El Ser Mitológico

PRIMERA ESCENA

La luz matutina apenas había descendido del firmamento para irradiar la atmósfera del mundo sobrenatural, después del ocaso del crepúsculo tardío que circunvala el declive del mundo natural, aislado por completo de los haces luminiscentes que protegen a la ciudad mágica de los seres sobrenaturales nocturnos. En ese semejante ambiente se encaminaban los viajeros hacia la ruta que desemboca a la figura geometral, un camino poco circundado, tan arborizado como la penumbra que merodea al mundo sobrenatural; así como también el vislumbre que le espera a la zozobra del intrépido viajero.

Agnis bostezó estirando sus brazos a lo largo.

—Es demasiado temprano —dijo Agnis, luego se tapó la boca para prevenir su segundo bostezo.

En forma circular se hallaban reunidos la élite Macapa, incluyendo a Agnis, y la élite Dafean, incluyendo a Ryan. Centro al círculo había una fogata que les proveía calor.

—No podemos llegar a la figura geometral de noche —le explicó Sebastián a Agnis.

—¿Por qué? —preguntó Agnis. Todos voltearon a verlo: ¿cómo era que no sabía?

—Porque —explicó Jade— la luz nocturna potencia el poder mágico de los nocturnos…

—Además —agregó Sebastián— la figura geometral de por sí es peligrosa y en la noche es mucho peor —puntualizó Sebastián.

—Sin mencionar —añadió Ruth, la cual estaba junto a Emma— que de noche la figura geometral se cierra…

—No permitiendo el paso hacia su interior —intervino Jonathan, el cual estaba al lado de Katie.

—Ni hacia su exterior —completó Emma para molestar a Jonathan.

Desde los cielos se escuchó el graznido estruendoso de un grifo que descendió. Montado en él había una chica, la cual se bajó del grifo y saludó a todo el mundo, menos a Agnis.

—Este es el mentor de la élite Dafean —le presentó Sebastián a Agnis.

—Rose de los seres esenciales —saludó la chica del grifo con un apretón de manos.

Con el adiós gestual de Rose, el grifó salió volando por los cielos dejando atrás una ventisca momentánea.

—La dinámica va a ser la siguiente —explicó Jade—: siempre trabajarán en dúos.

—Yo te escojo —dijo Sebastián mientras la tomaba de la cintura y, después, la besaba.

Ryan acorraló a Agnis. Katie tomó de la mano a Jonathan. Emma abrazó a Ruth. Rose se acercó a Ethan.

—Parece que todos tienen a alguien —le comentó Rose a Ethan.

—Eso parece —le dijo Ethan mientras se acercaba a ella.

Jade dejó de besar a Sebastián.

—Listo, chicos —dijo Jade—. Camino a la figura geometral —Jade tomó de la mano a Sebastián y ambos se condujeron por un camino un poco distanciado entre árboles.

Todos estaban dispersados, pero siempre iban como un solo grupo con un único fin: encaminarse hacia la figura geometral.

—Por cierto, nunca me dijiste de qué clase mágica eran los de tu equipo —habló Agnis, que iba junto a Ryan.

—Élite —especificó Ryan—. Bueno, nunca me preguntaste.

—Lo estoy haciendo —expresó Agnis un poco incómodo. Ryan se percató—. No tienes por qué estar incómodo —Agnis se incomodó incluso más—. Dale —Ryan se tensó—. La jefa —Hizo un gesto de mando— es mentalista de los seres naturales; Ruth, demonio de los seres supranaturales —Agnis sintió una ofensa contra su intuición: había creído que Ruth era un ángel—; Jonathan, ángel de los seres supranaturales —Agnis sinceramente trastocó su intuición: creía más ángel a Ruth que a Jonathan y viceversa—; y Rose, hechicera de los seres esenciales —finalizó Ryan.

Agnis repensó las palabras de Ryan: ¿acaso los ángeles y demonios no se odiaban?

—¿No se odian?

—¿Quiénes? —preguntó Ryan sin entender.

—Ruth y Jonathan…

—No, ¿por qué? —preguntó Ryan una vez más sin comprender. Luego las captó—. Bueno, es verdad que los ángeles y los demonios y los hijos de la muerte no se llevan bien en el mundo supranatural —comentó Ryan—, pero este es el mundo sobrenatural, ¿no? —soslayó Ryan.

—¿Qué no me quieres contar? —interrogó Agnis en lo recóndito de su intuición.

—No es que no te quiera contar… —respondió Ryan rascándose la cabeza.

—¿Entonces? —intervino Agnis.

—Es difícil de entender —imputó Ryan.

—¿Crees que no voy a entender? —le preguntó Agnis con un tono incipiente de enfado.

—La verdad… no.

—Pues no importa, dilo —le exigió Agnis a Ryan.

Ryan frunció el ceño.

—El mundo mágico tiene tres ciudades mágicas, ¿cierto? —explicó Ryan desde el principio.

Agnis se molestó.

—No me trates como si fuese un estúpido.

Ryan hizo caso omiso a su amable petición.

—Bueno, cada ciudad mágica representa cada mundo —continuó Ryan—: la ciudad conjurada al mundo supranatural, la ciudad encantada al mundo sobrenatural y la ciudad hechizada al mundo natural. ¿Sabes por qué?




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