El Silencio de Black Hollow

Capítulo 29: El Precio de la Verdad

El polvo se asentaba sobre los escombros de la casa Hollow. Dereck se incorporó con un gemido, cada músculo protestando, la ropa rasgada y cubierta de ceniza. El cuchillo ceremonial yacía roto a sus pies, su hoja ahora opaca y agrietada.

Había funcionado.

El ritual estaba roto. El pozo, sellado.

Pero cuando giró la cabeza buscando a Mary, solo encontró rastros de lucha: huellas arrastradas en la tierra, ramas quebradas... y un solo zapato dejado atrás.

¡Mary! —gritó, su voz rasgada por el humo y el dolor.

El bosque no respondió.

Fue entonces que lo vio.

Clavado en el tronco del roble de los vestidos, un trozo de tela blanca ondeaba como bandera de rendición. Dereck se acercó con el corazón en la garganta.

Era un fragmento del uniforme del hospital psiquiátrico de Black Hollow.

Y escrito con lo que esperaba desesperadamente que fuera barro, un mensaje:

"EL PRECIO DE LA VERDAD ES LA LOCURA. VEN A RECLAMARLA."

Dereck se tambaleó. Sabía exactamente adónde la habían llevado.

El antiguo sanatorio de Black Hollow, abandonado desde los años 70, donde según las leyendas del pueblo, los doctores experimentaban con pacientes para "curarlos" de su habilidad de ver lo que no debían.

Donde la hermana de Mary había estado internada antes de desaparecer.

Las puertas del sanatorio crujieron al abrirse, revelando un pasillo infinito flanqueado por puertas oxidadas. El aire olía a medicamentos vencidos y carne quemada.

Mary! —llamó Dereck, pero el edificio devoró su voz como siempre había devorado almas.

Las paredes susurraban. No como en la casa Hollow. Estos murmullos eran humanos—fragmentos de conversaciones de décadas pasadas, gritos ahogados, súplicas de ayuda.

Un sonido lo hizo girar: un golpe metálico ritmico, como una cuchara contra los barrotes de una celda.

Dereck siguió el ruido escaleras abajo, hacia el sótano. La humedad se intensificó, el aire espesándose con algo más que moho—el olor dulzón de las rosas blancas.

La puerta al final del corredor estaba entreabierta.

Dentro, Mary yacía atada a una silla de metal, su torso desnudo revelando símbolos tallados recientemente en su piel. Los mismos que Dereck tenía en el brazo.

No.… es ella... —logró decir Mary entre dientes rotos—. Es una... trampa...

Algo se movió en las sombras.

Lillian.

O lo que quedaba de ella.

Mitad mujer, mitad planta, su cuerpo estaba ahora completamente fusionado con las raíces blancas. Florecían de sus cuencas oculares vacías, brotaban de sus dedos como garras.

Tú rompiste el pacto —acuso, su voz el crujir de hojas secas—. Pero todo tiene solución.

Se apartó, revelando una mesa de operaciones manchada de sangre. Sobre ella, un cuchillo quirúrgico y una jeringa llena de líquido negro.

Elige —susurró Lillian—. Inyectarte y ver la verdad para siempre... o dejarla morir con los secretos.

Mary sacudió la cabeza frenéticamente.

No lo hagas... Es peor que la muerte...

Dereck miró la jeringa. El líquido dentro burbujeaba, como si estuviera vivo. Sabía lo que era.

El extracto del pozo.

Lo que convertía a la gente en lo que Lillian había sido.

Lo que le permitiría ver los muertos... para siempre.

Lillian rió, un sonido como ramas quebradas.

Corre, si quieres —dijo—. Pero ella se quedará conmigo. Como su hermana.

Dereck miró a Mary. Realmente la miró.

La chica que lo había ayudado sin pedir nada a cambio.

La última persona viva que le importaba en Black Hollow.

No —dijo, y agarró la jeringa—. Pero no me inyectaré.

Se la clavó a Lillian en el cuello.

El grito de la criatura partió el mundo en dos.

Las raíces que la formaban se retorcieron, marchitándose al instante. El líquido negro brotó de sus ojos, de su boca, de cada poro, mientras caía de rodillas.

¿Qué... has... hecho? —logró articular, antes de que su cuerpo estallara en mil fibras secas.

Dereck liberó a Mary, quien se aferró a él, temblando.

Ella mentía —susurró—. Tu hermana nunca estuvo aquí.

Mary lo miró con ojos llenos de lágrimas.

¿Cómo lo sabes?

Dereck señaló la pared tras la silla. Donde antes solo había sombras, ahora se veía claramente:

Docenas de nombres tallados en la piedra.

Y entre ellos, uno que brillaba como recién escrito:

"Lina Graves - Nunca estuvo aquí."

Mary se derrumbó contra su pecho, sollozando. Dereck la sostuvo, mirando alrededor.

Los muertos los rodeaban.

Pacientes de décadas pasadas, doctores arrepentidos, y entre ellos...

Daniel Whitaker.

El verdadero Liam.

Sonrió y señaló hacia la salida.

Es hora de irse —parecía decir—. El pueblo los espera.

Y por primera vez, Dereck supo que Black Hollow nunca los dejaría ir.

Pero tal vez, solo tal vez, eso estaba bien.



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En el texto hay: suspenso misterio, paranomal

Editado: 21.10.2025

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