Burro Pisteador"

En muchos libros, historias y películas siempre existe una posada donde el protagonista puede ir a refugiarse, descansar, beber un trago y de paso, checas tu e-mail.

 

También en muchas de esas ocasiones, o mas bien digamos, casi inevitablemente, el protagonista termina agarrándose a madrazos con un gigantón barbudo. Por lo general esto lleva a una gresca de proporciones hípicas (sí, del tamaño de un caballo), en la cual el Protagonista no sufre ningún rasguño, pero el bar o posada termina hecho añicos.

 

Si yo fuera una empresa de seguros, no le ofrecería jamás una póliza a un bar.

 

Bueno, pero este no era el caso. Primero que nada, yo no soy una compañía de seguros, y nunca he tenido nada que ver con ellas, y definitivamente nunca lo volveré a hacer… A pesar de lo que algunas personas malintencionadas gustan de comentar. Y por otro lado, la posada del "Burro Pisteador" se caracterizaba especialmente porque ninguno de sus parroquianos jamás levantaba una mano contra otro. Esto, porque la mayoría de los clientes solían encontrarse tan ebrios que difícilmente podrían haber levantado alguna parte de su cuerpo contra alguien mas.

 

El lugar en sí era propiedad de un hombre llamado Trigalillo Hipercolesterolémico, un hombre gordo y muy activo, cuya principal labor era barrer restos de contenido gástrico depositados de manera mas o menos artística por sus clientes en el piso del local.

 

Así que el olor que existía en el Burro Pisteador era una rara fragancia, fruto de la noble cruza entre alcohol, frituras, vómito, excusados tapados y clientes que no se bañaban desde que aprendieron a caminar por su cuenta.

 

Un par de buitres que entraron por equivocación en una oportunidad salieron “volando” por el asco. Incluso las moscas rehusaban entrar, si es que no se encontraban bien ocultas dentro de algún cliente.

 

- Bien, aquí estamos. - Dijo Flojo. (Lo cual era una aseveración bastante idiota, porque era obvio que estaban ahí, ya que por lo general nadie en sus cabales dice "allí estamos", a menos que esté realizando un viaje astral o cualquier actividad que implique separar la cabeza del cuerpo ó bien alterar el sano juicio mediante sustancias ilegales. Así que, ¿podemos considerar esta frase como inexistente?... ¿¡Por favor !? :P)

 

- La posada del Burro Pisteador -respondió Pippin mientras espantaba las moscas que intentaban introducirse en cualquier orificio disponible de su persona - ¿ Qué se supone que haremos aquí ?

 

- Encontrarnos con Gandulfo... Dijo que nos vería acá debido a que tenía asuntos importantes que hacer en otros lados.

 

[Hacemos un salto de imagen rápido para mostrar a Gandulfo ebrio, drogado, semi-vestido en la casa de Flojo, en Barril Cerrado, sin mostrar intención de ir a la posada en Brea]

 

Mientras tanto, uno de los clientes contemplaba fijamente a los rabitts. Su aspecto sugería que era el único que no estaba ebrio de los allí presentes. Permanecía absolutamente quieto, y sólo movía los ojos a la manera de los camaleones (cada uno en su propio sentido y dirección… y saliendo ligeramente de sus órbitas). Fijaba su atención en Flojo, y sobre todo, en el bolso de cuero cuadrado que este llevaba al cuello.

 

Flojo se acercó al mesón y se dirigió a Trigalillo Hipercolesterolémico.

- Eh, caballero... ehm, disculpe, pero yo y mis amigos necesitamos hospedaje...

Trigalillo miro a Flojo de arriba a abajo. Luego lo volvió a mirar en dirección inversa. Posteriormente lo miró de lado a lado, luego en diagonal, y por último en espiral en el sentido de las manecillas del reloj. Flojo comenzó a marearse.

- ¿ Son ustedes.... rabbits ? - preguntó Trigalillo.

- No, somos Enanos y andamos de incógnito - respondió Flojo, algo molesto.

 

Trigalillo lo miró pensativo un par de segundos, considerando la posibilidad de que en realidad fueran Enanos, pero luego desechó la idea. No llevaban barbas, ni lámparas, ni picos y palas, y ninguno de ellos entonaba el "hai-ho, hai-ho, vamos a trabajar" y el silbidito… tan típico y característico.

- No hay necesidad de ser agresivos - replicó Trigalillo - sabía que iban a venir, puesto que Gandulfo me envió un mensaje.




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