El Ser Mitológico

UNDÉCIMA ESCENA

El sentir es esa actividad fogosa que cada individuo en algún momento de su tiempo perece. Los sentimientos resultantes de aquella actividad son la discordia del pensar repetitivo, ansioso y, siempre, lacerante. ¿Es este el sentimiento al que estamos destinados o es el sentimiento en sí mismo lo que nos condena?

Ethan percibía que sus pensamientos se ofuscaban a medida que la luz crepuscular era anunciada. Se lamentaba de sus sentimientos hacia Natus Vincere y se sentía confundido con respecto a Agnis. Conocía que Agnis estaba hecho de la misma esencia que Natus Vincere, pero ¿qué quería eso significar en cuanto a sentimientos se trata? No quería enamorarse más: no quería perder el hilo de su vivir, no de nuevo.

—Ethan, ¿estás bien? —preguntó Sebastián.

—No… —contestó Ethan con tapujos.

—No puede estar sucediendo, ¿cierto? —le preguntó Emma a Sebastián.

—Otra vez no… no —empezó a decir Katie con movimientos ansiosos.

—¿Otra vez no qué? —preguntó Agnis sin entender la situación.

—Alejen a Agnis de aquí —ordenó Sebastián. Emma cogió a Agnis en sus brazos y se lo llevó—. Trata de calmarte —le decía Sebastián a Ethan, pero este cada vez más perdía el control.

Agnis se zafó de los brazos de Emma.

—No voy a dejar atrás a Ethan —amenazó Agnis a Emma.

Ethan se elevó por los aires con movimientos posesos. Unas sombras se enrollaron en todo su cuerpo formando una capa huesuda renegrida. Después, las mismas sombras formaron una membrana lóbrega, no sobre todos los huesos, sino sobre sus huesos más gruesos. Luego, otras sombras más claras se posicionaron sobre su cuerpo formando un velo lóbrego. Sus manos huesudas eran flacas, largas y con dedos ahusados. Sebastián y Katie desde el comienzo se apartaron del lugar hacia donde estaban Emma y Agnis.

—¿Qué es eso? —preguntó Agnis con asombro.

—Eso es Ethan —respondió Katie con el mismo asombro.

—Si los seres esenciales pueden encantar —explicó Emma—, entonces sugiere que tienen un componente sobrenatural —indicó Emma.

—Eso es un Liche —enseñó Sebastián.

—Sumo Liche —corrigió con una voz transfigurada.

—Está esperando algo —anunció Katie.

Agnis cayó al suelo apoyándose con sus manos.

—Lo está corrompiendo —explicó Sebastián.

—Malum… —nombró Emma con tono austero.

—No… —dijo Agnis resistiéndose—, es otra cosa —Aflojó un quejido. Agnis sentía que su cuerpo estaba siendo chamuscado en el fuego divino.

—Bonum… —dijo Emma.

—Ahora no —dramatizó Katie dando saltos alrededor.

—Es lo que predijo Natus Vincere —dijo Sebastián. «Cuando Bonum considere que el Liche de Ethan es una amenaza será cuando realmente Ethan haya caído en el abismo infernal de sus propios sentimientos», resonó en las mentes de Katie, Emma y Sebastián.

—Volvió a enamorarse —dijeron Katie, Emma y Sebastián al unísono, ignorando las demás palabras.

Las venas del rostro de Agnis se exaltaron en conductos blanquecinos con relieve que desembocaban en unos ojos plenamente emblanquecidos. Todos los conductos de sangre del cuerpo de Agnis se exaltaron en un color celestialmente blanco. El ser corporal de Agnis era prácticamente su índole natural (tal como era), más un resalte blanquecino de venas. Agnis se elevó a la misma altura que el sumo Liche de Ethan.

—Bonum… —nombró el Liche con una voz transfigurada, de ultratumba.

Bonum soltó una risita categórica.

—El mal siempre debe tener una respuesta inmediata, príncipe del mal —dijo Bonum sin expresividad en el habla.

—Sumo príncipe… —corrigió el sumo Liche a Bonum.

Bonum soltó una risita categórica y esbozó arrogancia.

—«Beneficio supremo: trompetas del apocalipsis» —dijo Bonum con propiedad. En toda la figura geometral se escuchó el sonido melódico del tocar de las trompetas y, también, se escuchaban los lamentos de los crepusculares presentes ahí.

Emma también empezó a lamentarse debido a las trompetas del apocalipsis.

—Katie —mandó Sebastián.

—«Hechicería singular: símbolos de protección» —hechizó Katie. El ropaje de Katie, Sebastián y Emma se marcaron con un símbolo especial de la hechicería de Katie, protegiéndolos en lo posible de los daños.

Más allá, el sumo Liche estaba rondado por una niebla espesa oscura, la cual le impedía que escuchara el sonido melódico de las trompetas del apocalipsis. Los lamentos de los crepusculares terminaron en la salida de una silueta caliginosa que el sumo Liche consumió.

—«Necromancia conjurada: despertar del dragón nigromante» —conjuró el sumo Liche. La tierra tembló, se agrietó y de ahí surgió un dragón renegrido que se situó detrás del sumo Liche. Con uno de sus dedos huesudos le indicó al dragón que atacara. El dragón acometió hacia Bonum.

—«Beneficio: perdón de dios» —Bonum señaló al dragón y lo succionó en una liberación de energía blanca.




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