El Ser Mitológico

SEXTA ESCENA

Antes de que la luz menguante del día precipitara los andares de los pueblerinos licántropos, estos se acentuaban en los quehaceres concernientes al desarrollo social de la aldea de los lobos. Después de tal acontecimiento se enfocaban en actividades menos requeridas por el pueblo licántropo, sino, más bien, dedicadas al goce del licántropo.

Tras la caída del velo protector expedida por el monumento licántropo, la taberna de los hombres lobos abría sus compuertas a su público ansioso y deseoso. El resonante tintineo de la campanilla de oro, situada en la esquina derecha superior de la taberna, indicaba el ingreso de varios hombres lobos al instante. Esto llamó la atención de Emma.

—Entremos —ordenó Emma. Katie no hizo caso—. Aquí hay mucha gente —dijo Emma y, al instante, abría una de las puertas férreas. Cuando el fastidioso tintineo de la campanilla sonó, los hombres lobos quedaron viendo a Katie.

Katie se sonrojó, entró a la taberna con porte tímida y fue consciente de que era un lugar suficientemente holgado. Katie pudo oír el entrechoque de los tazones de los hombres lobos. Katie se despistó.

—Siéntate —dijo Emma mientras con un silbido llamaba a un mozo de la taberna.

—Pensé que íbamos… —insinuó Katie con una voz incómoda.

El mozo de la taberna interrumpió a Katie.

—Una birra licantrópica y… —Emma miró a Katie— un canto de sirena.

El mozo de la taberna detalló a Emma de pies a cabeza.

—Disculpe —dijo el mozo con un ademan formal—, pero la birra licantrópica solo puede ser tomada por licántropos —advirtió el mozo.

—Es una híbrida —le dio a saber Katie a modo de susurro.

El buen mozo se maravilló y fue por lo ordenado. Katie permanecía en silencio y con hombros apocados.

—Creo que te debo una disculpa —comentó Emma enfrentando a Katie.

—¿Crees? —cuestionó Katie con tono severo.

Otra vez el mozo las interrumpió. Katie tenía en sus manos una de sus bebidas favoritas: canto de sirena. El canto de sirena es una bebida espesa de color marino, que es recolectada justo cuando las sirenas cantan, haciendo que su canto fermente la sustancia acuosa. El canto de las sirenas es un mecanismo de defensa que produce rezago sensorial y, por ello, se convierte en uno de los productos mágicos ideales para consumir.

—Estás mejor con Jonathan —dijo Emma con voz celosa. En seguida se levantó toda la birra licantrópica.

—Eso no lo decides tú —dijo Katie con desdén. Emma silbó para pedir otra birra licantrópica más.

—¿Quién… tú? —preguntó Emma con un poco de giste en la comisura de sus labios.

—¿Y por qué alguien debe decidirlo? —preguntó Katie exasperada. Luego tomó un sorbo de su canto de sirena y sintió cómo su lengua se adormecía.

—Tú lo dijiste —le recordó Emma a Katie.

—¿Cómo que…? —dijo Katie mientras recordaba lo que había dicho anteriormente. Soltó un sonido de exasperación y se calmó—. Lo que trato de decir —añadió— es que deberíamos dejar las cosas pasar —finalizó Katie con un tono resignado.

Katie se alzó su copa de canto de sirena.

—Ve lento —aconsejó Emma.

Katie sintió cómo su cuerpo le cosquilleaba: ¿era la bebida o el desamor?

—Solo estoy cansada de lo que siento —dijo Katie con lágrimas entre sus ojos.

—No es tu culpa —contestó Emma con descaro.

—¡Maldita sea que lo es! —le espetó Katie a Emma. Luego se levantó de la mesa. Todos los hombres lobos se fijaron en la escena dramática de Katie—, porque… —Soltó un suspiro de llanto— yo —La voz se le quebró— elegí enamorarme de ti —explicó Katie con una expresión de dolor entre sus facciones— aun sabiendo cómo eras —Las lágrimas pararon de manar—. Así que déjame decir que te amo —Katie se tumbó sobre el asiento. Emma sintió un revuelo—, que estoy enamorada de ti —Se señaló a sí misma y después a Emma con un ademan de desconsuelo—, que estoy sufriendo de amor —Katie dio varios toques en su corazón—. Déjame expresar lo que siento… déjame vivirlo y no trates de impedírmelo —declaró Katie.

Un impulso dentro de Emma hizo que se abalanzara sobre la mesa y besara a Katie. Aquella sabía que Emma estaba jugando, pero en realidad Emma había dado el primer paso hacia el amor, algo que Katie no lo podría creer, aunque así fuese. Katie sintió por última vez los cálidos labios lascivos de Emma. Katie la apartó de sí.

—Esta es mi resignación —anunció Katie con bastante determinación.

Emma guardó el silencio.

Los hombres lobos de la taberna se alertaron al escuchar el estrépito de la gritería de la multitud de aldeanos. Katie, con prontitud, salió de la taberna. Emma seguía los pasos de Katie. Ambas lograron darse cuenta que había un colosal Liche tratando de destruir el velo solar del santuario.

—Es Ethan —dijo Agnis. Katie lo escuchó y se avecinó hacia él. Luego llegó Emma.

Una nota apareció delante de los ojos de Sebastián, este la tomó.

—Es un mensaje del mundo mágico: están enviando élites para acá.




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