El Ser Mitológico

SÉPTIMA ESCENA

—Soy Natus Vincere —se presentó Agnis mientras Emma intentaba aplastarlo con su pie. Agnis se esfumó antes de que Emma depositara su enorme pie sobre él— y he venido a conocer al titán sobrenatural —Agnis volvió a desaparecer al ver el aliento ígneo de Emma—. Y esta —Agnis apareció al lado de Katie, la cual estaba escondida— es mi aprendiz Katie de los seres esenciales.

Emma arremetió una vez más con una llamarada. Katie invocó un escudo acuoso que los protegió del temperamento de Emma. Agnis estaba detrás de Katie, observando detenidamente a Emma: le daba pavor enfrentarse a ella y, sobre todo, en ese estado.

—¿Cómo piensas hacer que razone? —le preguntó la aprendiz a su mentor.

Agnis esbozó una expresión de incredulidad.

—Esa es tu misión —dijo Agnis y dio unas palmaditas alentadoras en la espalda de Katie.

Katie se erizó.

—¿Cómo se supone…? —preguntó Katie.

—Ahí viene de nuevo —interrumpió Agnis indicándole a Katie que un rayo eléctrico se avecinaba.

Katie absorbió el rayo eléctrico con su varita mágica.

—Maga —acusó Emma a Katie.

Acto seguido, Emma comenzó a transformarse reduciendo su tamaño. La tela herbácea se convirtió en una túnica apilada de tonalidad verdosa. Sus orejas puntiagudas se encorvaron y el color de sus ojos permaneció. Emma se equipó con un bastón que, en la cumbre, tenía tres pedazos de cristales morados en rotación paralela. La rotación de los cristales desató una radiación amarillenta. Katie se inclinó ante el poder de Emma. El báculo mágico de Agnis lo protegió de la radiación sobrenatural de Emma.

Emma se acercó hacia Katie y empuñó su bastón contra ella. Agnis estaba inmóvil: debía confiar en Katie. De repente, la esfera solar de la varita de Katie reverberó alejando con ímpetu a Emma y a su radiación sobrenatural. Katie se irguió y apuntó con su varita mágica.

—«Encantamiento vital: desorientación» —La varita de Katie irradió una onda roja que se adentró en Emma.

El encantamiento «desorientación» de Katie forzó a Emma a que se transformara en su parte diurna; en pocas palabras, la obligó a que se desarmara. Agnis se regocijó a causa del ingenio aguzado de Katie. Emma se había transformado en antropoide. Agnis caminaba hacia Emma.

—Atenderás al llamado cuando sea la hora —dijo Agnis en un tono misterioso. Emma, tras la silueta de Agnis, veía con interés a Katie.

—«Encantamiento espacial: vahído del encantador» —encantó Agnis con su báculo mágico, el cual botó un espesor que hizo que Agnis y Katie empezaran a desaparecer.

—Me llamo Natus Vincere —dijo Agnis llamando la atención de los seres sobrenaturales presentes. Su voz retumbó por toda la dimensión sobrenatural dando una imagen posesa parecida a la de Bonum— y convoco a los seres mágicos a la última guerra del mundo mágico dentro de cinco tiempos matutinos.

Antes de que Agnis desapareciera, este le picó el ojo a Emma.

Agnis y Katie aparecieron sobre el pedrusco de la cascada. Agnis echó un ojo a su báculo mágico.

—Ya puedo hacer magia dimensional —comentó Agnis con emoción.

—¿Adónde vamos? —preguntó Katie feliz de salir victoriosa contra el titán sobrenatural y, en parte, sabía que era gracias a sus conocimientos de los seres sobrenaturales y, claro, de conocer la naturaleza intrínseca del titán sobrenatural.

—Nosotros… —dijo Agnis señalándose a sí mismo y a Katie en un vaivén— a ningún lado.

Agnis se acercó fraternalmente a Katie.

—Hasta aquí ha llegado tu camino como aprendiz —dijo Agnis con tono de mentor—. Necesito que hagas algo por mí y que no desconfíes de mi palabra —dijo Agnis.

Katie se zafó de su abrazo fraternal.

—¿Qué exactamente? —preguntó Katie con un tono receloso, pues le parecía que Agnis tenía la cabeza un poco desajustada.

—Necesito que impartas el conocimiento de mi sistema de magia entre los seres esenciales —dijo Agnis sin dificultad alguna— y que… —Se jaló el cuello de su túnica grisácea— les cuentes la historia que has visto de Natus Vincere —dijo Agnis con un dejo amargo—: que soy el quebrantador de la magia mística y todo lo que eso acarrea… —Agnis tomó un respiro— Además, diles que atentaré contra el mundo mágico.

—¿Por qué lo haces? —cuestionó Katie aterrada.

—Porque esta es la razón que les voy a dar para que dejen de blandir su espada entre ellos mismos —dijo Agnis mientras le daba la espalda a Katie.

—Pero la blandirán contra ti —anunció Katie mientras se acercaba y depositaba una mano indulgente sobre el hombro de Agnis.

—Esa es la idea —dijo Agnis un poco nostálgico: ¿era esto por lo que Natus Vincere había tenido que pasar?—. Escúchame con atención —dijo Agnis, entre tanto se encaminaba hacia donde la cascada caía—: dentro de cinco tiempos matutinos convocaré a todos los seres mágicos a una guerra mágica —Se detuvo con un sonido gutural—. Tú —continuó—, Sebastián, Emma e Ethan —Katie se sorprendió que Agnis nombrara al colosal supranatural con tanta facilidad— se convertirán en los guardianes de sus propias especies…




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