El Ser Mitológico (segunda edición)

6

—¿Actividad Tulpa? —dijeron Agnis y Katie al unísono. Después estaban haciendo algún tipo de baile raro en círculos con la frase repetida una y otra vez «no… no… no…».

—¡Deténganse! —les espetó Emma irritada.

Ambos chicos se detuvieron, ladearon su cabeza y prestaron atención.

—¿Qué pudiste observar, Ethan? —interrogó Sebastián.

—No hace parte de nuestra imaginación —comentó Ethan—, es el entorno el que ha cambiado.

—Estamos en serios problemas —musitó Emma cerca a Sebastián y a Ethan para que ni Agnis ni Katie se alertaran.

—Lo estamos —reiteró Sebastián con una gran carcajada mientras se rascaba la parte trasera de su cabeza.

Katie y Agnis estaban confundidos por el modo de reírse de Sebastián.           

—No es tiempo de reírse —manifestó tajantemente Ethan.

—Siempre es tiempo de reírse —dijo Sebastián mientras los estrechaba por los hombros y, a la vez, los conducía hacia Katie y Agnis.

Cuando estaban cerca, Sebastián soltó a Ethan y a Emma.

—Creo que no nos hemos presentado antes —mencionó Sebastián—. Yo soy Sebastián y soy un fisicalista de los seres naturales —se presentó Sebastián mientras se señalaba a sí mismo.

—Yo soy Katie, un ser esencial —Se interpuso Katie con un gesto emocionado.

Emma quedó viendo a Katie.

—Yo soy Emma, un ser sobrenatural híbrido.

—Parece que ya nos habíamos presentado —le dijo Ethan mientras, una vez más, daba un paso adelante desafiante.

Agnis dio, otra vez más, un paso inseguro atrás.

—Ethan… —rechinó Sebastián. Ethan volteó los ojos.

Agnis ya estaba cansado de la miseria de Ethan.

—Es cierto… —decía Agnis con una voz segura. Los demás chicos prestaban atención—. Dijiste que te llamabas Ethan —Agnis soltó una risita—. Qué agradable nombre —Agnis dio un paso adelante hacia Ethan con una sonrisa satisfactoria y con la mirada agachada—, ¿no? —Agnis subió la mirada hacia donde Ethan—, recuérdame mi nombre… —retó Agnis.

Hubiera parecido que Ethan rugió, si no hubiese sido porque Ethan es un ser supranatural.

—¿No te lo sabes, Ethan? —se burló Emma de Ethan.

—Amigo, eso es un golpe bajo —le dijo Sebastián con una sonrisa medio disimulada.

Agnis cayó en cuenta de lo que había hecho.            

—Lo siento… —se disculpó Agnis, especialmente con Ethan—, soy Agnis…

Ethan se marchó del lugar, no quería seguir viendo a Agnis. Los demás le echaron un vistazo a Agnis, esperando a que dijera algo más al respecto.

—¿Qué eres? —le recordó Emma.

Ethan dejó de caminar, esperando también escuchar la respuesta.

—No lo sé —respondió Agnis.

—¿Cómo no lo…? —intentó cuestionar Emma, pero Sebastián la silenció.

—Algo se aproxima —dijo Sebastián mientras sentía un conglomerado de presencias físicas bien robustas acercarse.

Agnis hizo un sonido gutural. Katie se hizo al lado de Emma para sentirse protegida.

—¡Gigantes elementales! —gritó Ethan, al instante conjuró un campo impenetrable de protección alrededor de todos los chicos.

Los gigantes elementales son, normalmente, seres sobrenaturales gigantescos que pueden utilizar de manera monstruosa los elementos, alrededor de ellos existe un aura colorida protectora compuesta del elemento que son capaces de controlar.  Uno del montón de gigantes elementales, el de color azul, expulsó una enorme bola escarchada, que gracias al campo de Ethan congeló todo en las afueras, pero nada ocurrió adentro.

—Son demasiados —dijo Katie un poco asustada.

Agnis estaba completamente atónito.

—Después de todo son tulpas —afirmó Sebastián—. Los seres que se manifiestan acorde a los sentimientos o creencias de los individuos, inclusive pudiendo llegar a transformar el mismo entorno mágico de los seres —expuso Sebastián—. Por ello, su poder incrementa con el tiempo a medida que nuestro poder decrece…

Agnis tragó saliva del discurso terrorífico de Sebastián.

Sebastián como líder tenía que inventarse un plan que los sacara de ese pequeño inconveniente. Para ello, debía saber cuáles eran las capacidades de Agnis, para poder todos funcionar como una élite, sólo así podían salir de ese apuro y, quizá, de muchos otros más.           

—¿Qué magias puedes utilizar? —le preguntó Sebastián a Agnis en un tono estricto.

Agnis primero lo miró, luego esbozó un rostro de no-esperes-mucho, que fue exactamente lo que Sebastián esperaba.            

—¿Hechizas? —interrogó Sebastián.

Agnis disintió.

—¿Encantas?

Agnis disintió una vez más.

—Así que puedes conjurar —dijo Sebastián mientras le daba la espalda.

—No… Tampoco…




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