El silencio de fuego y sangre

Capítulo 3: Pacto de Sombras

— ¿Un pacto? ¿Qué tipo de pacto? — Lyria frunció el ceño.

Thorne sonrió, mostrando sus afilados colmillos.

— Un pacto de sangre. Si lo aceptan, estarán ligados a este bosque y a mi manada. No podrán traicionar nuestra confianza, y a cambio, yo los guiaré a través de estas tierras y más allá.

Lyria y Kael se miraron entre sí. Sabían que aceptar ese pacto era un riesgo, pero no tenían muchas opciones. El tiempo apremiaba, y el deseo de venganza ardía en sus corazones y necesitaban la ayuda de Thorne para seguir adelante.

— Lo aceptamos — dijo Kael, su voz firme.

Thorne asintió lentamente y se acercó a una roca cubierta de musgo. Con un movimiento rápido, cortó su palma con una daga que llevaba consigo. La sangre oscura, como la noche misma, comenzó a brotar, y el aire a su alrededor pareció vibrar con energía.

— Ahora, tomen mi sangre y serán uno con este lugar.

Lyria se adelantó, sin vacilar, y cortó su propia mano con la daga que Thorne le ofreció. Cuando la sangre de ambos se mezcló, una ola de energía recorrió sus cuerpos, y una marca oscura apareció en sus muñecas, brillando con un resplandor sutil, pero potente.

— Ahora son de mi manada — dijo Thorne, con una sonrisa satisfecha. — Y con este pacto, podrán invocar la ayuda de mi manada siempre que lo necesiten.

Kael observó la marca en su muñeca con una mezcla de asombro y desconfianza.

— ¿Y qué sucede si quebramos este pacto?

— Serán cazados por las sombras que habitan este bosque y yo no tendré poder para protegerlos — Thorne dijo con su tono grave.

Con el pacto sellado, Thorne los condujo a través de los territorios más oscuros del bosque. Al principio, el viaje parecía ser solo una travesía silenciosa, pero pronto comenzaron a escuchar los ruidos que provenían de la oscuridad: risas sombrías, susurros inquietantes, y el crujido de ramas bajo pies invisibles.

La primera prueba llegó al final del tercer día. De repente, el suelo tembló bajo sus pies, y una criatura enorme emergió de la penumbra: un oso, pero no un oso común. Su piel era negra como la noche, y sus ojos, rojos como brasas, brillaban con una inteligencia aterradora. La criatura rugió, levantando polvo, hojas en el aire y comenzó a avanzar hacia ellos.

Thorne no se movió.

— Esto es lo que deberán enfrentar si quieren sobrevivir aquí.

Lyria, con el corazón acelerado, extendió la mano hacia la criatura, canalizando su magia élfica. Un resplandor verde comenzó a emanar de sus palmas, y de repente, la criatura se detuvo. Parecía que la magia de Lyria estaba calmando la bestia, pero de repente, el oso se lanzó hacia ella con una velocidad impresionante.

— ¡Lyria! — gritó Kael, pero fue demasiado tarde.

Con un movimiento rápido, Kael levantó su espada y la hundió en el costado de la criatura, mientras Lyria se apartaba apenas a tiempo. El oso rugió de dolor, pero antes de que pudiera continuar su ataque, Thorne dio un paso al frente y pronunció una palabra en un idioma antiguo. El aire que había sobre su alrededor se distorsionó, y la criatura se desvaneció en la oscuridad.

— Eso fue solo una prueba — dijo Thorne, sin inmutarse. — Hicisteis bien en no sucumbir, pero no olviden que esta tierra está llena de peligros aún mayores.

Lyria y Kael, ahora más conscientes que nunca del peligro que enfrentaban, continuaron su viaje, sabiendo que el pacto con Thorne era más que una simple alianza. Era una marca que los unía no solo a él, sino a los secretos oscuros del bosque, y no podían escapar de ello sin consecuencias.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.