El Silencio de Black Hollow

Capítulo 30: El Silencio que Queda

El incendio comenzó en el sanatorio.

No lo encendieron ellos. Las llamas surgieron de las paredes mismas, como si el edificio hubiera estado esperando doscientos años para arder. Dereck y Mary corrieron por los campos de maleza mientras a sus espaldas, los gritos de los fantasmas se mezclaban con el crepitar de la madera.

No eran gritos de dolor.

Eran de liberación.

El pueblo entero ardía.

No literalmente—no al principio. Pero cuando cruzaron el límite del bosque y miraron hacia atrás, Black Hollow ya no era el mismo. Las casas parecían desvanecerse, como pinturas al óleo bajo la lluvia. Los postes de luz se doblaban sin razón, las calles se retorcían sobre sí mismas.

Y la gente...

La gente no reaccionaba.

El panadero seguía amasando. Los niños jugaban en el parque. El viejo Tom meciéndose en su porche.

Como si nada hubiera cambiado.

Como si nada estuviera mal.

Mary se aferró al brazo de Dereck.

¿Lo ves? —susurró.

Él lo veía.

Los verdaderos habitantes de Black Hollow:

  • El panadero amasaba harina mezclada con cenizas humanas.
  • Los niños jugaban a la ronda alrededor del pozo, sus pies descalzos dejando huellas sangrientas en la tierra.
  • El viejo Tom no estaba solo en su mecedora. Un niño fantasma—su hijo perdido—se balanceaba en sus rodillas, invisible para todos excepto para ellos.

Nunca fue el pueblo —murmuró Dereck—. Fuimos nosotros.

Mary lo miró, sus ojos verdes brillando con lágrimas y algo más—algo que no había estado allí antes. Un destello dorado en las pupilas, como luz filtrándose a través de hojas.

¿Qué nos hicieron? —preguntó, pero su voz sonó diferente. Más profunda. Como si algo más hablara a través de ella.

Dereck quiso responder, pero el sonido los distrajo.

Un canto.

Venía del bosque. De el pozo.

Una voz de niña, dulce y clara, entonando una canción que ambos reconocieron al instante:

"Duérmete, niño pequeño, que las raíces crecerán..."

Mary palideció.

Esa... esa es la voz de mi hermana.

Dereck la tomó de la mano. No necesitaba sus nuevos dones para saber la verdad.

El pozo no estaba sellado.

Solo dormido.

Y ahora los llamaba.

Podemos irnos —susurró Dereck, aunque sabía que mentía—. Tomar el primer autobús y nunca mirar atrás.

Mary lo miró, y por primera vez, Dereck realmente vio lo que ella era:

Otra pieza del rompecabezas.

La pulsera de hilos rojos ya no estaba en su muñeca. En su lugar, marcas de raíces serpenteaban bajo su piel, formando el mismo símbolo que él tenía en el brazo.

No podemos —respondió Mary, y era la verdad más pura que Dereck había escuchado en su vida—. Porque ahora somos parte de esto.

El viento cambió, llevando el olor a rosas blancas y tierra recién removida.

Y entonces lo escucharon.

Un susurro.

No de las paredes. No del pozo.

De dentro de ellos.

"Bienvenidos a casa."

El autobús a las 5:15 pasó por la carretera vacía, sus luces parpadeando en la neblina creciente.

Ni Dereck ni Mary alzaron la mano para detenerlo.

Habían elegido.

Y Black Hollow, satisfecho, se acomodó alrededor de ellos como un manto de huesos y flores marchitas.



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En el texto hay: suspenso misterio, paranomal

Editado: 21.10.2025

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