El ser que habita en mi

CAPRI

El día de la excursión había llegado al fin. Decir que me encontraba entusiasmada era quedarse corta. Por fin vería por primera vez el mar.

He perdido ya la cuenta de las veces que he revisado la maleta, tratando de no dejarme nada olvidado. Incluso elaboré una lista con la ayuda de Rosalie, para comprobar mejor lo que me llevo. Estoy tan nerviosa que he hecho que hasta Rosalie lo esté. Por suerte Adrien me acompaña en este viaje; lo cual hará que mi nueva experiencia sea mejor.

Nos encontramos todos ya frente al autobús, guardando nuestra maletas. A todos se nos ve con cara se cansancio;pues todavía el sol no ha salido. Por fortuna, el viaje aun es lago por lo que nos permitirá descansar, y de este modo durante ese tiempo no escucharé lo pensamientos repulsivos de mis compañeros.

Me subo al autobús y me siento al tiempo que me saco mi abrigo, mi bufanda y los guantes; los cuales guardo en el maletero situado justo encima de los asientos. Al poco, siento un peso en el asiento de al lado, y un cálido beso en mi mejilla.

-Buenos días preciosa. ¿Estás preparada?-Asiento en dirección a Adrien, quién me regala una de sus sonrisas, al tiempo que agarra una de mis manos.

Cuando todos están subidos en el autobús, este empieza a arrancar dejando atrás poco a poco Roma. A medida que el tiempo va pasando noto como mis párpados se empiezan a cerrar a pesar de que lucho para evitarlo;pues no quiero perderme nada.

-Apoya tu cabeza en mi hombro y duérmete. Descansa un poco, todavía queda algo de viaje. Además entre tu y yo la película que nos han puesto no ayuda a mantenernos despiertos-Al final acabo aceptando la oferta de Adrien, quién nos acaba tapando con su abrigo. Lo último que siento antes de dormirme y de llegar a nuestro destino para coger el barco que nos llevará a Capri, es un beso en mi frente seguido de una corriente que recorre todo mi cuerpo.

-Despierta dormilona, tenemos un barco que coger-Abro lentamente mis ojos, para encontrarme con el azul profundo de los ojos de Adrien. ME giro de tal forma que pueda ver el exterior. Allí está, el mar, el inmenso océano, tan azul y mágico como siempre lo había imaginado.

-Es increíble.

-Lo increíble es que dentro de poco vamos a estar cruzándolo en barco, y luego vamos a estar rodeados de mar.

Acabamos bajando del autobús y recogiendo nuestras maletas. Todos seguimos a los profesores que nos acompañaban en el viaje, hasta llegar frente a nuestro ferri.

-Buenos días jóvenes, soy Paolo el capitán de este barco-Todos les devolvimos el saludo a la vez-Me agrada ver que voy a transportar a un grupo tan maravilloso como el vuestro. Si hacéis el favor dejad las maletas aquí, mis ayudantes os las subirán. Y sin más que decir os deseo un gran viaje. Podéis subir al ferri.

A pesar del frío que hacía quería quedarme en el exterior, para contemplar el hermoso paisaje que se extendía frente a mis ojos. Por raro que parezca, tenía la sensación de que ya había visto el mar con anterioridad. Un chapoteo en uno de los lados del barco me hizo dirigir la vista en esa dirección, para encontrarme con una familia de delfines nadando. La imagen me produjo dos sentimientos encontrados: por un lado ternura, y por el otro añoranza ante el hecho de que yo nunca había conocido a mi familia. Lo único que me quedaba de ellos era mi broche.

-Estamos a punto de llegar ya-Me dice Adrien, que me aleja de mis pensamientos.

-Capri, allá vamos-Respondo, mirando a la isla que tenemos justo delante nuestra.

Desembarcamos en el puerto de Capri, para allí coger un autobús que nos llevará a nuestro hotel, en el cual dejaremos nuestras cosas y desayunarémos. Una vez que llegamos a este, nos asignan a cada uno una habitación. Justo en el momento en que están a punto de darme la llave de mi habitación, el recepcionista, un anciano muy amable se me queda mirando directamente.

-¿Te conozco?-Yo niego con la cabeza.-Pues tengo la sensación de que te conozco, de que he he visto con anterioridad;aunque ahora que lo pienso eso sería imposible porque te pareces a una joven que vi en mis tiempos mozos. El parecido es increíble; aunque ella era algo más vieja.-Agarro mi broche por instinto, el cuál se lo queda mirando.-Hasta tienes el mismo broche que ella.

La posibilidad de que aquel anciano, en su día conociese a mis padres me llena de esperanza por saber algo de ellos. Le enseño la foto del broche.

-¿Era esta la pareja?-Observo como la mira con detalle, sacando de sus labios una sonrisa. A continuación asiente en mi dirección.

-Era una pareja muy encantadora. Se los veía muy enamorados y siempre juntos. Yo fuy su guia durante su estancia en la isla. Al final nos hicimos amigos. Me alegra ver que han tenido una hija. ¿Que ha sido de ellos?

-Ellos fallecieron en un incendio cuándo yo todavía era un bebé-Le respondo guardando el broche de nuevo.

-Siento oir eso. Nadie merece algo así.

-Usted pareció conocer bien a mis padres, me podría hablar de ellos. No se nada de ellos.

-Claro que me encantaría hablar de Lucinda y Gabriel.

-¿Mi padres se llamaban así?-Saber que llevaba el mismo nombre que mi madre me hacía sentir feliz; pues eso demostraba que me quería.




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