El Ser Mitológico (segunda edición)

Tercer Acto: el festejo del rito

Todo lo que se podía percibir mientras Agnis corría con los ojos vendados era una zona heterogénea de vivencias sentimentales.

Agnis presentía que susodicha decoloración era un espacio intenso de sentimientos, algo así como una insensibilidad de pensamientos o, quizá, sólo sentirse íntimamente en decaimiento emocional.

En tanto que escapaba del martirizador de sus sueños, Agnis jadeaba con vehemencia como si quisiese ser alcanzado.

Agnis presagiaba que el chirriar de las cadenas del castigador anunciaba que la calamidad lo había encontrado después de todo por lo que había pasado: simplemente resollar para el verdugo de sus sueños.

—¿Crees que puedes escapar de mí? —dijo una voz mientras reía con frenesí—. Todos pueden escapar, excepto tú, Agnis —Malum puntualizó con una de sus carcajadas diablescas.

Una sucesión de cadenas esclavizó la voluntad de Agnis por completo, como si se tratase de hilos que parasitan sus emociones.

—¿Qué buscas —Agnis jadeó— de mí? —Agnis soltó un sollozo involuntario.

A lo largo de ese lugar se escuchaba el jadeo perturbable de Agnis, como si quisiese de una vez condenarlo al mísero juicio que, en su momento de acecho, aguardaba por él.

—¿Buscar de ti? —se le mofó Malum mientras le daba la vuelta a Agnis.

Una grotesca saliva se desaguó por la comisura izquierda de los labios de Agnis, avisando que Agnis estaba perdiendo el control de sí mismo.

—Mejor que nunca —le runruneó Malum al oído por la parte trasera—. ¿Qué esperas tú de mí? —le preguntó Malum en una forma pecaminosa.

Sin esfuerzo de poder oponerse, Agnis se dejó tumbar contra el cuerpo hedonista de Malum.

—No espero nada de ti —le escupió Agnis mientras sentía un deseo pecaminoso.

Malum, con ojos gatunos, comenzó a drogarse con la esencia mágica de Agnis.

—Pese a ello, sigues esperando mucho de mí —le susurró Malum mientras seguía inhalando el aroma mágico de Agnis.

Agnis se estaba dejando llevar de los placeres de Malum.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Agnis con la lengua salida.

Malum mordisqueó el cuello remiso de Agnis.

—¿Es de tu gusto? —le preguntó Malum después de que Agnis dejara escapar un gemido.

La sangre borbotaba de la garganta de Agnis.

—Jamás podrá gustarme —le contestó Agnis con renuencia.

Malum dejó de ingerir su sangre mansa.

—Es irónico, ¿no lo crees?

Agnis estaba perdiendo la voluntad de poder oponerse.

—¿Qué…? —murmuró Agnis.

Malum olisqueó la sangre que drenó de Agnis.

—Ser capaz de degustar en ti la esencia de Ethan o… —Malum puso los ojos negros— la de Ryan.

En lo que pudo Agnis se encogió de hombros.

—¿Quieres saber cuál de las dos prefiero? —le preguntó Malum con un ardid.

Agnis estaba empezando a doblegarse.

—Me preguntaba por qué no lo elegiste —le atrincheró Malum.

Agnis se turbó.

—Él hizo su elección —le dijo Agnis con desdén.

Malum cada vez se divertía más.

—Así como tú también —le objetó Malum—. ¿En qué recae la diferencia?

Agnis se conmovió con sólo pensar en eso.

—En lo que siento —se le zafó Agnis.

 Malum alzó a Agnis para que sus cadenas empezaran a estirar cada extremidad de él.

—¿Qué sientes? —le preguntó Malum todo curioseado con doble sentido.

Agnis estaba siendo sujetado por las cadenas de Malum.

—Que me estás corrompiendo —le atizó Agnis.

Las risas macabras de Malum retumbaron en todo el lugar.

—Te estoy corrompiendo —le confirmó Malum.

Agnis esbozó una expresión facial de desconcierto, de incomprensión y de aflicción.

—¿Para qué? —le preguntó Agnis.

Agnis alcanzaba a entrever a través del vendaje que la silueta de Malum daba vueltas por ese ominoso espacio.

—Porque estás hecho de la misma esencia de la que estoy hecho —declaró Malum.

Malum dejó de caminar, se avecinó contra Agnis, se fijó en él y apretó sus cachetes con su mano derecha, limpiándole con el pulgar la saliva que escurría involuntariamente de Agnis. Este esquivó el apretón de Malum. Enseguida, Malum lo miró directamente a los ojos, como si fuese capaz de ver a través de la venda lasa que recubría su visión.

«Nunca tengas contacto visual…», le recordó Ethan a Agnis sabiendo que Malum lo estaba acechando. Agnis apartó la vista bruscamente de Malum.

—No soy malo —contrarió Agnis.

Malum sonrió dejando al descubierto una hilera de dientes afilados.




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