El Ser Mitológico

OCTAVA ESCENA

Agnis pegó un grito estridente que se localizó por cada parte del espacio en el que yacía e incluso más allá.

—¿Qué pasó? —Entró Sebastián con un portazo en posición de ataque.

Agnis se fijó en Sebastián. Recordó la sangre, esa sangre de ser sobrenatural: «Emma», se dijo a sí mismo. Salió de entre las sábanas, evadió a Sebastián y se adentró a la sala de estar. Allí vio que Emma se hallaba bien. Agnis se dio cuenta que todos ahí presentes lo veían con un poco de preocupación. Agnis se fijó que Ethan no estaba.

—Lo siento… —balbuceó Agnis—, tuve un mal sueño… —El sudor de Agnis corría por su cara.

Sebastián lo tomó por detrás y le indicó que se sentara.

—No fue un sueño —le objetó Sebastián.

—Realmente pasó… —le dijo Katie con una voz apacible.

—¿Soy Natus Vincere…? —tarareó Agnis sin ninguna intención de creer en sus palabras, empezó a sentir que sudaba frío.

—No, no lo eres —afirmó Emma. Agnis se alivió por un momento, se sentía una vez más frío, se levantó la camisa para revisa el símbolo hechizado de Spot. Rápidamente, Sebastián, próximo a él, lo detuvo.

—Spot era Natus Vincere —le contó Sebastián. Agnis sintió un revuelco por todos sus sentimientos.

—Su consciencia —intervino Emma, luego se acalló al ver que Agnis poco entendía.

—La verdad es que eres hijo de Natus Vincere —confesó Katie.

—¡¿De Spot?! —cuestionó Agnis un poco incrédulo.

—Bueno, no puedes ser hijo de una consciencia… —declaró Emma, después guardó silencio al notar la mirada displicente de Sebastián.

—Algo así —respondió Sebastián.

Agnis empezó a tiritar.

—¿Qué eran esos sentimientos… pensamientos… y actos oscuros?

—Se llama Malum —respondió Sebastián con un poco de acritud en el asunto.

—Malum es la entidad del mal —explicó Katie—: fue creada cuando tu padre… —corrigió— Natus Vincere inventó el sistema de magia despojando a todo ser de su magia mística o lo que en ese tiempo se conocía: Magia esencial —Se detuvo incapacitándose de continuar.

—Malum es una disociación identitaria de tu padre… —Emma escuchó rechinar a Sebastián— de Natus Vincere.

Agnis estaba tratando de asimilar cada aspecto de la historia que le estaban contando.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?

—Está dentro de ti —informó Sebastián.

—En realidad, tú eres parte de ellos —precisó Emma.

—¿Ellos? —dijo confusamente Agnis.

—Sí, de Malum y Bonum —contestó Emma.

—Bonum es —Por el bien del entendimiento, Katie insistió en hacer comprender cada detalle confuso a Agnis— la entidad del bien.

—Eso es reconfortante —expresó Agnis después de tanta miseria que le habían contado.

—No necesariamente —modificó Sebastián—. Bonum es la entidad del bien que quiere destruir el mal…

—Eso es bueno —interrumpió Agnis.

—Cariño, los seres sobrenaturales tienen una transformación oscura, los seres nocturnos son malos —haciendo un gesto de supuestamente—, cada individuo con sentimiento, pensamiento o acción maligna alimenta al mal… —expuso Emma.

—Lo que sugiere Emma —aclaró Katie— es que cualquier cosa mínimamente mala es compromiso destructivo de Bonum.

Agnis se horrorizó al comprender las palabras sucintas de Katie. Siempre había imaginado al bien de una manera distinta, más apacible, más amable, más «bueno»; pero esta vez el bien no era más «bueno» que el mal. Quería escucharlo todo de Spot, que él se atreviera a contarle todo lo que sus amigos le decían, que confesara cómo podía hacerle eso, algo que él no había pedido, cosa que trataba de evitar, pero se encontraba ligado a su destino impuesto.

—Quiero que Spot me lo cuente todo —les gritó fuertemente con algunas lágrimas cálidas entre sus mejillas. Katie, Emma y Sebastián mantuvieron el silencio por un rato, esperando sacar fuerzas para poder decirle la verdad a Agnis. Al final, tenían que acudir a la verdad feérica que consistía prácticamente en contar hechos evitando las mentiras e, incluso, evadiendo un poco la dura verdad como, por ejemplo, ocultar información, ser ambiguo, etc.

—Spot ha trascendido —exageró Katie.

—No, tampoco hasta allá… —corrigió Emma depositando una de sus manos sobre las piernas de Katie, como indicio de acallarla o quizá salvarla de un desastre que ella misma podía ocasionar siendo ella.

—Spot era la mente —intervino Sebastián utilizando palabras claras— de Natus Vincere y como Natus Vincere era tu padre —intentó concluir sin mirar a los ojos a Agnis—, entonces Spot esta vez realmente se unió a ti…

Emma las captó.

—Desde ahora, Spot y tú son uno y el otro.

Los chicos creían fehacientemente que Agnis había caído en la verdad feérica. Se deslizó lentamente dentro del torso de Sebastián mientras lloraba interna, desconsolada e intensamente. Sebastián lo acariciaba justo como Natus Vincere le había dicho: «como su padre».  Katie también estaba llorando sintiendo lástima por Agnis. Ella también se abalanzó contra Emma para que la consolara. Emma, sabiendo que Katie era caprichosa, la acarició.




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