El Ser Mitológico

PRIMERA ESCENA

—Llegas tarde —refunfuñó Sebastián refiriéndose a Ethan, este hizo una mueca de disculpa.

—¿Y Katie? —preguntó Ethan fijándose en Emma.

—No ha querido salir —dijo Emma con una voz lúgubre—, ni siquiera quiere hablar…

—Tenemos que darle su tiempo de duelo —manifestó Sebastián con mucha comprensión de la esperada—. Esta misión solo nos compete, por ahora, a nosotros tres —Tanto Ethan como Emma asintieron.

—Por cierto… —intentó decir Sebastián.

—Agnis está bien —intervino Ethan—, creo que en estos momentos se está dirigiendo a la regulación mágica del encantamiento.

—¿Ya sabe que…? —preguntó Sebastián con un ademan inquieto.

—No —respondió Ethan—, aún no se ha dado cuenta que es un ser esencial —Empezó a reírse.

—Sebastián —llamó Emma—, ¿realmente es él? —Emma dedicó una mirada hacia lo alto, quizá hacia la arrebolada allí presente.

Sebastián quedó viéndola, no por ella, sino por la misma pregunta que él se había estado haciendo, pero que no había sido capaz de articularla, al menos, no hasta que Emma lo había hecho.

—No lo sé —contestó con un poquito de determinación.

—Esta vez es diferente —concluyó Ethan.

Sebastián sintió una punzada latente en su corazón. Emma seguía intacta fijándose en las nubes traslúcidas del espesor colorido de la luz solar.

—Es la primera vez que no nos recuerda —expresó Ethan—, que ya no nos recordó.

—Pareces ser el único no infligido aquí —acusó Sebastián sin dedicarle un vistazo, luego se sentó en una enorme piedra.

Hubo un momento de silencio incómodo entre ellos tres.

—Después de tanto tiempo… ¿Por qué ahora? ¿Por qué así? —expresó Emma dejando de lado la arrebolada y dedicándose a ver toda la superficie arborizada. La élite Macapa se encontraba a las afueras de la ciudad mágica. Fuera de la ciudad mágica se encuentran generalmente los seres sobrenaturales oscuros.

—No importa si es Agnis, Natus Vincere o como quiera que se llame —afirmó con dureza Sebastián incorporándose en sí—, mientras venga a nosotros, lo protegeremos, lo cuidaremos sin importar qué.

—¿Cuál es el asunto? —soslayó Ethan sin desear tocar el tema.

—Las Dificultades —dijo Sebastián— han estado liberando seres sobrenaturales oscuros que han estado afectando no solo el mundo sobrenatural, sino también el natural y supranatural.

—¿Qué estamos persiguiendo? —preguntó Emma con un tono de voz matizado.

—Un genio oscuro —respondió Sebastián.

—¿Cómo lo encontraremos? —cuestionó Ethan—. Está por anochecer —Cuando la luz nocturna cae sobre el mundo sobrenatural, aparecen seres sobrenaturales oscuros más peligrosos que los que salen durante la luz diurna, motivo ello por el que la ciudad mágica se ve resguardada por un haz piramidal de luz que no permite la entrada de la oscuridad sobrenatural.

—No hay necesidad —dijo Emma—, ahí viene.

Todos lograron ver que el genio oscuro que buscaban ahí venía. Los genios son seres sobrenaturales que tienen la habilidad de controlar un elemento sin necesidad de usar conceptos de la magia hechizada, encantada o conjurada, sino simplemente a través de la magia rara, la cual es la magia inherente a un ser mágico. Normalmente, los genios oscuros son mucho más grandes que una persona y, además, no tienen sus piernas, sino que es una especie de confluencia gravitatoria. El color de los genios oscuros depende del elemento que controlan.

Desde la lejanía, el genio oscuro aproximándose sopló tan fuerte que de su boca expulsó una lámina airosa demasiado fina que cortaría cualquier objeto en dos. Reverberando sus ojos del mismo color que el ataque del genio, Emma se adelantó a los dos chicos y la lámina airosa fue consumida en una succión visualmente rotatoria.

—Esa habilidad de las hadas es magnífica —aseveró Sebastián encantado de las peculiaridades feéricas.    

No satisfecho el genio malvado, se empezó a transfigurar en un tornado excesivamente enorme. Todo a su alrededor estaba siendo destrozado, arrancado y alienado.

—«Conjuración transmutativa: encarcelamiento airoso» —conjuró Ethan. Más tarde se vería que el mismo tornado se convertiría en la propia y adecuada prisión del genio oscuro.

—«Sello hechizado: cadenas aglutinantes de aire» —hechizó Sebastián. Una vez más la élite Macapa volvía a sellar y a restablecer el orden mágico, según lo ordenado por la base militar «E»

Más allá caía Emma de rodillas. Ethan la sostuvo en sus brazos mientras Emma, afligida, trataba de sonreír.

—El ataque mágico… —dijo Ethan con un poco de vacilo— del genio estaba envenenado. 




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