El ser que habita en mi

La alegría se presenta en color amarillo.

Decir que no estaba ansiosa por seguir descubriendo la belleza de Roma con Gabriel, sería mentirme a mí misma. Ansiaba volverlo a ver de nuevo, deseaba observar sus ojos azules y sumergirme en ellos. Gabriel en tan sólo un día había conseguido demostrarme la belleza de la vida, y que la esperanza es lo último que se pierde.

Salgo del orfanato con destino al centro, pero a diferencia de otros días mi estado de ánimo no es deprimente. Al llegar a este visualizo a Gabriel entre el gran cúmulo de gente que se encuentra en la entrada, de su brazo está colgada Adrienna Bella. Me entran ganas de salir corriendo en la dirección opuesta. ¿Cómo he podido ser tan ilusa y pensar que alguien se fijaría en mí de verdad? Una mano me detiene.

-Lucinda-No soy capaz de mirarlo, es más prefiero no hacerlo. Sé que si lo hago volveré a perderme en su mirada y no quiero volver a pasar por ello.-Lucinda por favor ¿Puedes mirarme?

-Sabes que puedes quedarte con nosotros ¿Verdad?, pero solo si prometes no estorbar mucho y no mirar a Gabriel fijamente-Esas palabras son de Adrienna. Reconocería su voz en cualquier parte-Es de muy mala educación mirar a la gente muy descaradamente ¿No te lo han enseñado tus padres? Ups, lo siento, no me he percatado. De todos modos ya te lo digo yo, además tus ojos resultan aún más intimidantes. Deberías ponerte unas lentillas o algo, cuando tengas algo de dinero ahorrado claro-Aquellas palabras, se estaban clavando en mi interior como agujas ardientes, pero como ya estaba acostumbrada a esas palabras fingí como que no me hacían daño.

-Lo tendré en cuenta. Gracias por el consejo-Le digo a Adrienne, al mismo tiempo que me giro para verla.-Pero según tengo entendido también es de mala educación agobiar a la gente, y creo que tú en eso te llevas la palma-Le comento señalándole su brazo fuertemente agarrado al de Gabriel, quién deja entrever una sonrisa.

-Creo que Lucinda tiene razón en eso Adrienne.-Dice Gabriel, al tiempo que se libera del agarre de Adrienne.-Además, es de mayor mala educación burlarse de una persona Adrienne, ya sea por su aspecto físico o por la historia de su pasado. Para tu información, los ojos de Lucinda no me intimidan, sino todo lo contrario, me parecen los más hermosos que he visto en mi vida.-Aquellas palabras consiguen que lo mire de nuevo y que me pierda en su sonrisa. Me ofrece su mano que acepto con gusto, y juntos caminamos a nuestro salón en donde nos sentamos nuevamente juntos.

Las clases transcurren como el día anterior, conmigo y Gabriel juntos, intercambiando palabras e historias. Al terminar las clases nos despedimos hasta la tarde, momento en que seguiremos descubriendo Roma.

Cuando llego al orfanato, me hago unos raviolis con salsa al pesto que me tomo en mi habitación, al tiempo que pienso que lugares descubriré con Gabriel. Al terminar, me lavo los dientes y me quito el uniforme del colegio. Decido ponerme un vestido de tiras blanco con rayas verticales de color rosa y mantener en mis pies al igual que el día anterior los zapatos del centro. Recojo mi pelo en un moño deshecho y alto. Me miro en el espejo, y la imagen que me devuelve me deja satisfecha. Salgo del orfanato con destino al centro, en donde una vez más Gabriel me está esperando.

-Buenas tarde principesca.-Me saluda Gabriel, al tiempo que deposita un beso en mi mejilla.-Hoy mi querida guía me ha dicho que nos podemos perder en la Galería del Arte moderno.

-Tu guía es muy sabia.

-Como tu torre. Muy bien, podemos coger el autobús hasta Vía Francesco Crispi y a partir de ahí vamos andando.-Asiento ante la oferta.

Nos subimos en el autobús, en el cual nos tenemos que permanecer levantados por la gran cantidad de gente que en él se encuentra. Gabriel me sostiene por la cintura con una mano al tiempo que se agarra con la otra a una de las barras de las que dispone el autobús. Cuando llegamos a nuestra parada, bajamos del autobús y dejamos soltar un respiro de alivio.

-Creo que si tuviese que estar un minuto más en ese autobús me tiraría por la ventana.

-No seas exagerado. Podía ser peor.

-Sí, si te perdiese de vista en ese autobús sería peor.-Sus ojos se posan sobre los míos. Aparto la mirada avergonzada ante su respuesta.- ¿Por dónde tenemos que ir ahora?

-Pues según esto debemos dirigirnos al noroeste por Vía Sistina hasta Vía Francesco Crispi y luego continuar recto por la Piazza della Trinitá dei Monti. En esta podemos observar la Plaza de España y la Trinitá dei Monti.

Caminanos hasta llegar finalmente a la Plaza de España. Era majestuosa con su escalinata que llevaba a la Trinitá dei Monti y con su fuente en forma de barca. Decidimos, sentarnos en las escaleras un rato para contemplar a unos artistas callejeros que estaban llamando la atención del público con un hermoso baile. Al terminar el público los aplaudió, y nosotros los imitamos. A continuación de eso continuamos nuestro camino. Seguimos todo recto por Vía della Trinitá dei Monti y Viale Gabriele D'Anunzzio en donde giramos a la derecha para dirigirnos a la Piazza del Popolo. Esta es conocida como la puerta de Roma. Una vez en esta, contemplamos el gran obelisco egipcio, situado justo en el centro.

-Este obelisco egipcio de 24 metros de altura fue dedicado a Ramsés II, y es conocido como Obelisco Flaminio. Se encontraba ubicado en el Circo Máximo desde el año 10 a.C hasta que se trasladó aquí en el año 1589.-Dijo Gabriel al tiempo que leía en su guía.




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