El Silencio de Black Hollow

Capítulo 17: Voces en las Paredes

Dereck no recordaba cómo había escapado del bosque. Solo flashes: correr entre árboles que parecían inclinarse para atraparlo, el eco de la risa de Mike persiguiéndolo como un enjambre de moscas, el diario de Sarah ardiendo contra su pecho donde lo había escondido bajo la camisa.

Llegó a la casa Hollow con los pulmones en llamas, justo cuando la luna alcanzaba su punto más alto en el cielo. La puerta principal estaba entreabierta, balanceándose ligeramente con el viento como si alguien la hubiera dejado así a propósito.

—Liam... —jadeó Dereck, empujando la puerta con cautela.

El silencio dentro era más aterrador que cualquier sonido.

Las paredes respiraban.

No era metáfora. Dereck lo sintió al pasar la mano por el papel tapiz del vestíbulo: una expansión y contracción rítmica bajo sus dedos, como si la casa entera fuera un pulmón gigante. Y con cada "inhalación", un susurro:

"Aquí... aquí... aquí..."

Dereck siguió los murmullos escaleras arriba, cada escalón crujiendo como un hueso roto bajo sus pies. El pasillo del segundo piso estaba sumergido en una oscuridad más densa de lo normal, como si la luz de la luna se negara a entrar allí.

La puerta del cuarto prohibido estaba abierta de par en par.

Dentro, el altar había cambiado.

Las piedras negras ahora formaban un círculo perfecto en el suelo, y en el centro, algo nuevo:

Un espejo roto.

Los fragmentos reflejaban no la habitación, sino escenas fragmentadas:

  • Liam, atado a una silla en algún lugar oscuro, la boca sellada con hilo negro.
  • Claire (¿era Claire?) arrodillada en el jardín, cavando frenéticamente bajo las rosas blancas.
  • Mike, de pie en el borde del pozo, leyendo en voz alta del diario de Sarah.

Pero lo peor estaba en el fragmento más grande del espejo:

Su madre biológica.

Una mujer pálida con el pelo tan negro que absorbía la luz, vestida con un traje de época manchado de tierra. No estaba en la casa. Estaba detrás del espejo, sus dedos arañando el cristal desde el otro lado, dejando marcas sangrientas.

Dereck retrocedió, pero entonces las paredes gritaron.

No metafóricamente.

Literalmente.

Un coro de voces infantiles estalló desde las paredes, el techo, el suelo, todas diciendo la misma palabra al unísono:

"¡AYUDA!"

Dereck se llevó las manos a los oídos, pero los gritos no venían del aire. Resonaban dentro de su cráneo, como si los niños estuvieran atrapados en sus huesos.

—¡Basta! —rugió, cayendo de rodillas.

El piso de madera cedió bajo su peso.

O más bien... se abrió.

Un tramo de escaleras secretas apareció bajo una trampilla que Dereck nunca había notado. Escalones de piedra que descendían hacia una oscuridad tan absoluta que parecía líquida.

Y desde las profundidades, una voz familiar lo llamó:

Dereck...

Era Liam.

Pero no el Liam frío y perfecto. Este sonido estaba lleno de un dolor tan humano que hizo que el corazón de Dereck se encogiera.

Por favor... —la voz de Liam gimió desde abajo—. Ella me está cambiando...

Dereck no lo pensó. Bajó las escaleras.

El aire se volvió más frío con cada peldaño, hasta que su aliento formaba nubes delante de él. Las paredes del túnel estaban cubiertas de nombres tallados:

Sarah Jacobs. Lina Graves. Brandon Ketch.

Y otros, docenas, retrocediendo en el tiempo hasta donde la luz no alcanzaba.

Al final del túnel, una puerta de hierro oxidado.

Dereck la empujó.

La habitación al otro lado era pequeña, circular, con paredes de piedra húmeda. En el centro, Liam estaba encadenado a una silla, su camisa blanca ahora roja por la sangre que brotaba de su pecho.

Pero no era sangre normal.

Era negra, y brillaba bajo la luz de la única vela como si tuviera vida propia.

—Dios, Liam... —Dereck corrió hacia él.

Liam levantó la cabeza. Sus ojos ya no eran azules.

Eran negros.

Como los de Mike.

Como los de Claire cuando mostraba su verdadera forma.

Demasiado tarde... —susurró Liam, pero su voz era distorsionada, como si algo más hablara a través de él—. Ella ya me tiene.

Dereck agarró las cadenas, ignorando el dolor cuando el metal quemó su piel.

—No te dejaré aquí.



#1011 en Thriller
#494 en Misterio
#373 en Suspenso

En el texto hay: suspenso misterio

Editado: 23.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.