Black Hollow, 1993
El bosque respiraba.
Sarah Jacobs lo supo en el instante en que sus zapatos se hundieron en el barro frío, en el momento en que el viento le arrancó un grito de la garganta y lo convirtió en algo que sonó a risa ahogada. Corría, pero no hacia la carretera, no hacia la seguridad. Corría del pueblo. De ellos.
Su vestido amarillo—el que su madre le había planchado esa mañana con esmero—ahora estaba desgarrado, teñido de una sustancia oscura que brillaba bajo la luna como aceite. No era barro. Lo sabía porque el barro no huele a cobre podrido.
—¡Sarah! —la voz de Ben, su hermano pequeño, se quebró detrás de ella—. ¡Por favor, para!
Pero no podía. No después de lo que había visto en el sótano. No después de escuchar a su madre susurrar: "Es por el bien del pueblo" mientras el alcalde sostenía aquel cuchillo curvo.
Algo le rozó el tobillo.
Sarah cayó, la cara golpeando la tierra helada. Cuando se volteó, no había nadie. Solo las raíces de los árboles, retorciéndose como garras.
—Vuelve, Sarah —susurró una voz que no venía de ningún lado y de todos a la vez—. El ritual no está completo.
Un farol se encendió a lo lejos. No era ayuda. Era ella. Su madre, avanzando entre los árboles con una sonrisa que no era de preocupación, sino de hambre.
Sarah se arrastró hacia el pozo abandonado, el mismo donde jugaba a esconderse con Ben. Si llegaba allí, podría bajar. Podría—
El agua en el fondo era negra. Demasiado negra.
Y cuando Sarah miró hacia abajo, no vio su reflejo.
Vio a otra niña. Pálida. Con los ojos vacíos y la boca abierta en un susurro que subió hasta ella como un gusano arrastrándose por el oído:
—Todos vuelven. Tú también volverás.
Los faroles se acercaban. Los gritos de Ben se mezclaban con algo peor: cánticos.
Antes de que las manos la alcanzaran, Sarah arrancó la última página de su diario y la escondió bajo una piedra. Una sola frase, escrita con prisa, con desesperación.
Pero cuando la encontraron al día siguiente—temblando, con los ojos vidriosos, repitiendo "las paredes hablan, las paredes hablan"—, el papel ya no decía lo que ella había escrito.
Decía:
"Dereck, huye antes de que te elijan a ti."
(Y diecisiete años después, él llegó a Black Hollow).