El Ser Mitológico

TERCERA ESCENA

La casa de la élite Macapa está situada en la ciudad hechizada, debido a que los aposentos de las élites deben estar situadas acordes al origen mágico del líder de dicha élite. En esta medida, como Sebastián, el líder de Macapa, es un ser natural y los seres naturales solo pueden hechizar, entonces la élite Macapa debe vivir en la ciudad hechizada.

Ahí se encontraba Katie, específicamente en su recámara. Estaba observando aquella formación del techado de su pieza, pues se sentía lo suficientemente abatida como para entretenerse con cualquier otra cosa que le evitara llevar la situación dolorosa de su vivir: tener que afrontar que su amigo, si no fue el único, ha muerto, que se ha ido por un sacrificio abnegado, el sacrificio que debió haber sido de ella, no debido a ella.

—¡Katherine! —Escuchó Katie haber sido nombrada de tal forma por Ethan. Cada vez que Katie era llamada por su propio nombre era porque realmente algo serio estaba pasando. Sin embargo, hizo caso omiso. Katie siempre era una persona indulgente, obediente y abnegada; pero esta vez ya no.

—¡Katherine! —Entró frenéticamente Sebastián con un portazo. Katie se encogió asustada de ver que Sebastián estaba repleta de sangre—. Es Emma.

«Emma…», resonaba una y otra vez de manera alocada en la mente de Katie, no podía ser verdad que hubiera muerto, cómo podía atreverse a morir y dejarla sola, totalmente dejada, enteramente ida. Eternas, cálidas y ásperas lágrimas rociaban desde el conducto lagrimal a través de toda la superficie facial. Con fugacidad, Katie se abalanzó fuertemente contra Sebastián.

—¿Por qué la dejaron morir? —le chillaba contra su fortificado pecho.

Sebastián colocó una cara extrañada, como si estuviera impresionado de que, entre todos los seres, Katie pensara de esa manera.

—Aún no ha muerto —repuso Sebastián—. No la mates todavía —dijo Sebastián intentando zafarse de lo que estaba pasando—. Necesita de tu ayuda —Sebastián se hizo a un lado para que Katie pasara a ayudar a Emma, pero Katie seguía inmóvil.

Sebastián asió fuertemente a Katie de las muñecas y la llevó hasta donde se encontraba Emma, que aparentemente parecía ser una sala de estar. Katie vio por primera vez a Emma desangrándose en los brazos de Ethan, este tenía lágrimas en sus ojos.

—¿Qué le sucede? —Ethan le exigió una explicación a Katie.

Katie se acercó a Emma, en especial a revisar sus ojos.

—Parece un envenenamiento… —describió Katie fijándose en los ojos de Emma—, pero en realidad es —arguyó palpando las venas negruzcas dibujadas en todo el plano facial— un maleficio.

—¡¿Un maleficio?! —Sebastián se exasperó—. Los maleficios son rollos de los demonios y nosotros combatimos un genio oscuro —declaró Sebastián desesperado, como si no entendiese lo que estaba pasando o, quizá, solo no quería creer lo que estaba viendo.

—Un genio oscuro…. el cual estuvo sellado en una de las hiperrealidades más peligrosas —le objetaba Katie sin dejar de pensar en una posible solución.

—Ya sé —les comentó Katie. Ethan y Sebastián prestaron minuciosa atención—. La sangre de Natus Vincere es un neutralizador para los mandatos ya sea de los demonios, de los ángeles o de los mismísimos hijos de la muerte.

—No sabemos si Agnis es Natus Vincere —Ethan les recordó—, podría morir si no lo es —avisó—. Deberíamos llevarla a las regulaciones mágicas, ahí encontrarán a un especialista en demonología.

—Estamos hablando de un maleficio antiguo que ni siquiera Katie conoce, lo que sugiere que es de un demonio sellado antiguo —manifestó Sebastián—. Si las regulaciones mágicas no pueden solucionar el problema, ya no podremos hacerlo nosotros mismos —advirtió Sebastián haciendo ademanes para que Ethan entendiera la gravedad de la situación—. Si el mundo mágico se entera que Agnis es Natus Vincere, seremos la siguiente élite delictiva y más perseguida en el mundo mágico —explicó con un poco de detalles.

—Sebastián tiene razón —declaró Katie—. Propongo que —arguyó Katie mientras sujetaba las manos de Emma— intentemos con la sangre de Agnis, si no funciona, entonces la llevaremos a la regulación mágica del encantamiento —Sebastián asintió.

—Y también posiblemente le quitemos la vida a una persona inocente —expresó Ethan afligiéndose por primera vez con el tema de Agnis.

—No es verdad —apuntó Katie—, nosotros confiamos en que Agnis es Natus Vincere, el que perdió la esperanza fuiste tú, no nosotros —manifestó Katie con palabras cortantes, frías y dolorosas de escuchar.

—Por eso mismo, serás el encargado de traerlo —decretó Sebastián.




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