El Ser Mitológico

PRIMERA ESCENA

El compromiso bélico de los seres mágicos había sido consumado.

Por una parte, desde el noreste se aproximaba el séquito supranatural de los ángeles; desde el norte, la militancia supranatural de los hijos de la muerte; y, desde el noroeste, las tropas supranaturales de los demonios. La anterior comitiva era comandada por Ethan. Por otra parte, desde el sudoeste marchaba la milicia natural regida por Sebastián y desde el sudeste se abocaba la legión sobrenatural dominada por Emma.

—Cúbrete —le dijo Spot a Agnis mientras invocaba un escudo.

—«Purga: incertidumbre del dios» —conjuró Ethan contra tanto la milicia natural como la legión sobrenatural. En la periferia de Ethan había un espesor grisáceo hacia sus adentros y hacia sus afueras una calígine negruzca.

—«Fisicalismo: protección ambiental» —dijo Sebastián mientras el medio físico lo protegía del mandato de Ethan. En torno a Sebastián se coloreó un aura de matices cálidos e intensos, que lo hacían percibir como un ser acelerado en su comportamiento.

Emma, en transformación nocturna, izó sus dedos sensuales de su mano derecha y, de manera consecuente, absorbió la purga de Ethan con un efecto feérico envolvente. La forma crepuscular de Emma (de tonalidad grisácea clara) vestía un traje herbáceo, el cual cubría sus partes púbicas.

Los súbditos militaristas de Ethan, Sebastián y Emma arremetieron hacia el centro de la batalla. Los ángeles, demonios e hijos de la muerte iban volando velozmente con sus alas. Los mentalistas a través de su razón mental se adelantaron con la misma rapidez esencial de los seres supranaturales, mientras que los fisicalistas a través de su razón física se deslizaron por el medio físico con tanta facilidad como fuese posible. Los seres sobrenaturales, siendo los más diversos, se avecinaban por todos los medios: la superficie subterránea, terrestre y aérea.

Dicha batalla mágica dejó una cantidad copiosa de seres mágicos desfallecidos. El mundo mágico había empezado a decaer en la destrucción belicosa. Solo quedaba la batalla ardua de Ethan, Sebastián y Emma. Agnis, a través de la protección de Spot, pudo darse cuenta que la guerra mágica era atroz, insensata e insensible. Agnis comenzó a llorar, no estando acostumbrado a la guerra mágica de tal magnitud. Spot le secó las lágrimas.

La esfera mágica de Spot repentinamente empezó a retroceder en el tiempo, depositándolos en un punto del transcurso temporal de ese mundo mágico que había visto decaer. La burbuja del tiempo de Spot explotó en salpicaduras y Agnis cayó sobre el suelo frondoso quedando sentado.

—¿Qué es esto? —preguntó Agnis con más lágrimas en sus ojos.

—Esto es magia modal —explicó Spot, mientras tanto se levantaba del suelo.

—¿Esto es lo que va a suceder? —preguntó Agnis mientras secaba sus propias lágrimas.

—Sí… —contestó Spot mientras le daba la espalda para ver el amanecer del horizonte— a menos que hagas algo al respecto.

—¿Por qué? —preguntó Agnis sin darse cuenta que Spot era Natus Vincere.

—Natus Vincere —decía Spot. Agnis lo recordó y, sentado, se echó hacia atrás— es un linaje reencarnado de los seres mágicos que son… somos —corrigió— guardianes del mundo mágico.

—Ustedes son… —Se detuvo— eres —corrigió Spot— el último de Natus Vincere —comentó Spot sin dignarse a verlo.

—¿Por qué? —preguntó Agnis con renuencia.

—Porque son descendientes, mas no reencarnaciones —explicó Spot—; por ello, es posible que el mundo mágico perezca.

Agnis sintió una picada en su corazón: ¿acaso sería su culpa? Después Spot soltó una risita.

—Has renacido desde la ignorancia —expuso Spot—, a diferencia de los demás Natus Vincere. Aprende —añadió—, siente, piensa y salva: sé tú —dijo Spot con un sentido filial.

—¿Y el mundo mágico? —insistió Agnis.

—¿Este? —soslayó Spot mientras daba una vuelta para darle la cara—: los seres mágicos necesitan guardianes internos —Spot se rio— y ya conoces los comandantes de cada dimensión mágica —dijo Spot mientras daba vuelta sobre un bejuco—. No es difícil averiguarlo —repuso Spot.

Agnis se molestó por ver cómo Spot o, mejor dicho, Natus Vincere eludía la cuestión. Luego recordó haber visto durante la batalla mágica a Ethan, Sebastián y lo que parecía ser Emma, pero no había reconocido por ningún lugar a Katie. 

—¿Y los seres esenciales? —preguntó Agnis enfocándose principalmente en Katie.

—Están dispersos por la faz mágica… —Spot hizo un ademan intentando abarcar con sus manos todo el mundo.

De improviso, Spot empezó a desvanecerse y Agnis se percató.

—¿Qué debo hacer? —preguntó Agnis desesperado, refiriéndose tanto a este mundo mágico como a su mundo mágico real.

La perspicacia de Natus Vincere captó el mensaje de Agnis.

—Ni siquiera nosotros lo sabemos —contestó Spot escurridizo—. Ahora tú vas a ser parte de Natus Vincere —Spot sonrió—: eres el niño interno de cada Natus Vincere que jamás pudo expresar —dijo Natus Vincere con tono irónico—. Quizá sí seas la salvación… —comentó Natus Vincere mientras fijaba su mirada hacia los cielos— o quizá no: sé un buen mentor —puntualizó Natus Vincere antes de desaparecer.




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