El Ser Mitológico

SEGUNDA ESCENA

—Déjame ir contigo —dijo Ryan.

—No puedes… —dijo Agnis y luego le dio un beso—, falta poco para la petición elitista —se excusó Agnis.

—Ah —dijo Ryan—, pero ¿tú sí puedes? —Ryan estrechó a Agnis contra sí.

—Yo tengo permiso de mi líder —dijo Agnis tratándose de zafar del abrazo de Ryan.

—Además… —dijo Agnis con una pausa incómoda—, sabes que Ethan le disgusta que estemos juntos —finalizó Agnis. Ryan lo soltó.

—Ten cuidado —dijo Ryan a secas mientras le apretaba un cachete.

Agnis iba a decirle que no se preocupara, que todo iba a seguir como venía siendo, que solo se interesaba en Ethan porque, aunque Agnis no fuese de la élite Macapa, los consideraba a todos como una familia.

—Ándale —gritó Sebastián desde las afueras de la ciudad hechizada.  

Agnis partió corriendo hacia donde los chicos se encontraban. Se detuvo al recordar que no se había despedido de Ryan. Se volteó rápidamente, miró a Ryan y se dio cuenta que este también lo estaba viendo, y, por último, se despidió con un aleteo de mano y una sonrisa en sus dulces labios. Este le devolvió el despido.

—¿Adónde iremos? —le preguntó Agnis a Sebastián.

—Fue tu idea, tú guías —dijo Sebastián con dureza.

Agnis quedó en blanco sin saber qué hacer.

—Eh… —vaciló Agnis.

Sebastián y Emma se burlaron de Agnis.

—Es broma —confesó Sebastián con una sonrisa burlona.

—Iremos al bosque de las ninfas —dijo Sebastián mientras manoteaba el pelo de Agnis.

—¿A qué? —consultó Agnis.

Sebastián se detuvo, rotó hacia donde estaba Agnis y lo atisbó con una mirada seria.

—Las ninfas son los seres sobrenaturales que cuidan la naturaleza —explicó Katie al oído de Agnis.

Sebastián siguió caminando. Todos lo siguieron.

—¿No son malas como las ninfas del lago de la figura geometral? —le preguntó Agnis a Katie.

Katie negó con un no rotundo.

—Atacan cuando se ven amenazadas.

Agnis expresó una cara de ahora-lo-entiendo. 

—Es aquí —dijo Sebastián y luego detuvo con su mano a toda la tripulación.

Agnis visualizó un bosque de gran tamaño considerable, con una variedad de árboles de diferentes colores desde lo blanco oscuro hasta lo castaño claro, de distintas anchuras desde lo robusto hasta lo más delgado, de variadas estaturas que hacían ver un relieve mágico en el lugar, entre otras cosas.

De manera súbita, la deformación de las partes de los árboles formó unos seres arborescentes con formas más o menos antropoideas: ninfas. Una de las ninfas, custodiada por dos ninfas más grandes de roble oscuro, habló:

—No tienen permiso para acceder a mi reino —dijo la ninfa de roble blanco.

—Ninguna intención hay —dijo Sebastián en tono formal.

—Buscamos a nuestro integrante de élite… —se aventuró Agnis a decir. Emma le tapó la boca para que dejara de hablar.

—Su nombre es Ethan de la élite Macapa —dijo Sebastián.

Una brisa inesperada meció las hojas. La reina estaba presta a mecerse en dicha brisa, justo como si estuviera dialogando con los árboles.

—No se ha escuchado nombre parecido en el mundo sobrenatural —dijo la ninfa con un lascivo movimiento de manos.

—También se nos ha encargado seguir el rastro de un Liche —mintió Sebastián a las ninfas.

Las ninfas se erizaron al escuchar el nombre de Liche. Esta vez una brisa fuerte merodeó el lugar.

—Un Liche ha destruido la aldea de las brujas hace un tiempo crepuscular.

Agnis se llenó de emoción.

—Es Ethan —le dijo Agnis a Sebastián, este hizo un ademan a las chicas para que lo acallaran, pero ya era demasiado tarde.

Las ninfas se encresparon.

—¡Enemigos! —gritó la reina ninfa mientras los robles oscuros la protegían en una impenetrable pared de madera.

El bosque de las ninfas empezó a vibrar. De las profundidades de la tierra, grandes seres herbáceos con formas cilíndricas parecidas a la de una lombriz emergieron, tenían una cabeza con ojos huecos y un hocico exteriorizado. Las bestias de las ninfas rugieron retumbando el silencio del lugar. Todas las ninfas se arborecieron.

—Emma —dijo Sebastián.

De acuerdo al comando de Sebastián, Emma empezó a silbar sumiéndolos en magia feérica de la ilusión. Sebastián no estaba dispuesto a hendir la espada bélica de su élite contra las ninfas, pues sabía muy bien que lo que sea que haya hecho Ethan no pudo haber sido bueno.

De modo raudo, los chicos dejaron el bosque de las ninfas sin la necesidad de enfrentar los guerreros de las ninfas, dirigiéndose siempre hacia la aldea de las brujas. Sebastián llevó a Agnis en su espalda para llegar más rápido.




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