El Silencio de Black Hollow

Capítulo 20: La Trampa

La casa Hollow respiraba en la oscuridad.

Dereck lo sintió al cruzar el umbral—una presión en el pecho, como si las paredes se cerraran a su alrededor con cada exhalación. Las lámparas de aceite en el vestíbulo ardían con una llama demasiado azul, proyectando sombras que no coincidían con los muebles.

Liam? —llamó en voz baja, los dedos rozando el cuchillo que Mary le había dado, uno cuya hoja estaba grabada con símbolos que hacían arder sus ojos al mirarlos.

Silencio.

Demasiado silencio.

Hasta sus pasos sonaban ahogados, como si la casa absorbiera cada ruido. Dereck avanzó hacia el sótano, donde las escaleras descendían hacia una oscuridad que parecía sólida. El aire olía a tierra mojada y a algo más—algo dulce y putrefacto, como rosas olvidadas en un ataúd.

El primer escalón crujió bajo su peso.

El segundo también.

El tercero...

El tercero cedió como papel.

Dereck cayó hacia adelante, pero algo—alguien—lo agarró de la muñeca antes de que se precipitara al vacío.

Liam.

O lo que quedaba de él.

Su hermanastro estaba demacrado, la piel tan pálida que las venas azules se veían como ríos bajo su superficie. Pero eran sus ojos lo que heló la sangre de Dereck—negros como el alquitrán, sin blanco, sin pupila.

No debiste volver —susurró Liam, pero su voz era un coro de susurros, como si muchas personas hablaran a través de él.

Dereck intentó liberarse, pero la fuerza de Liam era sobrenatural.

—¿Qué te hicieron? —logró decir, aunque ya sabía la respuesta.

Liam sonrió, mostrando dientes que ahora eran demasiado afilados.

Me completaron.

Y entonces empujó.

Dereck cayó hacia atrás, golpeando los escalones con la espalda antes de rodar hasta el suelo de tierra del sótano. El impacto le arrancó el aire de los pulmones. Cuando intentó levantarse, un crujido metálico lo detuvo.

Trampas.

Cadenas de hierro frío se cerraron alrededor de sus tobillos y muñecas, tirándolo contra la pared con fuerza. Dereck gritó cuando el metal quemó su piel—no con calor, sino con un frío tan intenso que sentía como fuego.

Bienvenido a casa, hijo.

Claire emergió de las sombras, pero ya no llevaba su disfraz de humana. Su piel se había vuelto translúcida, revelando algo oscuro y serpentino que se retorcía bajo su superficie. Vestía un traje antiguo de luto, y alrededor de su cuello colgaba un collar de huesos pequeños... demasiado pequeños.

No eres mi madre —escupió Dereck, luchando contra las cadenas.

Claire rió, un sonido que hacía vibrar los frascos en los estantes.

No. Soy algo mejor. —Se inclinó hasta que sus labios, ahora morados y agrietados, rozaron su oreja—. Soy tu legado.

Un movimiento en las escaleras hizo que ambos miraran hacia arriba.

Mary estaba allí, pero algo andaba mal—su postura era demasiado rígida, su sonrisa demasiado amplia. En sus manos sostenía el diario de Sarah, abierto en una página manchada de sangre.

Justo a tiempo —dijo Claire, extendiendo una mano hacia ella—. La última pieza.

Mary descendió los escalones con movimientos espasmódicos, como una marioneta cuyos hilos se habían enredado. Cuando pasó bajo un haz de luz, Dereck vio la verdad:

Sus ojos también estaban negros.

Lo siento —susurró Mary, pero la voz no era la suya—. Ellos prometieron devolverme a Lina.

Claire tomó el diario con reverencia, pasando sus garras sobre las páginas.

Todo está listo. La sangre verdadera. El pozo hambriento. La luna en su cenit. —Miró a Dereck con algo que podría haber sido pena en otro mundo—. Tú nunca tuviste elección, hijo. Esto está en tu sangre desde antes de nacer.

Dereck tiró de las cadenas, sintiendo cómo el metal le mordía la carne.

Mary, lucha contra eso. ¡Ella te está usando!

Pero Mary (¿era Mary?) solo sacó algo de su bolsillo: un cuchillo ceremonial, el mismo del altar, el mismo de sus pesadillas.

No es ella quien necesita luchar —dijo Claire, tomando el cuchillo—. Eres tú.

Un golpe seco resonó en el techo.

Luego otro.

Y otro.

Como algo grande arrastrándose por las vigas.

Claire sonrió, mostrando demasiados dientes.

Evelin está impaciente.

Las cadenas de Dereck se tensaron, arrastrándolo hacia el centro del sótano, donde las tablas del piso habían sido removidas para revelar tierra negra. Y en ella, plantado como un árbol venenoso, un rosal de flores blancas cuyas raíces palpitan como venas.



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En el texto hay: suspenso misterio

Editado: 23.08.2025

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