El tintinar de las campanas del reloj anunciaba que era un nuevo día.
—Ven, tienes que levantarte —le dijo Spot a Agnis al notar que este se había cubierto con las cobijas, haciendo caso omiso del chirrido sonar del despertador.
Sin tener otra opción, Spot se echó al hombro a Agnis, lo cargó hasta la ducha, lo depositó en la bañera y, sin remordimiento alguno, dejó caer el chorro frío de agua sobre la cabeza de Agnis. Spot se marchó antes de que Agnis relinchara como era de costumbre. Agnis, totalmente molesto, se levantó como si hubiese sido arrancado del sueño más plácido.
—¡Spot! —graznó Agnis con la boca llena de agua.
Mientras Agnis se alistaba, sintió que una reflexión nostálgica lo estaba inundando: el sentimiento de ser arrancado de una sociedad en la que no encajaba. Después de haberse arreglado, se acercó al colchón y, de espaldas, se dejó caer sobre él, completamente desesperanzado. Spot, quien estaba preparando el desayuno, logró caer en cuenta de que Agnis estaba siendo subsumido en la desesperación.
—¿Por qué debería seguir saliendo…? —le preguntó Agnis a Spot mientras se volteaba en el colchón dándole la espalda.
—Porque has estado trabajando lo suficiente en tu colección de dibujos para que el mundo los admire —respondió Spot a la vez que lo abrazaba como si fuese familia suya.
Agnis se soltó de los brazos de Spot de una manera cortés, se paró de la cama sin disimulo y fue a lavarse los dientes. Agnis, la verdad, se sentía incómodo haciendo sentir mal a Spot, pero es que este no era su momento, quizá ninguno de los momentos era su momento. Tras el reflejo del espejo, Agnis notó que Spot yacía detrás de él. Agnis dejó caer una lágrima.
—Sé que ha sido difícil —comento Spot, entre tanto colocaba sus manos sobre los hombros flácidos de Agnis.
—No es tu culpa… —confesó Agnis con un suspiro resignado—, sólo que sentirse aislado nunca ha sido mi fuerte…
—Siempre has tenido la suerte de tenerme —bromeó Spot con una sonrisa.
—Es verdad… —dijo Agnis con algunas risitas de por medio—. Menos mal que me encontraste —desembuchó Agnis, sintiéndose un poco liberado, realmente agradecía que Spot lo hubiera elegido.
Spot, un trisquel mágico, es uno de los objetos encantados más solemnes creados por los druidas. Spot, hace mucho tiempo, encontró a Agnis totalmente aislado del mundo mágico, como si se tratase de un individuo que quisiera hacer parte del mundo, pero que, en realidad, no hace parte de él. Ese sentimiento alguna vez también hizo parte de Spot, razón por la que escogió a Agnis como su poseedor, para que ambos fuesen salvados de este mundo un tanto despótico.
—Te aseguro que hoy es tu día —animó Spot a Agnis.
—Eso me dijiste el mes pasado —le recordó Agnis a Spot, queriendo decir que era un adivinador pésimo.
Spot se le burló a Agnis en la cara.
—Tienes una memoria pésima —le contrarió Spot. Después, lo levantó en sus brazos y le hizo dar vueltas y más vueltas—. Hace un mes dije que este es tu mes…
—Ninguno de estos días ha sido mi mes —dijo Agnis mientras colocaba los pies sobre el suelo, un poco mareado.
—Bueno… —intentó decir Spot, pero Agnis con su dedo índice lo calló—. Espero que hoy tengas razón —le dijo muy seriamente Agnis.
Los dos no aguantaron la risa y empezaron a reírse como locos. Ambos se desplomaron sobre el colchón. Agnis suspiró.
—Tenemos que separarnos… —dijo Agnis.
—¿Así de mal están las cosas entre nosotros? —dijo Spot tomándole el pelo a Agnis.
—¿Qué…? —Agnis se incorporó sobre el colchón—. No claro que no —dijo mientras se enredaba con las palabras—. Tú sabes a lo que me refiero.
—No, definitivamente no me gusta separado —dijo Spot con una voz obstinada.
—Tenemos que… —explicó Agnis tratando de que Spot accediera—. Mira, si podemos llegar a más gente, quizá nos vaya bien y… —le objetó Agnis— eso es trabajo de dos, no de uno —declaró Agnis a la vez que cruzaba sus manos.
Spot accedió refunfuñando.
Agnis comenzó a alistar las colecciones de obra pictórica para entregárselas a Spot. Este, al recibir las colecciones, asió los brazos de Agnis con una expresión escrupulosa, como queriéndole advertir a Agnis de que tuviera mucho cuidado.
—Ten cuidado… Ha habido mucha presencia de élites mágicas… Eso no puede ser para nada bueno.
Agnis, por un momento, se tomó las cosas en serio, luego se mofó de la actitud protectora de Spot. Después se empinó lo más que pudo y besó la barbilla de Spot, deseándole que la suerte estuviera de parte de él.
—Tú eres mi spot y yo soy tu Agnis… No ha de ser difícil reencontrarnos.
Spot se relajó un poco, luego se marchó del hostal donde habitaban. Agnis echó sus colecciones en una maleta y se preparó a salir del hostal donde vivía. Dentro del corazón de Agnis se hospedaba la esperanza de poder congeniar con el mundo, con las personas que lo habitan, de llegarle con una respuesta grata a Spot.
Al parecer, todo lo que importaba en Agnis era Spot.
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Editado: 23.12.2022