El Ser Mitológico

QUINTO ACTO

En aquel espacio, todo se encontraba plenamente en suspensión, enajenado del sentimiento connatural de los individuos. Aquella enajenación sentimental conjeturaba la insipidez del ser, que es condenado a sentir. ¿Acaso había Agnis sido emancipado de su condena ingrata?  ¿Ahora qué le quedaba a Agnis si no era el sentimiento mismo?

—Todo aquel que sea aliado del mal será sentenciado —dijo Bonum con un matiz categórico. Acto seguido, torturó a Agnis.

—¿Por qué lo haces? —dijo Agnis con un sollozo entre sus delicados labios.

—Para purificarte —contestó Bonum con severidad. Luego lo martirizó.

—¿Por qué a mí? —le preguntó Agnis con un quejido.

—Porque puedes ser salvado —respondió Bonum sin dejar de atormentarlo por instante alguno.

—¿Para qué? —inquirió Agnis, pero sentía que estaba siendo despojado de su íntimo sentir.

—Te convertiré en el heraldo del bien —dijo Bonum arrancándole sus sentimientos profundos—: cuando destruyas al bastardo de Malum.

Agnis, suspendido entre los aires, se irguió dejando escapar el suspiro de su sentir, se concebía a sí mismo como el individuo que, por el contrario, no estaba siendo oscurecido, sino, más bien, estaba siendo aclarecido en el altar del pensar. Ahora estaba preparado para predicar el bien.

—Estoy de vuelta —Agnis escuchó.

Agnis despertó con los latidos acelerados de su corazón, se tocó a sí mismo para comprobar ese despertar físico que nos asegura que el sueño perverso se ha ido y con la esperanza de que jamás regresará; no, hasta no sentir que se está listo para afrontar lo que, en el fondo, se sabe que no puede ser afrontado.

Agnis salió de su cama corriendo, vio a Sebastián en la sala y saltó hacia él abrazándolo fuerte.

—¿Lo encontraste? —preguntó Agnis con lloraduelos. Se preguntaba si Ethan estaba sintiendo lo mismo que él.

—Sin novedad —dijo Sebastián como si le estuviera hablando a uno de sus superiores.

—Es mi culpa —dijo Agnis sin parar de llorar—. Se ha ido por mi culpa —dijo Agnis con la voz quebrada.

Los llantos se escuchaban en toda la casa. Katie salió de su habitación al igual que Emma.

—No es así… —intentó calmar Sebastián, pero fue un intento en vano.

—Lo es… —baló Agnis—. Si no sintiera, nada de esto hubiera pasado —«¿Ahora lo entiendes?», le dijo internamente Bonum a Agnis.

Sebastián al escuchar la forma de hablar de Agnis lo alejó de sí para poder visualizar su rostro. Luego se sorprendió de la esbeltez de la expresión facial de Agnis: las venas de la cara de Agnis estaban delineadas de un color blanco que confluían, de manera tenue, hacia los ojos de Agnis. Era muy parecida a la vez que fue poseído por Bonum, pero esta vez era natural, por primera vez era la verdadera naturaleza de ser de Agnis.

«Así que a esto te referías cuando dijiste que él era parte de ellos», pensó Sebastián mientras dejaba caer una gota lagrimal. En seguida lo abrazó.

—Lo hallaremos —dijo Sebastián para reconfortar a todos los presentes.

—No… —dijo Agnis y después lo empujó.

—Así no lo vamos a encontrar… —objetó Agnis— nunca —puntualizó Agnis de manera taxativa.

Posteriormente, Agnis se encaminó hacia la salida de la casa.

—¿Qué propones? —preguntó Katie siguiéndole los pasos.

—Perdernos igual que él —dijo Agnis. A Katie le parecía un buen plan.

Sebastián se los impidió cogiéndoles la parte trasera de sus piyamas y luego los aupó.

—Pronto será la petición elitista —afirmó Sebastián.

—No lo haré sin Ethan —dijo Agnis mientras pataleaba en los aires.

—Yo tampoco —dijo Katie, pero sin pataleo.

«No es como si pudiéramos hacerla sin él», pensó Sebastián.

—Lo haremos —dijo Sebastián. Agnis y Katie esbozaron una sonrisa de éxito—, pero prométeme que estaremos a tiempo para la petición elitista —condicionó Sebastián— con o sin Ethan —puntualizó Sebastián con rudeza sin reflexionar en sus palabras. Claramente Sebastián no podía hacerlo sin Ethan y mucho menos quería hacerlo, pero, de algún modo, tendría que imaginárselas para que Agnis pudiera participar en la petición elitista, porque realmente era importante, para Agnis y sentía que también para ellos, que Agnis hiciera la petición elitista junto a su familia.

Agnis cruzó los brazos.

—Está bien —dijo Agnis, molesto por la forma ruda en la que Sebastián se refería a Ethan—. Ethan volverá con nosotros antes de la petición elitista —juró Agnis aún colgando de la mano de Sebastián.

—Métanse a bañar —ordenó Sebastián tirándolos hacia el sofá—. Saldremos cuando estén listos.




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