El Ser Mitológico (segunda edición)

Primer Acto: El Reencuentro

En un habitáculo subterráneo totalmente mohoso se hallaba una enorme piedra circular en la que yacía un ser sobrenatural al parecer a punto de ser sacrificado, sin mencionar que alrededor había una muchedumbre de antorchas azuladas que intensificaban el sacrificio ceremonial. De los conductos de aquella cueva salió una congregación de feligreses listos para empezar la ceremonia de tributo al gran demonio de la ilusión Mara. Uno de los feligreses alzó la daga encantada para ser clavada en el corazón del ser sobrenatural, el cual ya se había resignado a morir.

—Ethan, ¡Ahora! —gritó el líder elitista.

—«Conjuración espacial: parálisis corporal» —dijo aquel chico que vestía de negro mientras daba una voltereta para depositar su mano sobre lo subterráneo.

Desde el momento en el que depositó su mano sobre el suelo de aquella cueva las mismísimas sombras de ese lugar se levantaron de manera violenta y sujetaron a los feligreses dejándolos completamente inmóviles. A pesar de todo ello, la daga se incrustó en el corazón del sacrifico ceremonioso sin necesidad de un portador que la accionara.

—¡Katie! —ordenó, una vez más, el líder elitista para que auxiliara al chico sobrenatural.

Apresuradamente, Katie, la integrante menor, apareció en la cueva e, inmediatamente, se acercó al chico sobrenatural para curarlo a través de la magia de los objetos (el encantamiento), pero lamentablemente era tarde para salvarle la vida a este chico inocente. Katie se sintió nostálgicamente devastada.

Emma, una integrante más de la élite, apareció al lado de Katie, la abrazó por detrás y, de alguna manera, le devolvió el ánimo a Katie. Esta se volteó con rapidez hacia Emma y la abrazó con tantas fuerzas que pensó que había abrazado a la misma nostalgia. «Se siente bien abrazar… la», se dijo a sí misma Katie, tratando de negar un poco lo que sentía. Instantes después, Ethan se unió al abrazo amistoso, mientras Sebastián, el líder que sólo ordena, les recordaba en la pequeña incómoda situación en la que estaban: en un ritual de feligreses ideológicamente enceguecidos.

De repente, las antorchas se tornaron de un color rojizo fulminante, como si el tributo sacrificado fuese la gasolina o el motor de su avivar. Segundos después, en las paredes de la cueva se hicieron agujeros por los cuales emergió una enorme multitud de esqueletos andantes con un cráneo arácnido. Una de ellas se desprendió y arremetió contra Emma.

—¡Cuidado con el c… araña! —balbuceó Katie mientras pateaba al cráneo arácnido.

Todos los chicos estallaron de risa. Katie se achantó.

—¿En serio, Katie, caraña? —bromeó Sebastián mientras combatía los esqueletos.

—No sabía que había una nueva especie de arácnidos —se burló Ethan—, ya sabes, las carañas —dijo Ethan no pudiendo contener la risa.

Emma simplemente reía.

Mientras la élite combatía con los esqueletos, uno de los esqueletos asesinó a algunos feligreses, quienes todavía se encontraban en parálisis por el conjuro de Ethan. Sebastián se dio cuenta.

—Protejan a los feligreses —ordenó Sebastián.

Todos hicieron un círculo protector alrededor de la congregación, pero los cráneos arácnidos eran aún más sagaces que la élite, por lo que la congregación fue masacrada. Al parecer, el objetivo de los esqueletos andantes era asesinar a la congregación, porque, después de ello, los esqueletos andantes se convirtieron en puras piezas huesudas, nada más.

—Lo veían venir —comentó Emma.

—No, estaban prevenidos —explicó Ethan, entre tanto notaba que la congregación tenía más de una daga, listas para ser incrustadas en sus propios corazones.

Frente a Sebastián apareció un papiro con un mensaje del mundo mágico: «A todas las élites del mundo mágico, reúnanse». Las élites son grupos mágicos que comandan en el mundo mágico, los cuales se conforman por los integrantes, el líder y el mentor: son uno de los núcleos sociales del mundo mágico.

—¿Acaso puede ser…? —preguntó Ethan un poco ansioso, aunque no se le notó.

Katie, automáticamente, abrazó a Ethan. Luego, sin ser ordenada, tomó la mano de Ethan y lo condujo a la salida de la cueva, hacia el mundo sobrenatural.

—No lo sabremos si no lo averiguamos —dijo Katie sin perder la esperanza y, además, estaba avergonzada por dejarse llevar de sus sentimientos.

—Chicos, espérenme —gritó Sebastián para que no lo dejaran atrás.

Emma rechistó la actitud inmadura de todos ellos. «Aquí volvemos de nuevo», se dijo para sus adentros, como si tratase de darse ánimo. Luego se encaminó rápidamente hacia ellos.

Sin dudar al llamado del deber, esta élite se dirigía remotamente hacia la ciudad mágica. Esta ciudad consiste, prácticamente, de tres ciudades, cada una, con una forma casi esferal, las cuales, a su vez, yacen integradas de manera triangular: la ciudad hechizada, la ciudad encantada y, por último, la ciudad conjurada.

En el centro de esta organización triangular se encuentra la base militar del elitismo, cuya función primordial es proyectar un halo de luz protector que, de acuerdo a la forma de la ciudad mágica, conforma un haz piramidal, el cual es interceptado por cada ciudad mágica. Esto con el fin de protegerse de la oscuridad de los seres sobrenaturales.




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