El Silencio de Black Hollow

Capítulo 16: El Juego de Mike

La respiración detrás de Dereck era fría, demasiado regular, como el ritmo calculado de un depredador.

No te vuelvas.

Era la voz de Mike, pero distorsionada, como si algo más hablara a través de él.

Dereck sintió el filo de una cuchilla presionando su espalda, justo entre los omóplatos.

—¿Qué quieres? —logró decir, los ojos aún fijos en la pantalla donde la imagen de Liam se había congelado en un gesto de advertencia.

Mike soltó una risa baja y húmeda.

Juguemos.

La cuchilla desapareció. Dereck se volvió lentamente.

Mike estaba irreconocible. Su piel, normalmente bronceada, ahora tenía un tinte grisáceo, como si la sangre hubiera dejado de fluir bajo su superficie. Los ojos—negros como tinta, sin blanco visible—no parpadeaban. En su mano derecha sostenía no un cuchillo, sino algo peor: un hueso afilado, pulido hasta brillar.

El bosque. A medianoche. —Mike señaló con el hueso hacia la escalera—. Ve solo, o Liam muere antes del ritual.

Dereck tragó saliva.

—¿Qué ritual?

Mike se inclinó hasta que sus labios, agrietados y morados, rozaron la oreja de Dereck.

El tuyo. —El olor a carne podrida lo envolvió—. Claire ya preparó el altar. Pero esta vez... esta vez será diferente. Porque tú no eres como los otros.

Un sonido proveniente de arriba los interrumpió: pisadas en la iglesia. Claire.

Mike retrocedió hacia las sombras, su sonrisa mostrando demasiados dientes.

Medianoche, Hollow. O Liam sangrará como Brandon.

Cuando las sombras lo envolvieron por completo, Dereck vio lo último que esperaba:

Por un instante, Mike no tuvo rostro. Solo un vacío negro bajo su capucha, como la figura de sus pesadillas.

La noche en Black Hollow era diferente.

El bosque respiraba. Los árboles susurraban. Y las sombras se alargaban hacia Dereck como dedos ansiosos mientras caminaba por el sendero, la linterna temblando en su mano.

El símbolo en su brazo ardía, las tres líneas latiendo al unísono con algo más allá del pozo.

Busca donde el río olvida los nombres.

Las palabras del espejo resonaban en su cabeza. No había río en Black Hollow... ¿o sí?

Un crujido a su izquierda. Dereck giró, iluminando la maleza.

Allí, colgando de una rama baja, estaba un juguete:

Un muñeco de trapo, hecho con retazos de vestido amarillo.

En su pecho, una etiqueta con letras infantiles:

"Juega conmigo, Dereck."

Y entonces lo entendió.

No era un juego.

Era una invitación.

Mike lo esperaba al final del sendero, de pie junto al pozo, sus ojos negros reflejando la luna como charcos de tinta.

Bienvenido al principio del fin, Hollow.

Y cuando sonrió, Dereck vio lo que llevaba en la mano:

El diario de Sarah.

Abierto en la última página.

La que él nunca había visto.



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En el texto hay: suspenso misterio

Editado: 23.08.2025

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