El Ser Mitológico

SEGUNDA ESCENA

Al lado del chico cuasi-mono aparecieron: un chico con ropaje oscuro y unas botas oscuras, una chica con un espléndido cabello corto rizado, y otra chica con cabello cobrizo ondulado largo. Los chicos que aparecieron empezaron a evacuar a todas las personas del centro comercial, pero estas hacían caso omiso del llamado de emergencia; así que los jóvenes sacaron armas punzantes y toda la gente empezó a evacuar de manera inmediata.

Sin importar lo rápido que la gente evacuara ya era demasiado tarde. La Actividad Tulpa había empezado. La tierra comenzó a sucumbir y agrietarse, de donde salían grandes pétalos coloridos cerrados. Apenas los pétalos empezaron a entreabrirse, liberaron un gas venenoso, corrosivo e inflamable. Algunas personas, las que no salieron del centro comercial, alcanzaron a morir.

Agnis estaba un poco atónito ante la situación y por no mencionar que el gas verdoso ese ya estaba por alcanzarlo. A su lado se acercaron los chicos nuevos y el chico con ropaje oscuro conjuró: «Conjuración material: esfera rotativa de viento» mientras con una seña corporal colocaba sus manos, bien extendidas, hacia el exterior de su propio cuerpo. Alrededor de todos ellos se empezó a situar una esfera de viento en rotación sin base alguna.

—Soy Sebastián y soy fisicalista, un ser natural —dijo el chico mono castaño con el que había chocado.

—Emma y soy un ser sobrenatural —dijo la chica del cabello cobrizo.

—Yo, Katie; y soy una encantadora de los seres esenciales —dijo la chica con cabello corto y con un matiz tímido, pero a la vez casi gritando.

Agnis estaba un poco asombrado ante la eficiente solución a dicho problema, se quedó viendo al chico con ropaje oscuro que no se inmutó a presentarse. Sebastián percibió la mirada fija de Agnis en Ethan y añadió:

—Él es Ethan, es un conjurador de los seres esenciales —Aparentemente Ethan siguió aun así sin inmutarse en decir algo al respecto, tratando de ignorar en lo posible a Agnis.

—Ah, por cierto —añadió Agnis al silencio incómodo—, yo soy Agnis.

Todos voltearon a verlo, hasta Ethan, esperando a que dijera a qué especie pertenecía. Sin embargo, Agnis, olvidadizo como siempre, había olvidado por completo decirles.

—¿Qué eres? —dijo Emma un poco irritada.

—Ah —hizo una pausa como si se esforzara por recordar—, no lo sé.

Todos guardaron silencio, nadie dijo una sola palabra. La mayor parte de los objetos e infraestructura del centro comercial estaban derretidos y había personas por doquier desfiguradas por el gas venenoso ese: era una escena lastimosa. Una vez el gas se hubiese desvanecido, así también lo hizo la esfera de viento en rotación.

—Son elementales de fuego —gritó Katie a los demás. Se podía observar que los pétalos abiertos empezaban a arder para, luego, convertirse en lo que vendría a ser elementales de fuego.

—No… aún siguen siendo tulpas —avisó y corrigió Sebastián.

Los elementales son seres sobrenaturales que, por defecto, están compuestos y, adicionalmente, dominan un elemento en particular. Mientras que, por otro lado, los tulpas son seres sobrenaturales que provienen de la imaginación, de la creencia o, inclusive, del mismo ambiente.

Cuando los elementales de fuego se formaron, arremetieron con una ráfaga de fuego hacia los chicos. Sebastián se adelantó a los demás y pronunció: «Hechicería material: prófuga de agua». En frente de Sebastián se dibujó un círculo mágico y, del centro del círculo, salió un chorro inmenso de agua. Cuando el chorro de agua y la ráfaga de fuego entraron en contacto, se desprendió una gran nube de vapor que allanó el centro comercial Dumont.

Desde las manos derechas de los elementales de fuego se desprendieron lazos ígneos que atraparon las muñecas de los chicos, dejándolos inmóviles. Ethan se relajó, se concentró y dijo: «Conjuración material: abanico de viento» y desde todo su cuerpo comenzó a abrirse en expansión total una ráfaga de viento, que tuvo como consecuencia la extinción de los dichosos elementales de fuego.

Las muñecas de Sebastián y Emma se recuperaron al instante, mientras que las de Agnis, Katie e Ethan quedaron escocidas por el calor ejercido. Sebastián se acercó a Agnis y Katie, y con un pequeño hechizo de recuperación hizo que sus muñecas volvieran a estar, una vez más, intactas. Ethan, independiente, se sanó a sí mismo.

Desde las cenizas de los elementales se alzaron golems, formados por un corazón de lava, un cuerpo de tierra y un caparazón de arena fortificada. Mientras los golems se formaban, Katie trató de preparar su hechizo: «Hechicería espacial: protección esferal». Katie trataba de concentrarse imaginando cada grafía, cada símbolo, cada línea de su propio hechizo que se vería reflejado a través de toda la superficie en la que quería hechizar. Una vez logrado su hechizo, todos pudieron observar cómo se alzaba o aparecía en la superficie un campo impenetrable.

Los golems alzaron sus manos apuntando a los protegidos y se comenzó a liberar una embestida de alfileres rellenos de lava, cubiertos por tierra y envueltos de arena fortificada. Los alfileres chocaban con la protección del campo impenetrable y, consecuentemente, se desvanecían con una tenue explosión, cada vez más, la evaporación y la explosión se acrecentaban.

—Katie, ¿cuál es tu plan? —quiso averiguar Sebastián.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.