El Ser Mitológico

OCTAVA ESCENA

La estatua monástica dejó de transmitir el velo solar que protegía a toda la aldea de los lobos. Las sombras nigromantes del colosal Liche se adentraron hacia el caos del pueblo. Un niño lobo tropezó con una de las sombras nigromantes. La sombra nigromante deformó sus manos en cuchillas y estaba a punto de atravesar al niño lobo. Sebastián arrancó con ferocidad la vitalidad de la sombra nigromante.

—Escóndete en casa —le ordenó Sebastián al niño lobo, el cual estaba en llanto.

—No podemos dejar que también destruyan esta aldea —comentó Sebastián—. Katie, atráelas aquí —ordenó Sebastián.

Katie con su ropa hizo sombra sobre el suelo.

—«Encantamiento: punto sombrío de atracción» —encantó Katie. Al instante, la sombra que Katie hizo sacó varias ramas que obligaron a las sombras nigromantes a rodear a Sebastián, Emma y a Katie.

—Son muchas —dijo Emma sorprendida.

Los chicos hicieron una posición ofensiva en círculo, dándose las espaldas entre ellos mismos y, a la vez, enfrentándose a las sombras nigromantes. Una de las sombras nigromantes con un gesto furibundo arremetió contra Sebastián, este la esquivó y dio una patada trasera. Otra sombra nigromante con un gesto sagaz embistió hacia Emma, pero esta se deslizó por sus pies y dio un fuerte codazo que la hizo desaparecer. Otra sombra acometió contra Katie, pero Katie saltó, dio una vuelta en el aire y pateó la cabeza de la sombra nigromante.

Varias sombras nigromantes combatieron contra Sebastián, Emma y Katie a la vez. Sebastián se tiró en picada, saltó a lo alto y dio una caravana de patadas. Katie se lanzó hacia Emma, esta la sujetó de las manos y Emma comenzó a girar como un trompo, con el objetivo de que Katie diera un tropel de patadas. 

De manera inesperada, apareció un papiro chamuscado en frente de los ojos de Sebastián.

—¿Qué informan? —preguntó Emma y, a la par, luchaba contra algunas sombras.

—Son Las Dificultades… —dijo Sebastián perplejo.

—¿Qué…? —dijo Emma mientras dejaba de luchar.

—¡Cuidado! —dijo Katie. Luego se abalanzó contra ella tumbándola al suelo. Instantes después, una sombra nigromante saltaba con una cuchilla por donde Emma había estado. Emma sintió que, por primera vez, Katie estaba encima de ella. Katie se ruborizó, se levantó y se limpió como si nada hubiese pasado. Emma continuaba en la lucha al igual que Katie.

—Por alguna razón, Las Dificultades están obstruyendo el paso de las élites —mencionó Sebastián mientras forcejeaba con una de las sombras.

—Es como si quisieran que Agnis e Ethan continuaran en la batalla —explicó Katie, entre tanto de manera escurridiza esquivaba a las sombras nigromantes.

—¿Para qué? —preguntó Sebastián.

De repente las sombras nigromantes se desvanecieron delineando un camino evanescente hacia el colosal de Ethan. Este estaba teniendo una transformación voluble de acuerdo a la expresión de sus sentimientos más profundos. Aquel primer sumo Liche había pasado a figurar un colosal Liche, pero ahora se había convertido en su forma más álgida de Liche: Dracoliche.

—Es precioso —comentó Katie con un brillo imprudente en sus ojos.

—Ya nada podrá detenerlo —dijo Sebastián.

—¿Lo hemos perdido? —desfalleció Emma.




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