El Séptimo Príncipe
MichiBlack
primer libro
CAPÍTULO DOS.
<<En Sombralia,la magia es una fuerza omnipresente y peligrosa.Los hechiceros y brujos que residen en ese lugar han dominado el arte de manipular las sombras y canalizar la energía oscura para sus propios fines.Utilizan conjuros y rituales macabros para desencadenar poderosos hechizos y maldiciones sobre aquellos que se atreven a desafiarlos>>
En el interior del bosque,una joven estaba siendo perseguida por un grupo de hombres que la tenían secuestrada,su vestido que antes era blanco ahora es rojo por la sangre que salía sin parar de su abdomen.Las risas se escuchan en aquel silencioso bosque,y los gritos de horror que daba la joven lo acompañaba.
Su cuerpo cada vez se debilitaba por la falta de sangre en su cuerpo,pero se negaba a ceder a su cansancio porque si paraba sería atrapada de nuevo por ellos.
“¡Vamos muñequita,si corres te lastimas tus lindos pies!”gritó uno de los secuestradores con burla “no me culpes cuando te tenga de nuevo linda”
“¡Prefiero morir antes de dejar que me vuelvan a tocar!”
La joven tropezó con una raíz sobresaliente, cayendo al suelo con un gemido de dolor. Se giró rápidamente, apoyándose en sus manos ensangrentadas, y vio a los secuestradores acercándose con lentitud, disfrutando de su desesperación.
A pesar del dolor y la debilidad, se obligó a levantarse de nuevo. El miedo la impulsaba, cada paso era una lucha contra la extenuación. Podía oír las risas y las burlas de sus perseguidores cada vez más cerca.
Corrió a ciegas, sin prestar atención al terreno traicionero bajo sus pies. La vegetación se volvía más densa, las ramas y espinas arañaban su piel, pero ella no se detuvo. De repente, el suelo desapareció bajo sus pies. Con un grito de sorpresa, se precipitó al vacío.
Elara cayó a través de una cortina de hojas y ramas, golpeando rocas y raíces en su descenso. Finalmente, su caída terminó con un chapuzón helado cuando su cuerpo chocó contra la superficie de un río. La corriente la arrastró rápidamente, envolviéndola en un remolino de agua y espuma. Luchó por mantener la cabeza fuera del agua, pero sus fuerzas se estaban agotando.
Elara trató de aferrarse a algo, cualquier cosa que pudiera detener su arrastre, pero la corriente era implacable. Finalmente, el río la arrojó contra una roca grande en medio del cauce, y ella se agarró desesperadamente, jadeando por aire.
Mientras recuperaba el aliento, miró alrededor, tratando de orientarse. El bosque parecía más oscuro y denso a lo largo del río, y no podía ver a sus perseguidores. Por un momento, pensó que había logrado escapar, pero sabía que no podía quedarse allí.
Reuniendo todas sus fuerzas, comenzó a arrastrarse hacia la orilla. Cada movimiento era doloroso, pero la determinación de sobrevivir la impulsaba. Cuando finalmente llegó a tierra firme, se dejó caer sobre el suelo, exhausta y temblando de frío.
Elara cerró los ojos, sintiendo la tranquilidad momentánea del lugar. Sabía que debía seguir adelante, encontrar ayuda y un lugar seguro donde poder curar sus heridas. Pero por ahora, solo podía concentrarse en respirar y mantenerse consciente.
EL SÉPTIMO PRÍNCIPE
La noche calló y la oscuridad envolvió al bosque.Elara desorientada,se levantó apenas despertó encontrándose sola,malherida y hambrienta.
Elara con dificultad empezó a caminar con pasos lentos pero firmes,no tenía un lugar a cual llegar,pero mantenía la esperanza de que encontraría un refugio para poder atenderse y probar un bocado de comida.
En su mente aún tenía los recuerdos de cuando la secuestraron.Para ella ese suceso fue algo traumante,en su mente aun podía escuchar los lamentos de las demás personas con las que compartía almacén.
Fue una pesadilla lo que Elara pasó ahí.
Se alegraba de que logró escapar con vida.
“¡Ayuda! ¡¿hay alguien por aquí?!”gritó con fuerza caminando en círculos“¡por favor ayudenme!”
El eco de su voz resonó en el bosque, pero solo recibió el silencio como respuesta. Elara siguió caminando, a veces tropezando con raíces y piedras ocultas en la oscuridad. Su cuerpo dolía con cada paso, pero no podía permitirse descansar. Cada vez que cerraba los ojos, veía las caras de sus captores, sentía sus manos sobre ella, y el terror la empujaba a seguir adelante.
Elara siguió avanzando, a pesar del agotamiento y el dolor que la debilitaban. El aire nocturno era frío, y su respiración era un eco constante en la quietud del bosque. Las estrellas brillaban débilmente entre las copas de los árboles, como si quisieran guiarla, pero no había señales de vida a su alrededor.
El suelo bajo sus pies comenzó a cambiar. La tierra húmeda y las raíces enredadas dieron paso a un terreno más firme, cubierto por extrañas piedras lisas que reflejaban la luz de la luna. Con cada paso, la sensación de desorientación aumentaba, como si hubiera cruzado un umbral invisible.
De repente, entre la neblina y la oscuridad, unas luces brillantes comenzaron a aparecer en la distancia. Eran destellos de colores que se movían en patrones extraños, como si el aire mismo estuviera cargado de energía. A medida que se acercaba, pudo distinguir estructuras altas, torres brillantes que parecían desafiar las leyes de la naturaleza. Sus formas no eran las de un castillo, ni de una aldea, sino algo completamente distinto a todo lo que Elara había conocido.
La ciudad que se desplegaba ante sus ojos era algo sacado de un sueño o quizás de una pesadilla. Los edificios parecían formados de cristal y metal, elevándose hacia el cielo en ángulos imposibles. Había puentes flotantes que conectaban las torres, y a su alrededor, unos carruajes sin caballos se deslizaban silenciosamente por caminos iluminados que serpenteaban entre las construcciones. Todo tenía un resplandor irreal, una mezcla de tecnología y magia que confundía a Elara.