El Ser Mitológico

SEGUNDO ACTO

—Me presento —dijo aquel chico con indumentaria descolorida en aquello que aparentaba ser un vasto salón de clases—: me llamo Ethan, soy conjurador de los seres esenciales y, desde ahora en adelante, seré su regulador mágico de la conjuración —puntualizó Ethan mientras, de alguna manera inequívoca, se quitaba su extensa guerrera delineándose toda su parte ventral. Agnis sintió un rubor al ver el pecho de Ethan.

—Este, como ya han conocido —prosiguió Ethan con su discurso regulador—, es el mundo sobrenatural, donde se encuentran las tres regulaciones mágicas —Refiriéndose a institutos de enseñanza mágica—: encantamiento, hechicería y conjuración. Aquellos correspondientes respectivamente a cada ciudad mágica —continuó—: la ciudad encantada, la ciudad hechizada y, donde se encuentran, la ciudad conjurada.

Ethan se sentó sobre su mesa de regulador encontrándose aún de pie, pero inclinado en el punto de asiento. En todo ese instante Ethan jamás quitó la mirada de sus estudiantes, sin mencionar lo poco incómodo que se sentía por la presencia de Agnis. Tal como lo había ordenado el hada, Agnis debía ser regulado en las tres regulaciones mágicas: siendo su primera la conjuración.

—La conjuración es proveniente del mundo supranatural y —se detuvo para intrigar a sus estudiantes—, como consecuencia, solo los seres supranaturales pueden conjurar —Una vez más paralizó su discurso.

—¿Por qué todos los seres esenciales pueden conjurar si no son seres supranaturales? —preguntó Ethan fijándose especialmente en Agnis, este se achicó.

Agnis, trémulo, agachó la cabeza sin dar respuesta alguna.

—Porque… —intentó dar la respuesta Ethan.

—Los seres esenciales —Agnis interrumpió a Ethan— al igual que los seres supranaturales tienen esencia… —Se detuvo para pensar— y la esencia es la que permite conjurar.

Ethan lo estaba observando firmemente y, luego, se acercó a Agnis. «Te pregunté a ti, no a tu trisquel», le susurró Ethan sin que los demás escucharan palabra alguna. Agnis se había dado cuenta que ese recuerdo no era suyo, que le pertenecía a Spot, quien lo acompaña bajo un símbolo hechizado, estando siempre en el cuerpo de Agnis, pues el trisquel mágico puede ser guardado en el cuerpo de su dueño bajo un hechizo.

—Es correcto… —dijo Ethan alejándose de Agnis y dirigiéndose al frente de todos—. La conjuración es en la medida en que la esencia del ser esencial o supranatural lo permite —Ethan guardó silencio por un instante—. Sin embargo —amedrantó Ethan—, dado que la conjuración utiliza la esencia del individuo, conjurar en exceso de la esencia del conjurador puede provocar su propia consumación.

Todos los estudiantes de Ethan por primera vez salivaron y con dificultad pasaron la saliva.

—No es nada preocupante —aseveró Ethan al darse cuenta—.  La esencia es recuperable —De algún modo sirvió de consuelo, al menos para Agnis.

—¿Por qué los seres esenciales pueden utilizar los tres tipos de magia? —interrogó un ser supranatural de la especie hijo de la muerte, que Agnis encontraba un poco perturbador. Agnis podía asemejarlo a la complexión de un ángel o incluso de un demonio, pero también podía intuir que detrás de ese hijo de la muerte había una personalidad categórica inquietante, que se podía ver reflejado simplemente en su hecho plano de hablar.

—El encantamiento produce desgaste sobrenatural —explicó Ethan sin entrar en muchos detalles técnicos—, la hechicería produce desgaste natural y la conjuración produce desgasto supranatural.

Ethan dio un paseo pequeño a sus alrededores observando a sus estudiantes y a la vez pensando en la mejor respuesta posible.

—En esa medida —siguió Ethan sin menos dilación—, solo los seres naturales pueden hechizar, solo los seres sobrenaturales pueden encantar, solo los seres supranaturales pueden conjurar. Sin embargo, solo los seres esenciales pueden hechizar, encantar y conjurar —Ethan notó algunas caras descontentas.

Ethan soltó algunas carcajadas modestas y moderadas.

—No deben preocuparse, porque gracias al principio de interdefinición mágica lo que puede ser hechizado o encantado, también debe poder ser conjurado. De esta manera —expresó Ethan—, si pueden conjurar, pueden llegar a hacer la misma magia que en el encantamiento o en la hechicería. Por supuesto —aclaró Ethan con una sonrisa de galanteo— que de una manera distinta…

Después Ethan esbozó una expresión facial de preocupación, como si se hubiese acordado de algún compromiso. Agnis se preguntaba que estaba o iba a pasar.           

—Para finalizar… —dijo rápidamente Ethan—, ¿alguien sabe cuál es la composición mágica del conjuro?

Un ángel se levantó. Agnis quedó maravillada de los haces de luces que brotaban de él, quizás porque era la primera vez que veía un ángel, aunque no era verdad, porque había visto ángeles en la supuesta Actividad Tulpa, pero jamás se había detenido a detallarlos. «Parece que hasta que uno no se detiene, el tiempo sigue sin detalle alguno», pensó Agnis un poco melancólico.

—Concepto y seña —contestó aquel ángel.

—Exacto… —volvió a decir con rapidez Ethan—, el concepto es lo que nos permite codificar el conjuro: «Conjuración material: muro terroso» y la seña es lo que nos permite descodificar el conjuro, es decir, su salida —hubo una pausa—. Pueden irse.




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