El Ser Mitológico

TERCERA ESCENA

En esa misma noche, Sebastián se estaba encaminando hacia la casa de la élite Dafean. Golpeaba una vez, otra vez y por última vez hasta que consiguió que le abrieran. Delante de él estaba Ryan, el chico que había conocido por Jade y se lo había presentado como el nuevo integrante delegado.

—Justamente iba hacia tu lugar —confesó Ryan. Sebastián le dirigió una mirada displicente.

—Aléjate de Agnis —amenazó Sebastián.

—Entonces sí vive ahí —confirmó Ryan con una sonrisa petulante. Sebastián dio justo un paso desafiante hacia adelante.

—Ruth, llegó Sebastián —vociferó Ryan para los adentros de la casa. Súbitamente apareció una chica que automáticamente Sebastián reconoció como un ser supranatural de la raza angelical.

—Sebastián… —saludó la chica con un beso en la mejilla.

—Hey, Ruth, ¿cómo va todo? —habló Sebastián. Al instante, él pasaba con Ruth hacia el interior de la casa, dejando que Ryan se fuera libre con Agnis.

Ruth con la mano derecha llamó la atención de Sebastián que estaba indispuesto.

—Que si vas a ir a la fiesta mágica de hoy —preguntó indirectamente Ruth.

Más allá, la figura delineada de una mujer salía a la intemperie de la casa con el contorno de un vestido rojo aterciopelado. Sebastián desplazó toda su visión por aquella fina silueta.

—Estás increíble —le dijo Sebastián a Jade, entre tanto la ayudaba a bajar los escalones. Sebastián ignoró por completo a Ruth.

Sebastián volvió en sí.

—Discúlpame, Ruth… —comentó Sebastián sin quitarle la mirada a Jade—, pero tengo una cita con esta bella mujer —Jade se ruborizó y dio un golpecito fuerte en el vigoroso pecho de Sebastián.

—Está bien, tortolitos —dijo Ruth. Luego salió de la casa despidiéndose de ellos.

—¿Adónde vamos? —interrogó Sebastián sin tener idea alguna adónde iban.

—Esta vez me he vestido un poco diferente a como suelo vestirme —expresó Jade dando una vueltecita—, porque es una ocasión especial.

—¿Especial? —Sebastián se asustó sin saber qué era lo especial de su cita.

—Iremos de donde provenimos —declaró Jade con un tono incógnito.

—El mundo natural… —completó Sebastián al suspense—. Déjame hacer los honores —Sebastián colocó sus manos de tal forma que hicieron un triángulo vacío apuntando sobre la superficie en la que se hallaban. Luego, «Hechicería dimensional: portal interdimensional».

De la nada se dibujó un conglomerado de grafías superconectadas que resplandeció en haces luminares teñidos de un rojo intenso. En un momento, tanto Sebastián como Jade se esfumaron del mundo sobrenatural y reaparecieron en el mundo natural, justamente frente a un restaurante un tanto refinado.

—Adelante —Sebastián le dio el paso a Jade.

Jade trató de entrar, pero fue impedida por un recepcionista.

—¿Tienen reserva? —pidió el recepcionista.

—Claro que sí —contestó Jade. Sebastián se sorprendió que Jade hubiese por primera vez reservado algo, siempre le tocaba a él.

Jade se acercó directamente a los ojos del recepcionista. Los ojos del recepcionista dieron una vuelta luminosa.

—Claro, madamisela… —recitó el recepcionista en un tono hipnótico. Luego llamó a un trabajador del restaurante para que los atendiera, acomodara y tomara su pedido.

Sebastián y Jade se acomodaron acorde a las indicaciones del camarero. Ambos detallaban que aquel restaurante era demasiado refinado para su gusto común, pues el mundo sobrenatural no era refinado al menos en ese aspecto. Sebastián ordenó una botella de vino; Jade pidió el plato principal: caviar.

—Eso no es reservar —le objetó finalmente a Jade.

El vino fue traído por el mesero y fue servido como debe ser. Jade tomó su copa.

—Pero, aun así —explicó Jade y entre sus manos aún sostenía la copa—, tenemos una reservación —Jade cruzó sus piernas y tomó un poco de su copa.

Sebastián bebió un poco del vino de su copa y, luego, expresó indiferencia en todo su comportamiento.

—Vale… —admitió Sebastián—, pero la próxima déjame reservar a mí —Jade asintió.

El plato principal había sido servido. Tanto Sebastián como Jade empezaron a comer.

—No me gusta —confesó Sebastián con la boca llena— que Ryan —Enfatizó rivalidad— esté detrás de uno de los míos.

—Yo sé que Ethan y Ryan no se caen bien —bromeó Jade mientras jugaba con sus cubiertos—, pero…

—Me refiero a lo otro —intervino Sebastián muy seriamente, después tomó un trago de vino.

—Ryan me advirtió que tendríamos esta situación —dijo Jade— y, por ello, confío en él.

Sebastián dejó de comer y se dispuso a observar lo que dijo, dice y diría Jade.

—¡Vamos!, va a ser uno de mis chicos —articuló Jade—, ten más confianza en él —ordenó de manera vaga Jade— y prometo ponerle límites —manifestó Jade para calmar un poco a Sebastián, este accedió.




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