El Silencio de Black Hollow

Capítulo 4: Mary, la Única que Escucha

El autobús escolar olía a sudor adolescente y menta podrida. Dereck se hundió en el asiento junto a la ventana, ignorando las miradas que se clavaban en su nuca como chinches. Desde que llegara a Black Hollow High, los murmullos lo seguían por los pasillos:

"Es el nuevo de la casa del bosque."
"¿Oyeron? Su hermano mayor desapareció el año pasado."
"Dicen que encontraron su diario lleno de dibujos de cosas que no son humanas..."

El frenazo brusco del autobús lo sacó de sus pensamientos. Fuera, la lluvia había convertido el estacionamiento en un pantano de charcos que reflejaban un cielo del color de un moretón.

—No te quedes mirando —susurró alguien a su izquierda.

Era una chica. Menuda, con el pelo castaño recogido en una trenza deshilachada y ojos verdes tan intensos que parecían brillar en la penumbra del autobús. Llevaba un suéter tres tallas más grandes y una pulsera de hilos rojos atada a la muñeca derecha.

—Mary —dijo, como si eso explicara todo.

Dereck asintió, aunque no entendía nada.

—Ellos te están observando —continuó Mary, señalando con disimulo hacia el frente del autobús. Mike, el chico de la cicatriz en la barbilla, no apartaba los ojos de Dereck. Entre sus dedos retorcidos, sostenía algo que parecía un diente humano—. Pero no es Mike el peligroso. Es lo que le habla por las noches.

Mary se levantó antes de que Dereck pudiera responder. Al hacerlo, dejó caer un cuaderno pequeño y forrado en tela negra. Cuando Dereck lo recogió, una foto se deslizó entre las páginas: mostraba a una niña más joven, idéntica a Mary, sonriendo frente al pozo del bosque. Escrito al reverso, con letra temblorosa: "Lina, 2009. Antes del silencio."

—Dámelo —Mary arrebató el cuaderno, pero no con ira, sino con urgencia—. No debes tocar las cosas de los desaparecidos. Se quedan pegadas.

El autobús se vació. Dereck la siguió bajo la lluvia, esquivando charcos que reflejaban caras que no eran las suyas.

—¿Tu hermana? —preguntó, señalando la foto.

Mary se detuvo frente a una tumbona en el cementerio adyacente a la escuela. Su voz cambió, como si algo más viejo hablara a través de ella:

—Lina escuchó las paredes, como tú. Luego vino el Hombre de los Susurros. Luego... —abrió el cuaderno y mostró una página llena de símbolos que hacían que los ojos de Dereck lagrimearan—. Esto es lo que oí anoche en tu casa.

Dereck leyó en voz baja:

"El niño roto viene/ con la sangre equivocada/ la madre que no es madre/ abre las puertas/ y él las cruza/ como cruzó Lina/ como cruzó Sarah/ como cruzaremos todos."

Un trueno retumbó. Mary cerró el cuaderno de golpe.

—Tú oyes las paredes. Yo oigo a los muertos —dijo, ajustándose la pulsera roja—. Y todos están gritando tu nombre.

En ese momento, Mike apareció detrás de ellos, su sombra alargándose hasta donde Dereck estaba parado.

—¿Haciendo nuevos amigos, freak? —escupió, pero sus ojos no estaban fijos en Dereck, sino en Mary—. Cuidado, nueva carne. Esta está más rota de lo que parece.

Mary no retrocedió. Al contrario, sonrió mostrando unos dientes demasiado afilados para ser humanos.

—Dile a tu dueño que no puede tenerlo —susurró—. Este ya está marcado por otro.

Mike palideció. Retrocedió tan rápido que tropezó con una lápida.

Dereck quería preguntar. Quería correr. Quería despertar de esta pesadilla.

Mary le tomó la mano. Su piel estaba fría como la tierra en invierno.

—Ven —dijo—. Te mostraré lo que le hicieron a mi hermana. Y lo que te harán a ti si no aprendes a callar las voces antes de la luna llena.

Y mientras lo guiaba hacia el bosque, Dereck notó algo terrorífico:

Las sombras bajo los árboles no seguían la dirección del viento.

Lo seguían a él.



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En el texto hay: suspenso misterio

Editado: 23.08.2025

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