Kael la miró, sintiendo la abrumadora presencia de su magia y una creciente sensación de temor.
–¿Estás bien? – preguntó, su voz suave, cargada de preocupación.
– Sí... estoy bien. Pero sé que esto no ha hecho más que comenzar – Lyria ascendió, aunque su expresión era un reflejo de la lucha interna que estaba atravesando.
– El poder del Orbe es un desafío para incluso los más sabios de los seres mágicos, no subestimen lo que han desatado, también no pierdan de vista lo que está en juego. El enemigo que os espera es más formidable de lo que creéis – Saphira los observaba en silencio, sus ojos llenos de una comprensión triste.
–¿De qué enemigo hablas? – preguntó Kael, su voz dura.
Saphira se acercó, su rostro sombrío. "El que destruyó vuestras casas, vuestras familias... no es solo un traidor. Es un ser antiguo, mucho más antiguo que cualquier reino o civilización que conozcáis. Un ser que ha estado trabajando en las sombras durante siglos, esperando el momento adecuado para regresar al poder."
– ¿Quién es? – Lyria frunció el ceño, su rostro lleno de incertidumbre.
– Su nombre es Daeron. Un vampiro antiguo, un maestro de las artes oscuras. Fue el líder de una legión de criaturas oscuras que hace mil años intentaron sumergirse al mundo en la oscuridad y fue derrotado, sellado por aquellos que comprendieron el verdadero poder del Orbe.
–¿Y ahora está de vuelta? – Kael se tensó, un escalofrío recorriéndole la espalda.
– Sí. Y ha estado moviendo sus piezas en las sombras, manipulando a los poderosos para que hagan su voluntad. El ataque a su familia fue solo el comienzo de Daeron, ya que este tiene un plan mucho mayor, uno que involucra no solo a los humanos, sino a todas las razas – Saphira avanza lentamente.
– Entonces, debemos detenerlo antes de que pueda completar su plan – Lyria apretó los puños, su corazón latiendo con fuerza.
– Es más fácil decirlo que hacerlo – dijo Saphira con una sonrisa amarga – Daeron tiene aliados poderosos, y ha estado recolectando artefactos mágicos durante siglos. No será fácil derrotarlo, ni siquiera con el poder del Orbe.
– ¿Cómo vamos a enfrentarnos a él? No podemos hacerlo solos – Kael miró a Lyria, su rostro grave.
– Eso es lo que van a descubrir ahora – dijo Saphira, señalando hacia el horizonte – El Orbe no solo os da poder, sino también visiones, conexiones con aquellos que pueden ayudaros. A partir de ahora, no solo lucháis por venganza, sino por la supervivencia de todos los reinos.
Con esas palabras resonando en sus mentes, Lyria y Kael sabían que su viaje estaba lejos de terminar. El poder del Orbe era tanto una bendición como una maldición, y cada vez que lo usaran, la sombra del enemigo se acercaría más, cuando la guerra no solo se libraba en los campos de batalla, sino también en el corazón de aquellos que se habían marcado por el destino.
El viaje hacia el último refugio de los elfos, un antiguo santuario escondido en los picos de las Montañas Sombrías era su próxima parada. Según Saphira, solo allí podrían encontrar la sabiduría para confrontar a Daeron. Sin embargo, el peligro acechaba en cada esquina, y el poder del Orbe, que hasta ahora solo había sido una fuente de fuerza, empezaba a sentirse como una carga.
Editado: 27.11.2024