El Ser Mitológico (segunda edición)

7

Al recordar a Spot, Agnis escapó del lugar en el que se hallaba para poder buscarlo.

—Espera… —ordenó Sebastián, pero Agnis ni se inmutó.

Parecía que Ethan lo único que sabía hacer respecto a Agnis era interponerse en su camino.

—¿Adónde vas, pequeño? —inquirió Ethan con un dejo sarcástico en su voz.

«¿Qué tiene en contra de mi estatura?», se preguntó Agnis a sí mismo un poco irritado. La verdad era que Ethan era mucho más alto, mucho más corpulento y mucho más concupiscente. Ethan le atisbó una mirada lasciva; Agnis experimentó un frío agudo adentrarse a través de la mirada de Ethan. Agnis se volteó y le dio la espalda a Ethan, sabía que con él no iba a poder solucionar nada.            

—Sebastián… —clamó Agnis—, tengo que encontrar a Spot…           

—¿Spot? —le preguntó Katie curiosa, quizá había algo más especial en Agnis y Katie quería averiguarlo.

—Es mi trisquel mágico… —les explicó a todos ellos—, pero no lo llamen así —se contrarió a sí mismo—, su nombre es Spot —dijo con una sonrisa, esa sonrisa que trae el recuerdo.           

Ethan se le adelantó a Agnis y se dirigió hacia Sebastián.            

—Sabes que no podemos… —le recordó Ethan.            

—Por favor —le suplicó Agnis mientras trataba de acercarse a Sebastián—, es lo único que tengo —Suspiró—, no soy nada más…           

Agnis se sintió un poco molesto, ¿por qué tenía que explicárselo todo a ellos? y, además, ¿por qué debía pedirles sus consentimientos? Quizá les estaba pidiendo ayuda.            

—Mientes… —lo acusó Sebastián con un tono displicente—, un trisquel mágico no puede estar lejos de su poseedor… De lo contrario, puede llegar a desarmarse.

Agnis no lo sabía, por lo que expresó mucha angustia.

—¿No sabes eso? —le preguntó Emma incrédula—, entonces ¿cómo esperas que te creamos que tienes un trisquel mágico?

Agnis estaba escéptico.

—¿Por qué habría de mentirles? —les preguntó Agnis realmente ofendido.

Ahora, Agnis entendía por qué Spot siempre evitaba alejarse en lo posible de Agnis, porque, como ya lo había notado, después de que se alejaban Spot tenía alguna clase de bajón. Agnis había pensado que así era el comportamiento de un trisquel mágico. Spot nunca hablaba de ello, lo poco que conocía de él era con respecto a Agnis.

—No sé… —contestó Ethan—, eso lo debes saber tú, ¿no? —afirmó con dureza Ethan.

Katie sólo era una espectadora. En verdad quería apoyar a Agnis, porque en el fondo le creía lo que decía. «¡Qué emoción, un trisquel mágico!», se dijo a sí misma disimulando cualquier gesto que pudiera delatarla.

—No les estoy pidiendo permiso… —aseguró Agnis con determinación.

Luego Agnis se marchó en cualquier ruta. Sebastián, molesto, con celeridad se puso enfrente de Agnis. Este se detuvo ante los ojos hervientes de Sebastián. Katie se encogió de hombros por Agnis.

—No es un juego —le espetó Sebastián con énfasis en cada palabra que articulaba.

—¿Crees que no lo sé? —le replicó Agnis mientras le indicaba todo el lugar extraño en el que estaba—. Ustedes… —Agnis botó una lágrima— se tienen unos a los otros —dijo mientras señalaba a los otros chicos, que estaban detrás de ellos dos—, yo no tengo a nadie —Soltó un gemido ahogado—, no… —dijo ladeando la cabeza en un vaivén—, tengo a Spot… —Salieron más lágrimas—, te supliqué que me ayudaras a buscarlo, pero decidiste no creerme…

La cólera de Sebastián se esfumó. Los demás chicos sentían algún tapujo emocional, menos Ethan, por supuesto.

—Te ayudaré… —declaró Sebastián, pues ¿cómo podía resistirse a las súplicas de socorro de este chico?—, pero en mis términos —le avisó Sebastián a Agnis.

—Sebastián… —intentó rechinar Ethan, pero Sebastián con la mirada lo fulminó.

—Ya tomé una decisión —afirmó Sebastián, aunque sabía que estaba siendo duro con su élite—. Chicos, saben que yo… —trató de decir, pero Katie, abrazándolos, cogió a Emma y a Ethan por los brazos y se encaminaron juntos hacia Sebastián.

—Sabemos que es difícil la decisión que tomaste, te comprendemos y te apoyaremos —dijo Katie con un tono melodramático como si estuviera recitando. Emma e Ethan a su lado estaban de acuerdo con Katie, pero no iban a decírselo a Sebastián.

Aunque no fuera parte de la élite, a Agnis lo invadió un sentimiento de fraternidad elitista. De la pura emoción, se introdujo en el centro de todos ellos y los estrujó. Desde hacía mucho tiempo, la élite volvió a sentir ese calor familiar característico de las élites o cualquier otro grupo mágico.           

Después de un buen rato, la élite dejó de estrujarse por más tiempo, quizá Agnis se había tomado eso de los abrazos muy en serio.            

—Chicos… No es por desesperanzarnos… —Katie tenía una voz alentadora, a su manera—, aunque posiblemente lo haré —decía Katie como si hablara consigo misma—, pero ¿cómo lo vamos a encontrar aquí… —hizo un gesto de auxilio— en medio de la nada? —cerró con un tono dramático.

—Yo… —gritó Agnis a la vez que daba un salto— tengo algunas ideas —decía mientras todo avergonzado acomodaba su postura.




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