El Silencio de Black Hollow

Capítulo 22: El Verdadero Villano

El suelo del sótano se partió como un huevo podrido, revelando una escalera de piedra que descendía hacia una oscuridad más antigua que el tiempo. El aire que subía olía a tierra revuelta con huesos y a ese dulzor nauseabundo que Dereck ya reconocía demasiado bien: el perfume de las rosas blancas creciendo en carne viva.

Corre —ordenó Evelyn, pero su voz sonó distante, como si algo la estuviera arrastrando de vuelta al espejo—. Abajo está la respuesta.

Claire se abalanzó hacia la abertura, sus miembros retorciéndose en ángulos imposibles.

¡Mía! —aulló—. ¡La puerta es mía!

Mary lo agarró del brazo.

No es Claire —jadeó—. Mira.

Le señaló el cuello de Claire. Allí, bajo la piel translúcida, algo se movía. No eran venas. Eran raíces.

Y en el centro de su pecho, una rosa blanca pulsaba como un segundo corazón.

Dereck entendió demasiado tarde.

Claire no era la villana.

Era otra víctima.

¿Quién...? —comenzó a preguntar, pero el sonido lo cortó.

Una canción.

Suave al principio, como una nana arrullada por el viento. Pero Dereck la reconoció instantáneamente. Era la misma que tarareaban las paredes de su habitación en la casa de su infancia. La misma que su madre biológica cantaba para dormirlo.

Sólo que su madre estaba muerta.

O eso creía él.

No... —susurró, mientras las piezas encajaban en su mente como cuchillas—. Ella murió cuando yo...

Evelyn lo miró con una pena infinita.

¿Cuándo te abandonaron en ese orfanato? ¿Cuándo te dijeron que nadie venía a buscarte? —su voz era un susurro áspero—. Los Hollow nunca abandonan su sangre. A menos que sea un castigo.

Las visiones lo golpearon sin aviso:

  • Una mujer con su mismo pelo negro y ojos grises, arrodillada frente al pozo.
  • Un bebé llorando en sus brazos. Él.
  • Un juramento susurrado mientras algo más grande que la noche se movía bajo tierra.

Tu madre fue la última guardiana antes de Claire —continuó Evelyn—. Pero se negó a entregarte cuando llegó tu séptimo cumpleaños.

Mary lo sostuvo cuando las piernas le flaquearon.

Entonces... ¿quién me dejó en el orfanato?

El sótano tembló. Las paredes exudaron un líquido negro y espeso que olía a lágrimas secas.

Yo —dijo una voz desde las sombras.

Lillian Hollow emergió de la oscuridad como un recuerdo maldito.

No era un fantasma. No era un monstruo.

Era simplemente una mujer.

Alta, de rasgos afilados, con el pelo negro recogido en un moño severo. Vestía un traje de lino blanco impecable, las manos enguantadas. Podría haber sido una maestra, una bibliotecaria.

Pero sus ojos...

Dereck los recordaba. Eran los ojos de sus pesadillas infantiles.

Te dejé donde estarías a salvo —dijo Lillian, y cada palabra sonó como una losa en una tumba—. Lejos del pozo. Lejos del ritual.

Claire se retorció a sus pies, las raíces brotando de su boca en un macabero ramo.

¡Mentira! —escupió entre espasmos—. ¡Tú me diste a él! ¡Dijiste que era el elegido!

Lillian no miró a Claire. Sus ojos grises (tan parecidos a los de Dereck) no se apartaban de su hijo.

Nunca quise que volvieras —susurró—. Pero empezaste a escuchar las paredes, ¿verdad? Como yo. Como todas nosotras.

Mary retrocedió, arrastrando a Dereck con ella.

Ella no es humana —advirtió—. Mira su sombra.

Dereck miró.

Donde debería estar la sombra de Lillian, había vacíos. Formas que se retorcían como gusanos bajo un microscopio. Y cuando levantó una mano enguantada, la sombra hizo algo diferente.

Tú alimentaste al pozo —acusó Dereck, sintiendo la verdad en su médula—. No Claire. No el pueblo. Tú.

Lillian sonrió, y por un segundo, su boca tuvo demasiados dientes.

Sangre por sangre —dijo—. Un Hollow debe morir para que otra viva.

Evelyn intentó interponerse, pero era demasiado tarde.

Lillian se movió.

No como un humano. Como un insecto. Un giro rápido y estaba detrás de Dereck, sus labios rozándole la oreja mientras sus manos enguantadas lo inmovilizaban.

Te quise salvar —susurró—. Pero ahora eres justo lo que necesito.

El guante se rasgó.

Lo que estaba debajo no era una mano.

Era un racimo de raíces blancas, retorciéndose como gusanos hambrientos.

Con tu sangre verdadera —continuó Lillian mientras las raíces se clavaban en el pecho de Dereck—. Finalmente podré sacarla.

El dolor fue inconcebible.

Dereck gritó mientras las raíces trepaban por su torso, buscando su corazón. Vio visiones de lo que yacía bajo el pueblo: algo enorme y dormido, con rosas creciendo entre sus costillas.

Mary lo agarró del brazo, intentando jalarlo hacia atrás.

¡Pelea! —le gritó—. ¡Eres un Hollow! ¡La sangre verdadera!

Lillian rió, un sonido como cristales rompiéndose.

La sangre verdadera es justo por qué morirá —corrigió—. Como su padre.

Y entonces Dereck lo supo.

No había sido abandonado.

Había sido robado.

Su padre había intentado salvarlo.

Y Lillian lo había matado por eso.

La rabia lo inundó, caliente y brillante. El símbolo en su brazo estalló en llamas doradas, quemando las raíces que intentaban colonizarlo.

Lillian gritó, de verdad gritó, cuando el fuego saltó a su vestido blanco.

¡No! —aulló—. ¡Es demasiado pronto!

Dereck se liberó, cayendo de rodillas. Las raíces muertas cayeron de su pecho como serpientes chamuscadas.

¿Dónde está mi padre? —exigió saber, la voz ronca por el dolor.

Lillian retrocedió hacia la abertura en el suelo, las llamas consumiendo su disfraz humano. Por un instante, Dereck vio lo que realmente era:



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En el texto hay: suspenso misterio

Editado: 18.09.2025

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